Gratuidad, movimiento estudiantil y estrategias de la izquierda

 

Ver PDF

 

DAUNO TOTORO

La reforma educativa del Gobierno de Bachelet, resultó en una farsa, lejos de sus propias promesas, y lejos de las demandas del movimiento estudiantil. Aunque no todo sigue igual. Hubo tres cambios esenciales: 1) el contenido de la discusión; 2) el escenario; 3) las estrategias de todos los involucrados. Y algo que permanece: los intereses capitalistas en la educación, que es la piedra de toque de las estrategias en disputa.

 

  • El contenido de la discusión

 

Basta una rápida mirada, porque en esto hay más o menos acuerdo transversal:

 

* La “gratuidad” es una especie de beca, a la que hay que postular, y no supera al 30% de la matrícula total;

 

* La “desmunicipalización” es fundamentalmente un traspaso de jurisdicción, y además voluntario;

 

* La “Carrera Profesional Docente” chantajeó a los profesores, con aumentos de sueldos para una franja a cambio de mantener la competencia entre ellos, el financiamiento vía “voucher”, etc.

 

¿A qué se debe este cambio entre las promesas y la pobre realidad? A un choque de intereses.

 

  • El cambio de escenario, y el verdadero triunfo del Gobierno

 

El protagonismo, en la larga discusión parlamentaria, pasó del movimiento estudiantil a los empresarios privados de la educación, con sus parlamentarios, expertos y medios de prensa.

 

Fue burdamente evidente. Los Rectores del G-9 defendían con uñas y dientes el reparto de los fondos del Estado. Detrás de la retórica –como libertad de enseñanza, autonomía, etc.- la preocupación era cuánto recibirían del Estado.

 

Lo que nunca aceptaron, fue la gratuidad universal. Nunca. ¿Por qué? Porque es la base y la razón de la existencia de las Universidades y colegios-empresa. El motivo es simple: si las Universidades estatales, amplían su matrícula para responder en forma universal a toda la juventud, tienen acceso directo, y son gratuitas, ¿quiénes, salvo unos pocos por razones principalmente ideológicas, elegirían pagar por ir a una Universidad privada?

 

Lograron ir desplazando el eje de la discusión. La gratuidad, como decíamos, se redujo a una beca a la que hay que postular para un sector reducido. Se la separó del funcionamiento del sistema de educación superior, primero con su aprobación vía glosa presupuestaria, después, dividiendo los proyectos de ley. Un artículo aparte para el problema del CAE. Un proyecto aparte para las Universidades estatales. Además, se legisló sobre el “carácter público” del negocio privado, para habilitar su financiamiento estatal. Se reafirmó el “carácter mixto” del sistema de educación, para legitimar el negocio privado, y además, igualar las instituciones públicas con las privadas.

 

El negocio, un “bien de consumo”, tiene en su base el pago por el “servicio”. Por eso la gratuidad universal, con acceso irrestricto, sin límite en la matrícula, con financiamiento 100% basal, es el eje del problema, y de la solución.

 

Por eso, el verdadero triunfo del Gobierno, no es la aprobación de tal o cual ley, no uno legislativo, sino político: este desplazamiento del eje de discusión, y de lucha.

 

Y tuvo sus efectos en las distintas estrategias desplegadas.

 

  • Las estrategias en disputa: el otro “realismo sin renuncia”

 

Este cambio de escenario, empujó a un cambio completo de estrategias, para todos.

 

El Gobierno debió elegir entre unos u otros, y su elección queda clara con estos resultados, se mantiene, limando algunos de los aspectos más irritantes, el mercado de la educación, y continua la subordinación del “sector público” a la “lógica del mercado”; sin comillas: las Universidades y liceos estatales, a las Universidades y colegios- empresa.

 

La derecha pasó, en el primer año del Gobierno de Bachelet, de movilizar en las calles a los suyos (por ejemplo con la CONFEPA) a combinar el recurso al Tribunal Constitucional con el recurso de recurrir a los sectores de la Nueva Mayoría afines a sus ideas.

 

La Nueva Mayoría optó por la “cocina” ante cada proyecto.

 

Las organizaciones estudiantiles, ante este giro a derecha, cedieron a la presión, desplazaron sus demandas: las movilizaciones de este año, en el primer semestre, tuvieron como centro el fin del CAE y las deudas, y en este segundo semestre el gobierno universitario y las condiciones laborales de los funcionarios. Sus aliados cambiaron, pasando de hablar de los “movimientos sociales” a unirse detrás de los Rectores de las Universidades estatales. La gratuidad como eje de su pliego de demandas, se diluyó en estas otras demandas.

 

Es el otro “realismo sin renuncia”. Como triste eco de las “ganadas concretas” de años atrás, se empezó a hablar del “mínimo ético”, de la “disputa concreta”. Fue antecedido por poner el eje en las “indicaciones”, que una y otra vez se chocaban con el muro del Mineduc y del Parlamento. En la Universidad de Chile, por ejemplo, en el rechazo al proyecto de ley de las Universidades estatales, se contrapone al peor proyecto de un gobierno autoritario, la mala realidad de un Senado Universitario con los estudiantes sin ningún poder de decisión. También, se olvida que los únicos avances que hubo, hace aproximadamente un año, en cambiar las precarias condiciones de trabajo de los funcionarios, fueron resultado de las movilizaciones de base.

 

Es que hay un nudo que ata todos estos hilos –Gobierno autoritario, precariedad laboral de los funcionarios, deudas y pagos a cambio de un servicio, auto-financiamiento, etc.-: el mercado de la educación, los intereses privados en el mercado de la educación que han sabido cambiar de eje, para mantener el eje: el rechazo sostenido, persistente, intransigente a la gratuidad universal. Es que se transformó en otra rama más de la acumulación capitalista en Chile.

 

  • La formación de intereses capitalistas en el negocio de la educación

 

  1. Las universidades empresa

 

Todas las Universidades están obligadas a funcionar como empresas, con sus balances patrimoniales, que pueden consultarse aquí: http://www.mifuturo.cl/index.php/2013-03-06-18-20-53/noticias/339-estados-financieros-de-las-instituciones-de-ed-superior. No se trata de un balance contable, se trata del balance de una empresa como cualquier otra: la reciente revelación de los obligatorios informes del grupo Laureate a la SEC (Securities and Exchange Comission, equivalente a la Superintendencia de Valores de Chile) de Estados Unidos son un buen ejemplo. Allí, dicho sea de paso, debió informar a sus accionistas de “el riesgo que corren sus utilidades con el cambio legal” que se podría dar con la nueva legislación chilena.

Sin pelos en la lengua uno de sus expertos lo reconoció, y defendió: “En los últimos treinta y cuatro años, bajo un régimen que permitía la creación de empresas educativas, con el propósito de obtener utilidades, los empresarios privados de la educación expandieron fuertemente la cobertura de educación en todos sus niveles. Entre 1980 y 2012, la educación media subió desde 629 mil alumnos a 939 mil. La educación superior subió desde 120 mil alumnos a 1 millón 127 mil. Chile llegó en 2012 a tener una cobertura en educación superior comparable a la de Inglaterra”[1].

 

Ya son de sobra conocidos los mecanismos fraudulentos para retirar utilidades, por ejemplo a las empresas inmobiliarias asociadas[2]. Los subsidios y transferencias estatales tanto en la educación superior[3], como en la básica y media[4]. La venta de servicios. También es una fuente de ganancias los altos aranceles (entre los más altos del mundo[5]).

 

  1. Una nueva rama de la economía capitalista en Chile

 

En 2009, las ganancias del negocio de la educación superior fueron de más de US$ 5.000 millones. Por comparación: el sector de las farmacias es de US$ 1.700 millones; la industria del salmón (sector estrella para los economistas progresistas de las redes) de US$ 2.000 millones.

 

En 2011, ese nivel de ganancias se mantenía, informado por el propio Ministro de Educación de entonces, Harald Beyer, a la hora de plantear la necesidad de una Superintendencia para controlar y regular: Los ingresos totales del sistema de educación superior alcanzaron los $2.849.076 millones (US$5.487 millones) el 2011[6].

 

En 2012, sólo en excedentes, las 57 universidades obtuvieron más de $163 mil millones, es decir, US$308.823.429 millones.

 

Movidas por el lucro, están entre las bases de la degradación de la tan cacareada “calidad de la educación”, y entonces, en lo que Bourdieu definió como las “fábricas de títulos”, que otorgan “certificados de inteligencia”.

 

Como sabemos, desde el 2011, con el antecedente del 2006, fue puesto en cuestión.

 

Considerando todo esto, queremos plantear las implicancias estratégicas que tiene, introduciendo otros elementos para pensar el problema.

 

  • La especificidad de la lucha educativa en Chile: tareas y estrategias

 

Al constituirse en una rama más de la acumulación capitalista en Chile, con ganancias equiparables a otras ramas de la economía, industriales incluso, el mercado de la educación en Chile adquiere esta especificidad: no se agota en la lucha por uno otro derecho, lucha que siempre hemos dado y seguiremos dando, sino que afecta intereses capitalistas que son defendidos con uñas y dientes. Para derrotarlos, hay que identificar su “centro de gravedad”: las ganancias de las empresas educativas, lo que permite enlazarlas con la lucha contra la estructura capitalista de Chile. Por eso esta batalla, y las estrategias que pone a prueba, han sacudido y marcado la agenda política nacional en los últimos once años.

 

Es que un resultado general, es la emergencia de intereses capitalistas en el terreno de la educación, que conforman una fuerza social específica.

 

La categoría teórica de “intereses de clase” la han utilizado Marx y Engels, y los marxistas después de ellos, y ha sido objeto de debate.

 

Rescatemos con esta categoría, dos ideas para pensar nuestro problema:

 

  • La primera, que el interés de clase surge de la división de la sociedad en clases, en particular en el capitalismo. Y que los intereses entre las dos clases sociales fundamentales son antagónicos: el interés de clase, “se trata de un elemento sólo interpretable en el marco de la realidad fetichista del capitalismo, o mejor, él mismo posee un carácter fetichista”[7]. Y Marx afirma: “Decir que los intereses del capital y los intereses de los obreros son los mismos, equivale a decir que el capital y el trabajo son dos aspectos de una misma relación (…) los intereses del trabajo asalariado y los del capital son diametralmente opuestos”[8].

 

  • La segunda, que el interés de clase, del capitalista, se opone a las necesidades sociales. Según Agnes Heller, “el verdadero motivo no fetichizado está representado por las necesidades radicales de la clase obrera”.

 

Hoy esta categoría se encuentra perdida. Sustituida por diversas modas en la teoría social. O por la reducción de la política a meras negociaciones parlamentarias, o a la discusión de las “Políticas Públicas”, o a un mal entendido uso y abuso del análisis de las relaciones de fuerza[9]. O por la ideología general de la educación como ascensor social (cada vez más puesta en cuestión, pero siempre intentando revitalizarla) en la sociología de la educación o de la estratificación social,  mirando unos la sala de clases, otros las herramientas educativas, etc.

 

Aún con sus aportes específicos, estas teorías oscurecen la conformación de esos intereses. Que vimos actuar: el 2006 durante la llamada revolución pingüina”, los sostenedores (empresarios) de las escuelas subvencionadas hasta se armaron (y alentaron bandas de nazis) para defender su negocio. El 2001 el movimiento estudiantil debió enfrentar primero la más dura represión (trajo otra muerte incluso, como la de Manuel Gutiérrez) y después, demostrándose inútil fue seguida del desvío parlamentario y la falsa promesa de las “reformas estructurales”. El 2014 se continuó con las movilizaciones callejeras de la derecha con la CONFEPA, y más adelante las campañas mediáticas, las trampas de las negociaciones parlamentarias, etc. Alrededor de todo ello, se entretejió y activó una constelación de intereses que comprendía los medios de comunicación, asociaciones empresariales, los partidos que representan estos intereses: la derecha y la Concertación/Nueva Mayoría, la Iglesia Católica[10], etc.

 

Poner la mira en la conformación de estos intereses y la fuerza social que configuran, es de primera importancia, porque la vuelve a “poner sobre sus pies”: los intereses de clase, materiales, en juego.

 

Y plantea desafíos al movimiento estudiantil, a sus organizaciones, y a las organizaciones de la izquierda: ¿tiene el movimiento estudiantil intereses propios que defender, y capacidad de articular en una fuerza social? ¿cuáles serían? ¿qué alianzas sociales y políticas debe constituir para configurar una fuerza social? ¿que luche por cuáles políticas?

 

Para pensarlo, se puede recurrir a la comparación histórica, construyendo, de modo provisorio, dos perfiles del movimiento estudiantil. Podríamos proponer que el perfil del movimiento estudiantil en los ’70 se configuró en la lucha por una sociedad no capitalista (con distintas variantes en este amplio ideario), recurriendo a la acción colectiva, reformando las estructuras institucionales y los contenidos educativos de sus universidades, y construyendo alianzas con la clase trabajadora: resultó en una fuerza social que se hizo parte de la corriente anticapitalista. En los ’80, su perfil fue anti-dictatorial, recurriendo con otras modalidades a la acción colectiva, con una acción defensiva al interior de sus Universidades ante la ocupación militar que hizo la dictadura de ellas: resultó en una fuerza social que se hizo parte de la lucha anti-dictatorial. En la década del 2000 y sobre todo del 2010, se re-articuló como lucha anti-neoliberal, lo que mostró su renacida potencialidad, y a la vez sus límites.

 

Hoy, con el nuevo escenario que se abrió culminando el Gobierno de Bachelet y sus reformas moderadas y engañosas, ¿qué nuevo movimiento estudiantil debe construirse, y qué estrategias de la izquierda están en disputa?

 

La lucha por la gratuidad, las grandes movilizaciones, fueron resultado de una crisis latente –que a la vez se potenció con éstas- de todo el régimen político heredado de la dictadura, y entre sus efectos estuvo volver a poner en movimientos otras demandas, otras capas, fracciones de clase y clases sociales, abriendo lo que llamamos un “nuevo ciclo de la lucha de clases”, y no tan solo un “nuevo ciclo político” que es lo que más se extendió para comprender lo que pasaba.

 

Las movilizaciones estudiantiles, masivas, disruptivas, mostraron que se podía luchar. Las demandas, que atacaban uno de los pilares del “modelo”, que se podía cambiar la agenda política, y más allá, que se podía ponerle término.

 

El movimiento estudiantil, así se confirmaba más que como una clase con intereses propios, o como la expresión de “demandas aspiracionales”, como el movimiento organizado de una capa social, con capacidad de actuar como movimiento político de masas, no corporativo[11].

 

Aquí, verdaderamente, residió su fuerza: más allá de sí mismo. Para sostenerla, debía –debe todavía- mantener el eje de su demanda de gratuidad, alrededor de la cual articular todas las demás.

 

La lucha por el co-gobierno triestamental, por el fin del trabajo precario de los funcionarios (y los académicos también), por el fin del endeudamiento y las deudas, debe anudarse con la demanda de gratuidad. Solo así se comenzará por afectar los intereses capitalistas en el mercado de la educación, y unir sus demandas a los intereses de la única clase social capaz de ponerle fin “íntegra y efectivamente”[12], el proletariado luchando por un Gobierno de los Trabajadores. En caso contrario, verá retrotraerse a un movimiento corporativo, por aspectos solo parciales, que pueden ser progresivas, necesarias de alcanzar, por las que hay que luchar, pero con menores posibilidades de conquistarlos[13].

 

Es que “queriendo hacer jugar al movimiento estudiantil un papel de vanguardia ¿no nos arriesgamos a hacerle perder su carácter de masas y en consecuencia a ver deteriorarse la relación de fuerzas? Queriendo conservar una audiencia de masas ¿no nos arriesgamos a ceder a las presiones reformistas? Ante ese dilema, ninguna ‘estrategia estudiantil’ puede superarlo. Solo iniciativas políticas tácticas que subordinen la acción del movimiento estudiantil a la situación de conjunto de la lucha de clases permiten navegar sin riesgo entre esos escollos”.

 

Por eso, no se trata de un problema de “disputas concretas” versus “grandes consignas sin bajadas concretas” (como dice la UNE), sino de estrategias, con distintos episodios que deberán enfrentar (en las que siempre hemos estado y seguimos estando). La lucha por la gratuidad universal, tal como vemos se ha constituido en Chile el sistema educativo, plantea la posibilidad de una alianza, revolucionaria, con la clase trabajadora para poner fin al capitalismo, articulando demandas democráticas como esta, con demandas transicionales y anti-capitalistas. Lo que cobra más importancia con las mayores dificultades para la irrupción de la clase trabajadora (aunque viene cambiando su dinámica), pero esto ya es tema de otro artículo. Por esto, finalmente, la discusión sobre la lucha estudiantil, es un reflejo de la discusión entre los caminos estratégicos que se están recorriendo y comenzando a desplegar, entre el (neo)reformismo del Frente Amplio, o el anti-capitalismo de la clase trabajadora de los trotskistas.

[1] Erick Haindl, “Utilidad y educación”, en: https://www.df.cl/noticias/opinion/columnistas/erik-haindl/utilidad-y-educacion/2014-08-04/213343.html

[2] Ver, por ejemplo, Verónica Torres, Gregorio Riquelme y Juan Andrés Guzmán: “Cómo lucran las universidades que por ley no deben lucrar”, en: http://ciperchile.cl/2011/08/19/como-lucran-las-universidades-que-por-ley-no-deben-lucrar/

[3] “El meollo de la reforma a la educación superior es el reparto del inmenso caudal de fondos públicos. CIPER desmenuzó esos recursos: un billón y medio de pesos anuales que hasta ahora se han entregado, a pesar de la falta de regulación y los escándalos por lucro, a instituciones privadas y públicas. Aparte del CAE, transformado hoy en un recurso público, están las becas: dos de ellas reparten $161 mil millones de los cuales el 95% va a parar a universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica privados. Eso explica por qué los privados bregan porque el sistema se mantenga incólume”. Nicolás Sepúlveda, “Reforma a la educación superior: el millonario subsidio estatal que los privados no quieren perder”, en: http://ciperchile.cl/2016/06/24/reforma-a-la-educacion-superior-el-millonario-subsidio-estatal-que-los-privados-no-quieren-perder/

[4] “CIPER revisó las cifras oficiales de los ingresos que recibieron en 2013 los sostenedores de colegios particulares subvencionados de la Región Metropolitana, y descubrió que en muchos casos se repiten los mismos propietarios bajo distinta razón social. Desenmarañando la madeja del “multirut” de los sostenedores, identificamos a los siete grupos que reciben más subvenciones: $62.253 millones en total. Una de las fórmulas que usan para sacar utilidades es pagar servicios o arriendos a sociedades de su misma propiedad. Sepa quiénes son y cómo operan los empresarios que lideran el negocio”. Pilar Rodríguez, Noemí Arcos y Pedro Ramírez, “En 2013 recibieron $62 mil millones del ministerio de educación”, en: http://ciperchile.cl/2014/06/06/colegios-subvencionados-asi-operan-los-siete-grupos-de-megasostenedores-que-lideran-el-negocio/

[5] Patricio Basso, da a conocer la siguiente comparación: “ Los 15 más altos aranceles promedio cobrados por instituciones públicas de educación tipo A (Universidades en el caso de Chile) convertidos a dólares de los Estados Unidos ajustados por Paridad de Poder Adquisitivo son los siguientes, según el informe “Education at a Glance 2014”, publicado por la OCDE: Chile, US$ 5.885; USA, US$ 5.402; Corea, US$ 5.395; Japón, US$ 5.019; Reino Unido, US$ 4.980; Canadá, US$ 4.288; Australia, US$ 3.924; Nueva Zelandia, US$ 3.645; Holanda, US$ 1.966; Italia, US$ 1.407; España, US$ 1.129; Suiza, US$ 863; Austria, US$ 860; Bélgica, US$ 653 y Francia, entre US$ 200 y 1.402”. En: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2015/09/09/en-chile-se-cobran-los-aranceles-universitarios-mas-caros-del-mundo/

[6] El Mercurio, economía y negocios: “Inacap, Unab y U. de Chile lideraron ranking de ganancias en 2011 del Mineduc”, en: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=99062

[7] A. Heller, “Teoría de las necesidades en Marx” –aunque discute contra esta categoría, así que la estamos usando contra ella misma.

[8] Marx, “Trabajo asalariado y capital”.

[9] Al respecto se puede consultar el debate “La relación de fuerzas en el PC, en Chile y en el marxismo”, Nicolás Miranda, en: https://www.laizquierdadiario.com/La-relacion-de-fuerzas-en-el-PC-en-Chile-y-en-el-marxismo

[10] Solo recordemos sus intereses en juego con este titular: “El peso de la Iglesia Católica en la educación subvencionada”, explicado: “Después de las escuelas municipales, los establecimientos ligados a la Iglesia Católica son los que acumulan mayor matrícula, según estadísticas de 2013. Sólo en marzo pasado, recibieron $36 mil 981 millones para financiar los colegios subvencionados”. En: http://www.lasegunda.com/Noticias/Nacional/2014/05/932409/el-peso-de-la-iglesia-catolica-en-la-educacion-subvencionada

[11] Ver Daniel Bensaid, “El segundo aliento”.

[12] León Trotsky, “La Revolución Permanente”.

[13] Daniel Bensaid, “El segundo aliento”: “La contradicción de la universidad no se resuelve dentro de la universidad, si no por la supresión de la contradicción fundamental del capitalismo entre desarrollo de las fuerzas productivas y el mantenimiento de las relaciones de producción de la cual se desprende. El problema de la enseñanza y de la formación no se resuelve más que con el problema del empleo en general. La contradicción que sufre el movimiento estudiantil no puede pues encontrar solución más que en su lucha al lado del movimiento obrero. Todavía hace falta que haya lucha y acuerdo sobre los objetivos de la lucha esto que no es el caso en lo inmediato, sabiendo lo que son las direcciones obreras y los esfuerzos que hacen para escamotear la lucha de clases … De hecho podemos distinguir la vanguardia táctica, la que en un momento dado ocupa de hecho los puestos avanzados de la lucha revolucionaria, de la vanguardia estratégica, la que abarca el conjunto de la lucha de clases y trabaja por la revolución en una lucha

prolongada; la segunda solo puede apoyarse en la fuerza motriz de la revolución: el proletariado. Puede suceder que en razón del fracaso o de la debilidad de la vanguardia estratégica, una vanguardia de sustitución, una vanguardia táctica, tome momentáneamente su lugar. Pero esa disociación no puede eternizarse. El movimiento estudiantil no puede repetir sin cesar su papel de Mayo sin arriesgarse a estallar; su base social se lo prohíbe. Sólo puede jugarlo en una perspectiva de unión a corto plazo con la clase obrera en lucha”.


Publicado

en

por

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *