Debates. El Frente Amplio y el (ausente) internacionalismo

Edson Elgueta

El debate sobre los derechos humanos (DD.HH) y democráticos se ha instalado a nivel internacional, donde distintos gobiernos han debido pronunciarse, frente a la profunda crisis humanitaria que se cierne, en ciertas zonas específicas del globo. En el caso del gobierno derechista de Sebastián Piñera, ha sido claro, repudiando casos como los de Venezuela y Cuba, adhiriendo inclusive al golpe desestabilizador orquestado por el gobierno de Estados Unidos con el magnate empresarial Donald Trump, incluso teniendo agendada una cita para la próxima semana, colocando como excusa una perspectiva “democrática” para occidente.

“El presidente Trump y el presidente trabajarán sobre la fuerte alianza entre ambas naciones en la búsqueda de un Hemisferio Occidental, más próspero, seguro y democrático” señala una declaración emanada desde la Casa Blanca (1).

En el caso de la coalición ciudadanista del Frente Amplio (FA), resulta aún más complejo el debate, debido a los acalorados desencuentros entre las 13 organizaciones y partidos que conforman el conglomerado, donde una seguidilla de reacciones provenientes de diversos sectores, sistemáticamente han venido acrecentando las rencillas internas, expresión de un proyecto común que en lo electoral le trajo, una serie de triunfos, pero que en lo estratégico, parecieran primar las diferencias, y la tendencia a la fragmentación.

Sólo basta mencionar las declaraciones provenientes del diputado por el Partido Liberal (PL), Vlado Mirosevic, en una entrevista a comienzos de año (2), en la cual se refería al régimen cubano como “una dictadura”, y al gobierno de Venezuela como una mierda”. Palabras bastante similares a las empleadas por los sectores reaccionarios más recalcitrantes de la derecha chilena. En un tono similar pero queriendo marcar ciertos matices, durante el mes de Agosto, y por medio de su blog, el diputado del Movimiento Autonomista (MA), Gabriel Boric, también se refería al proceso cubano, venezolano, sumando la crisis nicaragüense abierta por el gobierno de Daniel Ortega, que desde Mayo, ha cobrado la vida de centenares de personas.

No podemos permitirnos continuar con el doble estándar”, señalaba el joven diputado magallánico, quien hoy ha estado al centro de las críticas por parte de sus 21 compañeros de la bancada frenteamplista.

Por otra parte el sector más izquierda y de raigambre reformista al interior del Frente Amplio, han buscado diferenciarse de estas posiciones más aparejadas a la derecha, apoyando directamente a los gobiernos del presidente venezolano, Nicolás Maduro, y la cúpula castrista que administra desde casi 60 años la isla caribeña, coartando una serie de derechos democráticos, lo cual ha incentivado sobre todo la intromisión imperialista de Estados Unidos, materializado en el deshielo en las relaciones diplomáticas, y también comerciales con el capitalismo.

Tal es la línea de uno de los dirigentes más explosivos y quizás menos querido al interior del FA, el ex precandidato a la presidencia, Alberto Mayol, quien desestimando el carácter bonapartista de los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba, señala que las violaciones a los derechos humanos se cometerían por parte de los países neoliberales, vieja fórmula utilizada históricamente por el estalinismo de “Con el gobierno o con el imperialismo”. Posición bastante tramposa, por cierto, dado que si bien es cierto que la sociedad capitalista viola sistemáticamente los derechos del pueblo trabajador y pobre, es ineludible reconocer, que el nivel de coerción y represión desplegados, por distintos gobiernos de discurso “progresista” ha afectado directamente a amplios sectores de la población, excluidos de derechos democráticos esenciales, que pudieran significar un punto de apoyo para combatir la injerencia imperialista. Esa es la teoría de los “dos campos” defendida por Mayol.

“Se ha instalado el esfuerzo de decir que quienes condenaron las violaciones a los derechos humanos en Chile no pueden defender, en este ámbito, a países como Venezuela, Cuba y Nicaragua. El coro de quienes han argumentado esto va desde la derecha hasta el Frente Amplio. Demostraremos cómo esa argumentación es débil y está basada en un acto, deliberado o no, de ignorancia y elevado sentido publicitario” (3), señalaba Mayol, en un artículo del medio El Líbero.

Es en este atolladero estratégico, sin salida para la clase obrera y los sectores populares, condenados a sufrir las miserias del sistema capitalista, o la prohibición de derechos democráticos con la chapa discursiva del “progresismo” que se vuelve esencial apostar por una tercera vía de independencia política de la clase empresarial, o la casta política acomodada y enquistada a favor de sus propios intereses, es decir una alternativa internacionalista y consecuente, de total ruptura con el capitalismo y los gobiernos burgueses, herederos de los denominados socialismos del siglo XXI.

Las garras del imperialismo, el reformismo y una alerta para la izquierda

Se han conocido a través de distintos medios, intención evidente por parte del imperialismo de desplegar a como dé lugar una línea política desestabilizadora al interior de América Latina, e incluso la posibilidad de intervenir militarmente si es que así dispone de su voluntad. A través del medio New York Times, se señaló hace un par de semanas que el presidente de los estados Unidos, Donald Trump, habría mantenido una serie de reuniones con integrantes de las Fuerzas Armadas (FF.AA) venezolanas, sostenías desde el otoño del año pasado, hasta este año (4). En ellas los militares venezolanas habrían asegurado que “representaban a cientos de miembros de las Fuerzas Armadas que no estaban de acuerdo con Maduro”. Es importante mencionar que dichos encuentros se enmarcarían dentro del periodo de declaraciones en las que el presidente multimillonario señalaba tener “una opción militar”. A esto se suma la declaración del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quien hace unos días manifestaba no descartar una “intervención militar”(5).

«En cuanto a intervención militar para derrocar el régimen de Nicolás Maduro, creo que no debemos descartar ninguna opción», mencionaba Almagro.

Sin embargo, como contraposición a esta respuesta a beneplácito de los grandes capitalistas, y su intención de hacer de gobiernos títeres para sus intereses empresariales, no es bastante alentadora la salida planteada por el reformismo y los sectores “progresistas”, donde producto del discurso de los “dos campos”, se intenta instalar un clima de confianza hacia alternativas burguesas de centroizquierda, con un historial de traiciones al pueblo trabajador. Ejemplo de esto es el respaldo de diversos sectores al candidato del Partido de Trabajadores (PT) Fernando Haddad, supliendo al líder del partido, Ignacio “Lula” Da Silva, quien frente a las maniobras de la reacción derechista del gobierno, y sectores afines al candidato racista, xenófobo y militar, del partido Social Liberal, Jair Bolsonaro, simpatizante de José Antonio Kast, en Chile.

¿Apoyar a un «campo capitalista» o sostener una posición independiente de los trabajadores?

Está más que claro que las intenciones de los capitalistas están puestas en su discurso de “democracia” y “prosperidad”, lo cual es en lo concreto, la reproducción de las condiciones de miseria para el pueblo trabajador, respaldadas por instituciones a fines de sus intereses, como la ONU, OEA o el mismísimo Fondo Monetario Internacional (FMI) que hoy tiene su mirada en la crisis inflacionaria y devaluación de la moneda argentina.

Sin embargo han sido aquellos gobiernos llamados del socialismo del siglo XXI, quienes aprovechando la bonanza del súper-ciclo de las materias primas o comoditties, como el petróleo en el caso venezolano, o el café, el azúcar y el oro en el caso Nicaragüense, y que hoy ven el ocaso de sus modelos “progresistas”, quienes han pavimentado el camino de la reacción imperialista y burguesa. A esto se suma el recrudecimiento de su política bonapartista de gobernabilidad sustentada en las FF.AA y los aparatos represivos del Estado.

Es decir, el florecimiento de métodos herederos del estalinismo, por parte de gobiernos nacionalistas burgueses, lejanos de una revolución socialista triunfante. Caso distinto al de Cuba, que viniendo de una revolución socialista triunfante, degenera paulatinamente a un régimen socialista burocratizado, que bloquea el potencial revolucionario de la clase obrera y amplios sectores populares, sin mencionar el proceso de deshielo con Estados Unidos, siendo formalizado durante el último gobierno de Barack Obama. Es decir una línea de apertura a mayor escala del capital financiero y la inversión extranjera.

Una respuesta, internacionalista, anti-imperialista, e independiente de los intereses capitalistas

Tal situación, hace evidente la necesidad de dar una respuesta independiente del imperialismo y los gobiernos de derecha en beneficio de sus intereses, junto con la expansión de sus inversiones y ganancias en distintas zonas del planeta. Una alternativa anti-imperialista, anticapitalista e internacionalista, con una clara demarcación de las potencias imperialistas y su recurso discursivo de lo “democrático” que trasluce, su historial de guerras y masacres en función de sus propósitos. El desgaste de las alternativas neorreformistas, que buscan generar alianzas o cercanías con posturas de algún bloque u otro, sea en clave “democrática”, “progresista”, o “nacional-popular”, se muestra evidente ante la impotencia de no poder dar una respuesta consecuente de cara al pueblo trabajador, quien es el principal afectado de las crisis provenientes del capitalismo y sus mediaciones por derecha o por izquierda. Encrucijada evidente en el FA, donde un proyecto estratégico aún difuso, y de importantes diferencias en torno a la situación internacional, resquebrajan aún más su unidad, tendiendo cada vez más a la fragmentación entre sus organizaciones conformantes.

Se vuelve esencial levantar una alternativa de los trabajadores, en conjunto con mujeres, estudiantes y diversos sectores oprimidos, que hoy se organizan en contra de las crisis y sus catástrofes humanitarias, con las más amplias libertades democráticas, en sindicatos, fábricas, y poblaciones para enfrentar a la derecha golpista y sus seguidores.


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