Apuntes sobre La Rebelión Teamster: Las Huelgas de Minneapolis de Farell Dobbs

Por: Esteban Valdebenito.

“Había una guerra en Minneapolis… un conflicto de la pobreza contra la riqueza, de los trabajadores contra el capital”.

¿Por qué los Teamsters?

Actualmente, estamos entrando en una nueva etapa de la situación internacional que sigue marcada por los efectos que trajo la gran recesión del 2008, que hizo crujir el orden neoliberal que el imperialismo había logrado imponer sobre la base de grandes derrotas al movimiento obrero a escala internacional en los años 80, con dictaduras en Latinoamérica, el colapso de los estados obreros deformados (como la Unión Soviética) y la derrota de la clase obrera en los países centrales (Mineros del Carbón en Inglaterra  o los Controladores Aéreos norteamericanos.

Los efectos de la crisis económica, que extendieron una profunda polarización social y política en distintas regiones del mundo, abrieron paso a lo que los marxistas denominamos, “crisis orgánicas”, como fenómeno político, en el que se desarrollan elementos de crisis de la hegemonía burguesa, pero sin que termine de primar la lucha de clases y la radicalización política de masas, como un tendencia general, pero que se expresa en gran medida en el colapso de los llamados «centros políticos» en varios países, incluidos potencias imperialistas como Estados Unidos y Gran Bretaña, también en los países atrasados, donde en Latinoamérica el caso de Venezuela, o  Brasil se expresan de forma más abierta.

En ese sentido el avance del Bolsonarismo en Brasil, se  transforma en un llamado de alerta para todo el pueblo trabajador de Latinoamérica, que tras el hundimiento del PT en Brasil, y el desprestigio del títere golpista Michel Temer que no logro derrotar a los trabajadores brasileños, “El Bonaparte” de Bolsonaro solo tiene un objetivo, el de llevar mucho más lejos los planes del Imperialismo Yanke que junto al FMI buscan avanzar a semi-colonizar más profundamente a Brasil, abriendo una ola de privatizaciones, y ataques a los movimiento obrero más concentrado de todo el continente, marcándole el paso a la Derecha en toda la región. Es en ese sentido que los revolucionarios sabemos que en los tiempos de crisis, hay dos caminos; el de dejar pasar los ataques de los gobiernos y los capitalistas, o el poner todas las fuerzas en la reorganización de la clase trabajadores y el movimiento de masas, para lucha por un programa independiente, para que la crisis la paguen los patrones.

Y por esto que a través de Ideas de Izquierda como parte de recuperar la tradición revolucionaria, queremos publicar una serie de artículos que traen al presente parte de las experiencias más avanzadas de la lucha de clases que se tuvieron lugar en el corazón del imperialismo norteamericano, en los años posteriores a la gran depresión, donde el desempleo, el hambre y los ataques sobre los sindicatos, fueron parte de la fórmula que aplico la burguesía en aquellos años 30´en el siglo XX.

Nos referimos a las huelgas de los Teamsters de 1934 en Minneapolis, donde la clase obrera, en un conflicto brutal por conquistar su derecho a sindicalizarse y enfrentar las condiciones de miseria a la que le había arrojado la patronal, y que bajo la dirección de los trotskistas terminó por protagonizar una de las huelgas salvajes más grandes de la historia estadounidense, que marco el segundo pico de una oleada de huelgas salvajes que recorrió Norteamérica, y que junto a un gran movimiento por la sindicalización, formaron parte del despertar de un gigante dormido.

La crisis y el renacer del movimiento obrero norteamericano

Fue en la época que EEUU se hundía bajo los efectos de la gran depresión del 1929, mientras se marchitaba la ilusión del progreso ilimitado, y el desempleo escalaba al 25% de la población activa, con hambre y desesperación, cuando la clase obrera norteamericana inicio su despertar, con el movimiento de sindicalización más grande de su historia.

En 1932, el Demócrata Franklin Roosevelt llegaba a la presidencia. Con el New Deal (Nuevo Trato) busca superar la crisis mediante una fuerte intervención estatal, inyectando dinero, subsidiando empresas y a los grandes productores rurales. Se implementaban planes  de obras públicas, asistencia social y se entregan concesiones a sectores del movimiento obrero, como leyes de sindicalización que perseguían evitar la explosividad de este sector y contener los reclamos obreros.

Aunque se logra una recuperación parcial de la economía (especialmente entre 1936 y 1937) persiste un desempleo elevado del 18% en 1935, 14% en 1936 y 12% en el 37 volviendo al 20% en 1938.

El movimiento obrero norteamericano, lograba salir de su letargo luchando contra la miseria a la que habían sido arrojados sin mayor resistencia por parte del sindicalismo pro patronal de la AFL (American Federation Labor/ Federación Americana del Trabajo, por sus siglas en inglés, la federación más grande del sindicalismo oficial).

Su irrupción fue bajo oleadas huelguísticas, la primera se dio en el primer año de gobierno de Roosevelt, la cual fue frenada tanto por la línea de cooptación (mediaciones) o de represión abierta que desarrollo el gobierno Demócrata, a través de las policías o de gánsteres privados del gobierno. La Segunda se dio en 1934, con huelgas salvajes, que enfrentaron a los trabajadores y a poblados completos frente a la policía y al gobierno, donde destacaron la huelga de Autolite en Toledo, Ohio, dirigidos por Alan Muste, la de los portuarios de san francisco, organizada por el PC y  las huelgas de Minneapolis en los fríos estados del noroeste, en Minesota donde estuvieron a la cabeza los trotskistas estadounidense de la Liga Comunista Americana (LCA). En la siguiente oleada siguió el movimiento de 1936-37, cuyo punto más álgido fueron las huelgas a brazos caídos de las automotrices y del caucho, organizada por la nueva central industrial.

El renacer de la lucha obrera norteamericana, genero una afluencia masiva de la juventud y los trabajadores hacia los sindicatos, que poniendo en marcha un nuevo nivel de organización, bajo la alianza con otros sectores que se veían directamente afectados por la gran depresión, como, los pobres urbanos, los pequeños agricultores, a la vez que ensayando nuevos métodos combativos, fueron un terremoto para toda la burocracia sindical adicta al gobierno, y a su vez un gran caldo de cultivo, tanto para el surgimiento de la CIO (Central Obrera de la Industria/ Congreso of Industrial Organizations, por sus siglas en inglés) como para la formación de nuevas organizaciones políticas  revolucionarias de los trabajadores, que se planteaban como una necesidad frente a la adaptación de la vieja socialdemocracia a los demócratas imperialistas, y la política sectaria del PC, que para ese entonces, bajo la orientación del estalinismo que había maniatado la III Internacional, impulsando la línea ultra izquierdista del llamado “tercer periodo”, derivaron en una lógica autoproclamaría, dejando pasar los despidos y los ataques patronales en EEUU sin oponer mayor resistencia, obstaculizando la formación de un frente común de los trabajadores para enfrentar la bota patronal que junto al gobierno norteamericano, aposto con todo a descargar en los hombros de la clase obrera todos los efectos de la  gran crisis.

Farell Dobbs, un dirigente del trotskismo en EEUU surgido de las entrañas de Minneapolis

Dobbs, autor y protagonista de Rebelión Teamster, para ese entonces tenía 25 años y  era un trabajador de uno de los depósitos de carbón. Fue uno de los dirigentes obreros surgidos de las filas de la huelga y la campaña de sindicalización, las que tendrían un impacto en la transformación de todo el movimiento obrero del Medio Oeste en EEUU.

En 1933 Conecta con Grant Dunne, un militante de la Liga Comunista (LCA), que de forma clandestina le convence de unirse a la campaña de sindicalización Teamster, del local 574, que pertenecía a la AFL.  A través del “Comité Voluntario” de trabajadores del carbón se extiende la campaña de sindicalización reuniendo no solo a camioneros sino también a los distintos trabajadores de la industria, uniendo peticiones, donde los principales reclamos eran “reconocimiento del sindicato,  aumento salarial y sistema de antigüedad”.

Ante la negativa de la patronal el comité de base logra organizar una asamblea general y levanta un comité de huelga. El  7 de febrero de 1934 se declara la huelga en la industria.

Las condiciones del invierno y la situación insospechada permitieron al sindicato estar en una buena posición estratégica para llevar adelante la huelga.

Dobbs organizo la huelga en el depósito de carbón y logro organizar a sus compañeros para asistir al cuartel general de la huelga (local de la AFL) y alistarse a los piquetes. 600 trabajadores disponibles para levantar cuadrillas. Los “Capitanes de piquetes” iban organizando las fuerzas según las necesidades.  La huelga se respondió de forma combativa, se desafío a la policía volcando camiones de carbón frente a los depósitos, se pusieron en pie escuadrones móviles que  evitaron la entrada de rompehuelgas a las faenas interceptándolos en el camino.

Al tercer día la patronal decide negociar, la burocracia nacional de los Teamster se monta sobre el proceso y forma un bloque con el encargado de negocios de la rama local, y apoyándose en  los sectores más atrasados del sindicato, acuerdan una “victoria”, que estaba por debajo de las posibilidades planteadas, pero acordes a la debilidad subjetiva del momento sindical de los huelguistas;  esta medida  tenía un doble propósito, no levantar polvo y buscar aislar las posiciones que defendía Dunne para el grueso del Local.

Pero una nueva vanguardia había abierto los ojos, y supo captar la justeza en las palabras de Dunne, que jugó un rol central en el comité organizador y posterior comité de huelga.  Y Farell Dobbs formaba parte de este sector.

Luego de la huelga, Dobbs comienza a organizarse en la LCA y a recibir instrucción política, haciendo balances revolucionarios de la huelga, comprendiendo el rol que juegan las organizaciones revolucionarias en el movimiento obrero, y el rol que jugaba la burocracia sindical en alianzas con el gobierno regional y nacional. Una conclusión fundamental que luego, en las huelgas de julio y agosto encontrara su máxima claridad.

Farell Dobbs, se transformara en una gran figura del movimiento obrero norteamericano y del trotskismo, fundador del SWP (Partido de Trabajadores Socialistas), se transformara en un destacado dirigente político, que en la época logra conectar problemas de clase, de la situación de Minneapolis, con un contrapunto al despojo al que se veían sometidas de las ciudades obreras del norte de EEUU con la barbarie que dejaba la intervención imperialista en China. Entrando en la década del 40´pasara por la cárcel  un año completo junto a otros 17 dirigentes del Local 544 de los Teamster y del SWP, declarados culpables por leyes anti comunistas, que apuntaban a perseguir a la izquierda y los dirigentes sindicales que se oponían a la guerra imperialista.

Terminando la década del 40, será candidato obrero a presidente en cuatro oportunidades por el SWP, utilizando las campañas electorales para realizar una fuerte agitación política para oponerse a la intervención imperialista en la guerra de Vietnam, enfrentar la persecución anti comunista en EEUU, así como para defender las conquistas de la revolución Cubana.

Pero sin duda, una de las grandes contribuciones de Dobbs, es haber logrado condensar la experiencia de las grandes huelgas de 1934, y la trayectoria del sindicalismo Teamster, y una de las mayores experiencias de la lucha de clases en Norteamérica en la primera mitad del siglo XX, que fue una insignia para el despertar del movimiento obrero norteamericano.

Además, el autor muestra el rol que jugaron los trotskistas norteamericanos a la cabeza del proceso y como bajo su orientación lograron la victoria del local 574 frente a la patronal y su bloque organizado por la Alianza Ciudadana (asociación gremial de las patronales del Estado), y que tuvo el apoyo del Gobierno Regional y Nacional.

Ya en esa época, en la URSS, los trotskistas eran duramente perseguidos, encarcelados y juzgados por tribunales de Stalin. En el caso de los Estados Unidos, estaban sometidos a las permanentes campañas de calumnias, provocaciones y ataques que le montaba el Partido Comunista. Esto sin contar las condiciones de vida que ese grupo de revolucionarios debía enfrentar en lo peor de la crisis económica.

Pero los trotskistas norteamericanos tenían una confianza profunda en la clase obrera y estaban armados con la convicción que da el programa y la estrategia del marxismo revolucionario. Ellos sabían la potencialidad que la clase podía desarrollar en momentos de alza y tuvieron la audacia necesaria para intervenir llegado ese momento. Su objetivo era construir una corriente orgánica proletaria bajo sólidos principios clasistas.

Por la crudeza de la crisis y la situación en el estado de Minnesota, los trotskistas sabían que la lucha del 574, terminaría por ser una guerra de clase contra clase. No se preocuparon sólo por su sector, y se esforzaron por lograr la unidad con los desocupados.

En ese sentido, los efectos de la gran depresión fueron tan devastadores para la población, que en todo el proceso, que abarco desde la primera huelga de febrero, por el derecho al reconocimiento sindical, pasando por la huelga de los 10 días en mayo, y las 5 semanas de julio y agosto, el local 574 termino canalizando y concentrando en su lucha contra el bloque patronal de la “Alianza Ciudadana”, todos los anhelos y expectativas de la población para enfrentar la crisis, mostrando rasgos de hegemonía sobre el resto de los sectores empobrecidos; a su vez, la fuerza teamster y el apoyo popular era tan grande, que lograron desarrollarse elementos de auto organización, expresados en elementos parciales del control vial que logro generar el sindicato en Minneapolis en plena huelga, antes de la intervención del ejército.

Al mismo tiempo que dirigían la huelga, ellos iban aportando a construir el partido, escribiendo en el periódico partidario las lecciones del conflicto. Fue en las huelgas de Minneapolis donde un grupo de militantes en forma audaz, probando su temple y su programa forjaron las camadas de obreros que, junto a la unificación con la corriente de Alan Muste, que jugó un rol destacado en las huelgas de Auto Lite en Ohio  serían la base de un futuro partido trotskista, el SWP norteamericano.

Sobre la posición objetiva y el rol estratégico de la Liga Comunista Americana en los Teamsters

Finalmente, para entender la victoria de la huelga del local 574 de los Teamsters, es necesario comprender como se conjugaron dos elementos centrales. El primero, es de carácter objetivo, que es el aprovechamiento de su posición estratégica en el circuito económico en el Medio Oeste, donde la industria de Camionaje, jugaba un rol clave en la cadena de distribución tanto en términos productivos, como para el abastecimiento general de la población. En ese sentido, jugaba un rol angular en el área energética, en particular en el transporte del carbón, que era imprescindible para enfrentar el clima regional.  Pero este elemento, no tuvo un valor por sí mismo.

Mientras la depresión se comía los empleos y el salario obrero, y la burocracia sindical permitía pasar los ataques en toda regla, la dirección política de los trotskistas fue el arma más importante para vencer a la patronal en aquella huelga de tres tiempos que se vivió en Minneapolis entre febrero y agosto de 1934,  que termino por escalar ganándose la atención del resto de los trabajadores de EEUU logrando una repercusión nacional en la prensa. Este es justamente el segundo elemento, el rol de los trotskistas, donde una clara conciencia de la lucha de clases y de las perspectivas revolucionarias, les permitió enfrentar tanto los engaños de los organismos de negociación utilizados por el gobierno Roosvelt (inéditos desde el punto de vista de la intervención estatal en las huelgas modernas) para desmoralizar a los trabajadores, como preparar detalladamente la organización de la huelga y el enfrentamiento de las fuerzas de represión policial y sus fuerzas auxiliares.

Este segundo aspecto es fundamental, pues el enorme “potencial de fuego” que posee el movimiento obrero y la clase trabajadora que está situada en posiciones estratégicas, (como lo pueden hoy ser los puertos en Chile, las minas en Perú o las petroleras Brasileñas), no basta por si mismo para constituirse en una fuerza capaz de enfrentar los ataques de los empresarios. Al contrario, bajo el control de la burocracia sindical, las posiciones estratégicas terminan siendo factores de reposo para el conjunto de los explotados. En ese sentido, el factor subjetivo, los partidos, la militancia y las ideas que logren encarnar estos sectores, son determinantes para poder  desarrollar o no, este potencial.

La escuela de los Teamsters demuestra, como “la ciudad de las huelgas perdidas” controlada por la burocracia pro gubernamental, termino por ser el lugar donde el movimiento obrero dio un enorme jalón en la subjetividad, donde los revolucionarios de la LCA jugaron un rol central en la preparación del conflicto,  organizando un sector estratégico de la clase trabajadora, potenciando el desarrollo de las expresiones de autorganización, con el comité de huelga o la comisión de mujeres y de combatividad con la entrada en escena de los piquetes móviles y los grupos de autodefensa, lograron una victoria sobre los empresarios y el gobierno que logro marcar un camino para un nuevo momento de reorganización del conjunto de los explotados y los desempleados en medio de la crisis.


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