El segundo gobierno de Piñera, el movimiento de mujeres y las calles

Pablo Torres

Cinco meses va a cumplir Sebastián Piñera en su segundo gobierno en La Moneda. Michelle Bachelet (PS) terminó entregando nuevamente la banda presidencial a la derecha (Chile Vamos) y la descomposición de la Nueva Mayoría hizo emerger a su izquierda al Frente Amplio, hoy tercera fuerza nacional. En este nuevo escenario, Piñera gobierna con un aparente control de la agenda, con crecimiento económico y una “oposición” a la defensiva. Sin embargo, es un gobierno sin hegemonía o con debilidades estructurales que le ponen límites a una agenda “clásica” de ataques. No solo porque irrumpió el movimiento feminista con el cuestionamiento a la violencia machista como expresión de un fenómeno internacional como expresó el 8M en el Estado Español, como se está viendo ahora en Argentina por la lucha por el aborto y que también se empieza a replicar en Chile con el 25J que movilizó más de 100.000 personas. Sino que además, estamos observando las primeras caídas en las encuestas de Piñera y el gobierno, la disminución de la base social-electoral, y una creciente decepción en las expectativas económicas, donde si por un lado hay “crecimiento”, los sentimientos mayoritarios es que no hay creación de empleos, sino que despidos, cierres de empresas y un futuro que no se ve mejor. No solo porque no hay “reformas estructurales”, aquello que exige de forma creciente el gran capital nacional e internacional, sino que la clase trabajadora y las capas medias, empiezan a cuestionar de forma creciente que no hay “tiempos mejores”, aquello para lo cual votaron a Piñera. Si junto a ello, el escenario internacional es de mayores tensiones geopolíticas y riesgos económicos, con elementos de guerra comercial y una región más polarizada, se augura un futuro más conflictivo y un gobierno que va perdiendo los márgenes de acción.  ¿Hacia dónde caminará el país?

 

Un escenario internacional fluido

El marco más general de la situación de la economía mundial, de las relaciones internacionales (geopolítica) y de la lucha de clases, no es un dato ajeno a la realidad nacional. Ya los elementos de guerra comercial entre Estados Unidos y China (también la Unión Europea, Japón) están debilitando el precio del cobre, haciéndolo volátil y poniendo alarmas al crecimiento económico. Siendo Chile uno de los países más abiertos del mundo, los avatares de un escenario internacional con mayores contradicciones serán cada vez más condicionantes, sobretodo en una economía que parece encontrarse en una “zapato chino” o en un laberinto. A nivel mundial, atravesamos una situación fluida entre el ya no más del período de restauración neoliberal de las últimas décadas1, y el todavía no de una nueva etapa que probablemente agudizará las contradicciones políticas, económicos y militares, reestableciendo las condiciones objetivas de una época de mayores crisis, tendencias a guerras y probablemente genere condiciones hacia procesos revolucionarios.

En el marco de un proceso de decadencia del imperialismo norteamericano y de crisis del orden (neo) liberal, el inestable gobierno de Trump viene desarrollando una política más agresiva que está llevando a crecientes tensiones geopolíticas, y ha iniciado una guerra comercial que de escalar (en su mayor parte con China, principal socio comercial de Chile), puede abrir agudos conflictos y golpear el crecimiento económico. El orden imperialista deja cada vez más de estar basado en la coordinación estatal multilateral para poner el centro en el America first, abriendo un campo de tendencia al nacionalismo (y la vuelta a la idea del “estado-nación”) y a mayores disputas globales entre potencias. Ello mismo provoca no solo mayores tendencias al militarismo imperialista, sino que se va esfumando la ilusión de una economía donde todas las potencias capitalistas ganan. Aunque observamos crecimiento económico, las crecientes alarmas dan cuenta que los problemas estructurales de la crisis económica del 2008 no se han resuelto.

En diversos países centrales hay elementos de crisis orgánica, entrando en crisis los partidos del “extremo centro” neoliberal (conservadores y socialdemócratas) que ha dado paso a nuevos fenómenos políticos: por derecha, junto al reaccionario gobierno de Trump, los múltiples partidos xenófobos en Europa como el Movimiento Cinco Estrellas en Italia, gobernando junto a la extrema-derecha de “Liga Norte”, el Frente Nacional en Francia, y así numerosos países del viejo continente. Por izquierda, nuevas tendencias progresistas o “neo- reformistas”, como Sanders en el Partido Demócrata de EEUU y el fenómeno de DSA2 (socialistas democráticos), Corbyn y la corriente Momentum dentro del Labour Party en Gran Bretaña, Podemos en España o Syriza en Grecia. Aunque hoy lo que priman son los nuevos fenómenos políticos (por derecha y por izquierda) al calor de la descomposición de los partidos neoliberales tradicionales, empezamos a observar procesos de lucha de clases como la resistencia en Francia contra los planes de Macron, con la huelga ferroviaria que unió a numerosos sectores del movimiento obrero y estudiantil; o con sus límites, las multitudinarias manifestaciones del movimiento de mujeres en diversas partes del mundo, que se han expresado en numerosos países del mundo, y han vuelto a hacer del 8 de marzo, una fecha histórica de lucha. En Argentina la lucha por el aborto, que ha sido un hecho mundial, tendencialmente puede unirse a la lucha contra el ajuste de Macri y el FMI.

En el caso de la izquierda, el fenómeno de “izquierda radical” de Syriza en Grecia es uno de los más paradigmáticos a nivel internacional. Hoy silenciado casi al extremo, fue apoyado casi por todo el arco de la izquierda mundial (y en nuestro país por la mayoría de las organizaciones del Frente Amplio y de la izquierda), pero terminó administrando el enorme ajuste neoliberal impuesto por la “troika” (FMI, UE y BCE) y ahora en la izquierda ya casi ni se habla, pues es un gobierno que se pasó rápidamente al ajuste capitalista. Podemos del Estado Español, que ya tampoco habla de Grecia, y que es referente de varios sectores del FA (como Gabriel Boric) ahora toma como ejemplo el gobierno portugués del PS, apoyado por el PC y el Bloque de Esquerda, para exigir al neoliberal PSOE (una especie de Concertación chilena) un “gobierno progresista” en común en el Estado Español, es decir, con los viejos partidos de la “tercera vía” y que fueron junto a la derecha los principales responsables de las décadas de ataques neoliberales.

América Latina está cruzada en contradicciones, y ha mostrado no solo el fracaso de los proyectos “progresistas” o “pos-neoliberales” (lulismo, kirchnerismo, chavismo) que allanaron el triunfo a las derechas en numerosos países (aunque buscan recomponerse como muestra el triunfo de AMLO en México), sino los límites de un nuevo proyecto derechista, sin las condiciones de los años 90, como el de Macri en Argentina o el de Temer en Brasil, que no logran asentar una hegemonía política, y que puede llevar a mayor polarización y lucha de clases. El fin del “súper ciclo” de materias primas, la elevación de tasas de interés norteamericana que presiona a la fuga de capitales en emergentes, la devaluación de las monedas locales frente al dólar, pone límites a las ilusiones abiertas por la derecha de estabilizar la situación imponiendo un giro de conjunto, así como a las variantes reformistas y “neo-desarrollistas” que en momentos de crisis han mostrado ser bastante “ajustadores” como la propia Dilma del PT en Brasil antes de ser depuesta por un golpe pro-imperialista que quería un gobierno todavía más ajustador; o el caso de Nicaragua, donde el gobierno de Ortega aplicó un duro programa privatizador de las pensiones de la mano del FMI, que hizo estallar numerosas protestas, de las cuales las derechas y el imperialismo se buscan apoyar para conquistar gobiernos títeres.

La mayor ofensiva imperialista en la región (como muestra la ofensiva golpista en Brasil, el FMI en Argentina, o las presiones sobre Venezuela que entró en una enorme decadencia3) tiene límites que pueden provocar escenarios más agudos, como puede anticipar Argentina. Vimos como una respuesta al inicio del plan del FMI con el paro nacional el 25 de junio, y aunque la burocracia sindical y el peronismo buscan con todo contener (para esperar las elecciones del 2019), la izquierda trotskista del Frente de Izquierda y los Trabajadores se plantea como una alternativa para enfrentar en las calles el ajuste. El movimiento de mujeres por el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito que se está desarrollando en el país trasandino y que puede influir en diversos países de la región, de unirse con la clase trabajadora para enfrentar el ajuste del FMI y Macri, puede ser un referente poderoso para los trabajadores, mujeres y jóvenes.

El fluido escenario internacional y latinoamericano cruza a la situación chilena de fuertes contradicciones, y la política pro-imperialista del Estado y el gobierno chileno (casi un “pacto” entre las diversas fuerzas políticas) encontrará nuevas fisuras. Lejos de la utopía reaccionaria de la prensa capitalista, de un país “excepcional” en América Latina, el próximo período las contradicciones económicas entrarán cada vez con más fuerza al país.

 

Un gobierno sin “hegemonía”: entre la apariencia y la realidad

El nuevo gobierno de la derecha ganó con una de las votaciones más altas desde la transición (casi 4 millones de votos). Aunque tenga el control de la agenda, no alcanza para hablar de un gobierno asentado. Piñera no tiene la hegemonía política ni social para imponer su programa y agenda de manera total. Su situación de minoría parlamentaria y las altas expectativas sociales lo han obligado a dialogar con “reformas” (educación gratuita, “agenda de género” frente a movilizaciones feministas) y poner el tono en un discurso de “centro”: acuerdos nacionales (con las mesas de acuerdo que buscan dar legitimidad a su agenda en un pacto de todos los partidos4), “segunda transición”, y el predominio de una agenda económica (inversión, crecimiento, productividad) que por ahora aunque está al alza (cercana al 5% el primer semestre) no satisface a nadie: ni al gran capital extranjero y nacional que exige “reformas estructurales” (vale decir, ataques directos sobre la clase trabajadora) y cuestiona las moderaciones (como la no rebaja del impuesto a las empresas) ni a la clase trabajadora y los sectores medios, cada vez más escépticos que el crecimiento impacte en una mejor situación de vida (base social central que apoyó a Piñera en diciembre y hoy se empieza a licuar).

La mayor fortaleza que tiene es que no hay contestación social, ni tampoco “oposición” política que lo ponga a la defensiva. Lo primero, porque habiendo luchas aisladas e irrumpiendo el movimiento de mujeres en las universidades que ha tenido gran impacto a nivel social, aumentando las expectativas de cientos de miles de mujeres (por ejemplo, aumentando las denuncias de abuso laboral), no han logrado golpear al gobierno (donde Piñera tuvo una política “integradora”). Lo segundo porque no hay casi oposición, está a la defensiva. La ex Nueva Mayoría está totalmente fragmentada, y el Frente Amplio (FA) que ahora se está mostrando más “opositor”, ha participado de las mesas del gobierno, y más bien practica una oposición meramente parlamentaria (como critican en sus propias filas5). Esta situación, y sobre todo una “oposición” que no tiene por objetivo debilitar al gobierno, le permite mayores niveles de represión (cierre del emblemático Liceo Amunátegui, criminalización y militarización en La Araucanía, ley antiterrorista, comando jungla) y un intento de recrear una agenda criminalizadora y que fortalezca el aparato represivo con “consensos” como fueron los acuerdos de Seguridad Pública, o una agenda anti-inmigrante con el discurso de “ordenar la casa” dirigida centralmente contra la inmigración haitiana creciente en el país (y que no está por fuera de las agresiones imperialistas a Haití, apoyado por Chile con los cascos azules de la ONU y las tropas de la Minustah).

El crecimiento económico observado desde el último trimestre del 2017 casi del 5% este primer trimestre, si bien es una fortaleza coyuntural objetiva y un colchón de estabilidad para tener caja en políticas “sociales” a la “clase media”, se encuentra en contradicción con la percepción de una gran mayoría de la población que no ve ese crecimiento en los hogares, y puede ser fuente tanto de una mayor inestabilidad política del gobierno, de pérdida de base social, como abrir condiciones más favorables para el desarrollo de luchas o huelgas. Por otro lado, aunque haya crecido el precio del cobre (el “sueldo de Chile”), los últimos niveles en torno a US$2,75 la libra pone alarma en el gobierno y en los empresarios, golpeado por los elementos de guerra comercial. Asimismo, la debilidad de varios sectores de la industria, así como fusión/concentración de grupos económicos ha generado algunos cierres de empresas, despidos (Maersk, Cial, Suazo, Iansa, FCAB), combinado con un envalentonamiento patronal (y la burocracia de la CUT reeditando el viejo diálogo social colaboracionista) que han calado en la opinión pública disminuyendo el apoyo al gobierno.

Sobre los sectores en que se apoya Piñera, fundamentalmente son los más concentrados de la burguesía nacional (la unanimidad de las cámaras patronales agrupadas en la Corporación de la Producción y el Comercio6), del capital financiero, extranjero y de sectores imperialistas (principalmente la embajada yanqui, y con Temer y Macri como aliados regionales). Sin embargo, es cada vez más crítico su propio sector, y ya de lleno aumentan las presiones y exigencias para revivir una agenda neoliberal “clásica” de ataques o “reformas estructurales” y dejar de gobernar con banderas “ajenas”.

Su base social es débil en la clase trabajadora, aunque contiene mayor apoyo en sus sectores con ingresos más medios y altos, que quieren más estabilidad económica y aunque Piñera genera ilusiones por el período de crecimiento de su primer gobierno, es creciente el descontento con esta situación. Buscando conectar con el sentimiento aspiracional de grandes masas (quitando importante base social a la exNM), Piñera responde a una cierta relación de fuerzas no solo de exigencias de aumento en los niveles de vida (aunque el discurso de “ajuste” pretende disminuirlas) sino también en un ánimo de reformas sociales y democráticas.

Su política social expresa esta relación para responder con una especie de conciliación de clases desde arriba7 para recomponer el pacto social neoliberal impugnado, no mediante el ataque directo, por ahora. Eso explica la política social «clase media protegida» (y el creciente discurso de una “derecha social”); discurso de centro (buscando captar figuras concertacionistas), cada vez más cuestionado por el propio gran capital que exige medidas contundentes (reforma laboral, baja impuestos a las empresas, etc.)

Que hoy cobre peso una agenda “social” y un discurso más de centro no es aún un nuevo proyecto político hegemónico derechista como muchas interesadamente creen, sino una estrategia más “impuesta” por la relación de fuerzas. Debieran tener presente sus “conversos” asesores8 el caso de Macri en Argentina, al cual le otorgaban gran fortaleza y ahora lo ven con preocupación: una cosa es el “relato”, otro la realidad. Más aún cuando “las calles” muestran límites que ponen sombras a la estabilidad del gobierno.

 

La irrupción del movimiento de mujeres y “las calles”

El movimiento de mujeres ha aparecido como un fenómeno internacional potente en los últimos años. Los 8 de marzo se han transformado nuevamente en fechas de lucha y conmemoración. Desde el fenómeno Ni Una Menos, pasando por las movilizaciones del 8 de marzo en España o en Estados Unidos el Me Too, hasta la lucha por el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito que actualmente se libra en Argentina, las calles de diversas partes del mundo han observado una creciente movilización de cuestionamiento a la violencia machista, a las iglesias y la moral conservadora.

Chile es parte de este fenómeno internacional. Desde el 2011 que se ha acumulado un proceso importante: comenzaron a organizarse secretarías de género, colectivos, movilizaciones de la diversidad sexual, lucha por el asesinato de Zamudio, encuentros de educación no sexista, etc. Tomó más fuerza con las masivas movilizaciones por Ni Una Menos el 2016, y es creciente los diversos espacios donde las mujeres salen a enfrentar la violencia y a luchar por sus derechos. En mayo de este año la lucha en las universidades contra el abuso sexual y la violencia machista se tomaron la agenda política nuevamente con movilizaciones masivas y tomas en universidades, ganando un creciente apoyo y simpatía. En muchos casos se habla de una especie del retorno feminista tras años de silenciamiento de los problemas de la mujer en gran parte producto de la política de cooptación neoliberal de la Concertación. Fue en la dictadura donde habían tenido también protagonismo las luchas y organizaciones de mujeres, uniendo sus demandas a la lucha contra la dictadura en el marco del ciclo de luchas de resistencia 1983-86, luego silenciadas por la Concertación, y que ahora retornan a la escena.

Si fue una política (liberal) del imperialismo la “ampliación de derechos” mientras consolidaban las bases del saqueo, la explotación, opresión y precariedad que sufre la gran mayoría de la población, la Concertación (Nueva Mayoría después) fue clave en esta política. Sin embargo, la crisis del orden (neo) liberal y el creciente descrédito de los partidos burgueses, puede hacer, de tener una política en este sentido, que el movimiento de mujeres se transforme en una fuerza de desarrollo para el despertar de la clase trabajadora y que le permita salir del letargo de las derrotas de las últimas décadas, más aun considerando el aumento explosivo de la fuerza de trabajo femenina, que unida a las mujeres estudiantes, jóvenes y pobres, puede ser una enorme fuerza social junto a los trabajadores y el pueblo para enfrentar a los capitalistas y sus gobiernos, uniendo la lucha contra la opresión a la lucha contra la explotación.

La lucha que se ha desarrollado desde mayo de este año, de rebelión contra aspectos de los más miserables de la violencia machista (como los abusos sexuales, que en Ni Una Menos representaba un grito contra la peor barbarie como el femicidio), ha puesto la discusión de los problemas de la mujer en el centro de la agenda política, y que tuvo una gran simpatía en la población y en millones de mujeres que sufren los abusos, la precariedad, y se empiezan a animar con estas luchas, generando además creciente impacto en la clase trabajadora, donde hoy casi el 50% es femenina. El movimiento en universidades y escuelas, con asambleas de mujeres y mixtas, con organizaciones que han dado una lucha por años para enfrentar el “patriarcado”, son una energía que de ir por mucho más, puede remover los cimientos del país y remover la consciencia de la clase trabajadora para ponerla en acción.

En un movimiento socialmente heterogéneo o policlasista (con diversas clases en su seno: mujeres burguesas, trabajadoras, estudiantes, etc.), donde para las y los revolucionarios se trata de tener una política para desarrollarlo unido a la clase trabajadora, las principales direcciones del movimiento (separatistas, organizaciones del frente amplio) no buscaron activamente transformar esa fuerza para ir mucho más allá, enfrentando al gobierno, al Estado, Iglesia y los conservadores, como podría ser una gran fuerza para conquistar el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito como en Argentina, que ya en Chile da sus primeros pasos enfrentando la resistencia de los conservadores. En el caso del FA de conjunto no tomaron esta lucha desde su tribuna parlamentaria, desde la CONFECH la miraron de la tribuna, y sus organizaciones feministas en vez de buscar ampliarla para ganar fuerza y enfrentar la demagógica “agenda de género” de Piñera, la limitaron solo a educación no sexista cuando se podía ir por más (terminar con el subcontrato y la precariedad del trabajo en las universidades, que tiene rostro de mujer; terminar con el autoritarismo, etc.) como ha mostrado la lucha por el aborto en Argentina. En el caso de las separatistas, al tener una estrategia de mujeres versus los hombres le restaban una enorme fuerza para transformar en apoyo pasivo en apoyo activo (más aún con la política de “vetos” contra la izquierda) y no permiten un cuestionamiento mayor al sistema patriarcal.

En ambos casos, le restan fuerza a un movimiento que de ir por mucho más, podría impactar activamente a la mayoría de las mujeres del país, mujeres de la clase trabajadora que están en las peores labores, precarias y con salarios de hambre, sino que además cargan con la “doble jornada” del trabajo doméstico no pago, donde ellas se llevan la peor parte. Pero ello sería una enorme fuerza de llegar a los lugares de trabajo, uniéndose y ganando en estas batallas a los compañeros hombres, trabajadores, estudiantes, pobladores; yendo por más, y enfrentando la resistencia del Estado, gobierno y partidos como Chile Vamos y ex Nueva Mayoría, que mantienen junto a los empresarios la precariedad, el abuso y la opresión sobre la mayoría de las mujeres y de la clase trabajadora.

La energía del movimiento sigue presente, pero tiene el peligro de ser “integrada” por el gobierno con su demagógica “agenda de género”, que busca tomar aspectos parciales (por ej. reconocimiento constitucional de la igualdad de derechos) de “ampliación de derechos” para fortalecer la visión patriarcal de “familia” como unión entre hombre y mujer (y fortalecer el punitivismo penal). De allí que, aunque haya sido una irrupción que golpeó en la sociedad, no dio un golpe al propio gobierno derechista.

Esa energía puede ir por mucho más. En Argentina la campaña y lucha por el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito tuvo un impacto a nivel internacional con la aprobación en la Cámara de Diputados, y se está peleando en las calles para que lo apruebe el Sendo, donde se concentra la ofensiva conservadora. El 8 de agosto se discutirá en el Senado, y en las calles se han convocado movilizaciones masivas para defender la conquista en la Cámara, lo que puede tener un impacto mucho más grande. En Chile ya corrientes como Pan y Rosas y organizaciones feministas estamos convocando a movilizaciones en las embajadas. También en Brasil. No solo se trata de solidaridad internacional con esta lucha, sino de abrir un movimiento en toda América Latina por el derecho al aborto, unido a las y los trabajadores, estudiantes, y que sea una fuerza también para enfrentar los ataques de los gobiernos, como en Argentina se empieza a ensayar uniendo la lucha por el aborto contra el FMI y los planes de ajuste de Macri; en Chile podría ser uniendo la lucha por el aborto contra los despidos y cierres de empresas, asi como contra el Estatuto Laboral Juvenil que precariza más a las mujeres (quitando el derecho al pre y pos natal). En Chile está planteado desarrollar una gran campaña por este derecho, que permita llevar a la acción a cientos de miles de mujeres junto a los varones trabajadores y jóvenes, porque encontrará la resistencia del gobierno, Iglesia, partidos del régimen y empresas como las clínicas privadas, demostrando su falso discurso y pura demagogia de “estar con las mujeres” mientras se niegan a este derecho democrático básico, para que no mueran más mujeres por abortos clandestinos y por el derecho a decidir.

Aunque por ahora no ha golpeado a Piñera, el movimiento que irrumpió en mayo es una fuerte señal que las calles no están abandonadas, así lo demostró la masiva movilización por el derecho al aborto legal, libre seguro y gratuito realizada este 25 de julio; donde también se manifestó que necesitaremos de un gran movimiento organizado en universidades y sindicatos por medio de asambleas y los organismos estudiantiles, que los CCEE, el Confech, el Colegio de Profesores y la CUT; el FA y el PC, que dirigen estos organismos se pongan a disposición de preparar esta batalla impulsando asambleas que discutan y organicen esta lucha, también con sus tribunas parlamentarias, como deberían hacerlo para los ataques y fuerzas que desarrollarán los detractores de nuestros derechos, como se mostró en una medida descompuesta realizada por un grupo de neofascistas llamado Movimiento Social Patriota que con un número reducidos de sus militantes levantó una contramanifestación con barricadas y en una provocación pasada de la correlación de fuerzas fueron apuñadas tres mujeres que participaron de la marcha y después salieron desmintiendo su responsabilidad en el ataque.

Aunque “Las calles” sea el eufemismo con que la derecha y el mundo conservador han buscado desacreditar a los movimientos que luchan (de mujeres, estudiantiles, de trabajadores, mapuche, pobladores), no dudarán en ocuparla en su contra, con los métodos más rancios y reaccionarios. Y a pesar de que algunos movimientos se encuentren en un momento de reflujo (en particular el estudiantil y sindical), no han sido derrotados, y más bien siguen masticando experiencias, aisladas, parciales, pero que no han salido de la escena histórica, y siguen siendo una alerta presente para el gobierno, empresarios y partidos del régimen. El movimiento de mujeres puede revitalizar las fuerzas, poniéndolas en movimientos en torno a la demanda del aborto legal, seguro y gratuito, de ese combate que implicará enfrentar al gobierno, Estado y los partidos empresariales.

Aunque haya bajo nivel de lucha de clases, no hay derrotas ni un retroceso en la consciencia (más bien se desarrollan “nuevas formas de pensar”, como el cuestionamiento al neoliberalismo y las medidas de precarización laboral, cuestionamiento a los partidos capitalistas o a las formas de democracia restringida) que dejen amplios márgenes para implementar una agenda “clásica” de derecha. Más bien, ante los ataques que se abren como los despidos, o el del “Estatuto laboral juvenil” (un directo ataque a la juventud estudiante y trabajadora) se empiezan a abrir cuestionamientos que pueden abrir luchas, como la que están desarrollando los ferroviarios de Antofagasta del ferrocarril FCAB, luchando contra los despidos en Luksic. Unido al movimiento de mujeres puede ser un factor poderoso para que vuelvan las calles, para la unidad con los trabajadores y estudiantes, para enfrentar a este gobierno.

 

Un balance de Bachelet y el rol de la izquierda

¿Cómo llegó Piñera al gobierno nuevamente este año si había salido unos años antes con un enorme descrédito, dejando en estado crítico a la derecha y una impugnación social y política de las mayores de las últimas décadas? ¿Cómo pudo recomponerse la derecha y la clase empresarial? No cayó del cielo, y está de la mano con el balance del gobierno de Bachelet.

El 2011, año de las movilizaciones más grandes desde la dictadura, significó un cambio fundamental en la situación más general (de la relación de fuerzas), abrió un ciclo de lucha de clases y de crisis del régimen, sus instituciones y partidos (Derecha y Concertación), poniendo a estos y a los empresarios (cuestionado el “lucro”) a la defensiva.

El retorno de Bachelet (2013-2017) y su segundo gobierno fue el primer proyecto de desvío burgués de ese ciclo de lucha de clases y de crisis de legitimidad del régimen. Mediante un programa “reformista” neoliberal que usurpó banderas de las calles para desfigurarlas (educación gratuita, nueva constitución, reforma tributaria), armó una nueva coalición (Nueva Mayoría) poniendo fin a la Concertación, “integrando” a figuras de los “movimientos sociales” y al PC (que tenía a Camila Vallejo como la principal figura del 2011) para desviar y contener procesos de lucha de clases en los marcos de reformas parciales. No es menor tampoco que recibió la “colaboración critica” de Revolución Democrática (RD) los dos primeros años (con dirigentes en el Mineduc, como el actual diputado Miguel Crispi; en el caso de Jackson electo diputado el 2013 en pacto por omisión con la Nueva Mayoría).

Este factor es un elemento central tanto del análisis como de las lecciones de los últimos años, porque las situaciones no caen del cielo, y la política, programas y estrategias de las direcciones o principales figuras y partidos del 2011 fueron claves para que la burguesía buscara recuperar el control, retomara la iniciativa, operara el desvío bacheletista posteriormente y el triunfo piñerista. La política tanto del PC (integración al gobierno de Bachelet expresando su estrategia de colaboración de clases), como de RD (“colaboración crítica”) y lo que sería luego un sector del FA (“bloque de conducción” con la “incidencia en las reformas”) no solo fue servil al desvío parlamentario y el reflujo del movimiento, sino que favoreció un curso de pasivización e integración al régimen. El análisis marxista de la situación y relaciones de fuerza, estudiando su mecánica, su fuerza motriz y dirección, o la relación entre los factores objetivos y subjetivos, no está por fuera del análisis de las estrategias políticas, programas y del rol de las direcciones y partidos.

En el marco de una situación abierta como mostraron desde el 2013 los combativos paros en portuarios (que recuperaron las huelgas “solidaridad”), la rebelión de las bases (antiburocrática) y paro largo contra la carrera docente en profesores, o la lucha subcontratista de los mineros de Codelco, con tomas de planta y que terminó con el asesinato a Nelson Quichillao el 2015 por parte de la policía, siendo el gobierno de Bachelet el responsable. El PC y la CUT, jugó el rol de contener, aislar y traicionar abiertamente esas luchas claves del movimiento obrero que salía a escena de modo posterior a la lucha estudiantil (el 2016 vendría el movimiento NO+AFP con gran masividad en las calles. La CUT nuevamente brilló por su ausencia). En el caso de la Confech constituía un factor clave para hacer retroceder los rasgos más revulsivos del movimiento estudiantil y pasivilizarlo, unos celebrando las “becas de gratuidad” y otros buscando “incidir” en reformas.

Fue el gobierno de Bachelet9, su cometido y la exNM quien allanó el triunfo de Piñera. Este no cayó del cielo. La clase empresarial (muy desacreditada producto de varios hechos de colusión con productos básicos como pollos o productos farmacéuticos), que dio el apoyo a Bachelet para desactivar “las calles” y desviar los movimientos, se fue recomponiendo mientras hizo una defensa estricta del “modelo” frente a las mínimas reformas; y fue logrando un gran arco “opositor” incluso dentro de la propia NM que lograron “negociar” las reformas sin tocar en lo más mínima las bases estructuras del capitalismo chileno. “Realismo sin renuncias” fue la frase que marcó el destino de las reformas junto a los empresarios y la derecha. Bachelet fue el refugio de una estrategia empresarial defensiva para pasivizar y desviar la lucha de clases y crisis política abierta, que ahora con mayores grados de recomposición buscan pasar a la ofensiva, manteniendo un discurso más “reformista”.

Muchos sectores de izquierda señalan que hubo transformismo, o gatopardismo (cambiar algo para que nada cambie realmente), etc., pero la tendencia es a separar ese desarrollo y resultado por fuera del rol de las direcciones de los movimientos (como la Confech, la CUT), o del rol de los partidos (como el caso mismo de RD, que participó de este durante los dos primeros años). En su ala izquierda, simplemente está excluida la relación entre los programas, políticas y direcciones de los movimientos de los cambios en el régimen, o cómo un régimen a la defensiva, logro canalizar en parte el descontento durante los últimos años.

Algunos sectores del FA como RD o el Partido Liberal directamente defienden claves del llamado “legado” de Bachelet como un “avance” del progresismo sin develar su carácter (no solo empresarial, sino como tarea de desvío y pasivización para recomponer la gobernabilidad burguesa), “legado” (las reformas, como la educación, o aborto en 3 causales, que fue subproducto de la propia lucha del movimiento de mujeres) bajo el cual se intenta cobijar todo el arco “progresista” de la ex nueva mayoría.

El “legado” es un fracaso para los partidos de centroizquierda y los dejó heridos casi de muerte. La DC obtuvo su peor votación en casi 3 décadas, vive su peor crisis y es cada vez mayor la deserción de figuras históricas. El PS que mantuvo un bloque parlamentario más fuerte aparece como “oposición dura” pero no hace más que recurrir a Contraloría para “fiscalizar” y dialogar con la base social del FA. El PPD-PR quieren volver al concertacionismo. Seguirá la fragmentación, pérdida de base social, y se irán componiendo nuevas alianzas políticas, más aún se acerquen las elecciones del 2020 (municipales y a gobernadores regionales).

La debacle del proyecto centroizquierdista ha dejado una amplia insatisfacción por izquierda con las “reformas” (pactadas con la derecha) ampliando la ruptura de amplias franjas de masas que ya no confían en los engaños de la centroizquierda, llámese Concertación o Nueva Mayoría. Amplias franjas de trabajadores, mujeres y jóvenes que se fueron movilizando los últimos años, haciendo experiencias políticas, y en el voto giraron masivamente al FA (según la mayoría de los análisis electorales, su votación no es fundamentalmente votante nuevo, sino más bien votantes antiguos de la Concertación o NM) así como también un enorme sector que no vota, pero con una apertura en las ideas, en nuevas formas de pensar, en movilizarse por demandas, y que constituyen un auditorio al cual una izquierda anticapitalista y de los trabajadores puede llegar, en la experiencia de la lucha de clases en común, de las batallas políticas y de las ideas.

 

De la ilusión de lo social a la ilusión de lo político: el Frente Amplio

Con el 20% de Beatriz Sánchez en las presidenciales y la conquista de un bloque de 21 parlamentarios, un bastión en Valparaíso con Jorge Sharp (segunda ciudad más importante del país, también tienen 3 parlamentarios), tener figuras de mayor popularidad nacional (B. Sánchez, Jackson, Boric, Sharp), y las principales encuestas situándolas como la segunda fuerza política con mayor identificación, son el principal fenómeno político nuevo en el país en las últimas décadas, y han fortalecido sus movimientos y organizaciones.

Su mayor peso hoy, además del parlamento y la “alcaldía ciudadana” de Valparaíso, es su dirección en “movimientos sociales”, con hegemonía en el movimiento estudiantil, peso en el movimiento de mujeres, profesionales/intelectuales, culturales, organismos de pobladores, y empiezan a ganar cada vez más influencia en el terreno sindical (Profesores, NO+AFP, portuarios). El PC sigue siendo la principal corriente en el movimiento sindical, manteniendo un control burocrático en la CUT a través de una política de diálogo social (que la ha llevado al mayor descrédito en su historia).

La fundación del FA en enero del 2017 en el marco de la crisis del proyecto de Bachelet y la decadencia de la Nueva Mayoría, les permitió en un año presentar una alternativa al “duopolio” bajo un programa de reformas anti-neoliberales que obtuvo un importante resultado electoral el año pasado, cambiando el tablero político (en momentos de cambio del sistema “binominal” a uno “proporcional moderado” tras la reforma a la ley electoral). Fue algo parecido a la aparición rápida de Podemos en el Estado Español (con su estrategia electoralista del Blitzkrieg10), antes de su estancamiento.

Esta irrupción no está desligada sin embargo de los avatares de los últimos años en los movimientos (estudiantil, obrero, de mujeres), de la izquierda y su política frente a Bachelet. Consideramos que es falsa la posición aquella que sostienen varios sectores de la “izquierda” del FA que el 2011 expresó la irrupción “de lo social”, el 2017 con la elección del FA, fue la irrupción de “lo político”: “el nuevo orden” (o momento cero), como un continuum lineal o ascendente, curso que inevitablemente seguiría el 2011. Más bien, es expresión del desvío del 2011, pues nada impedía en sí mismo que este movimiento no pudiera abrir una lucha mucho más ofensiva para “derrumbar al régimen”, cuestión que no aconteció, en gran parte por la política de direcciones que buscaron “presionar” y no dirigirse contra el gobierno de Piñera; y después o integrar, o colaborar críticamente o “incidir” en las reformas de Bachelet, llevando agua al molino de la estrategia del desvío. Por lo mismo no hubo “derrumbe” del modelo, y la emergencia del FA no es la expresión del 2011, sino de ese desvío operado. En otro caso, para algunos como Izquierda Autónoma, tras el 2011 “la proyección a la política formal resultó la respuesta obvia” que sacaron las organizaciones dirigentes para nuevamente “no ser derrotados”11.

Ambas lecturas, dan como algo “natural” el tránsito de los últimos años, el desvío parlamentario del movimiento estudiantil, luego el desvío del proyecto burgués bacheletista (mediante derrotas sindicales) y dan como natural que la burguesía fuera retomando con diversas maniobras y desvíos la iniciativa política.

La “proyección a la política formal” es el salto de la “ilusión” que sólo con luchas de presión y negociaciones o incidencias parlamentarias se pueden conquistar reivindicaciones sociales y democráticas estructurales, ahora echa ilusión política que solo con fuerza parlamentaria (o ser gobierno) se puede conquistar las demandas democráticas y sociales que se han exigido en las calles, sin enfrentar a los capitalistas, sus partidos y gobiernos. Las “calles” son así, un elemento de presión y maniobra, y no el lugar junto a las universidades, escuelas, fábricas y poblaciones, donde se juega la relación de fuerzas. Es el salto a la ilusión que las instituciones burguesas representativas son el centro de gravedad de la batalla política, y no la lucha de clases. Claramente con esto no queremos decir que no sea necesario la lucha parlamentaria, sino que esta es importante y por ello mismo también hemos participado en elecciones en Chile y tomamos el ejemplo de la actividad parlamentaria del FIT en Argentina, pero a condición de estar subordinada a la lucha de clases y que sea una tribuna de denuncia y para organizar la fuerza extraparlamentaria de los trabajadores, mujeres y estudiantes.

La estrategia del FA se ha expresado en estos meses. No solo no cumplieron ningún rol ni pusieron la enorme fuerza parlamentaria conquistada en favor de desarrollar el movimiento de mujeres, sino incluso han participado de “mesas de acuerdo” con Piñera, incluso en aquellas de las más reaccionarias como Seguridad Pública donde ha instalada un nuevo Comando Nacional de Inteligencia y viene aumentando la militarización/criminalización contra el pueblo mapuche. Lejos de poner sus fuerzas y tribunas en movilizar frente a los ataques de Piñera, en denunciar los despidos y abusos empresariales como el estatuto laboral juvenil, en desarrollar la fuerza del movimiento de mujeres desde cada lugar de estudio y de trabajo en que están y dirigen impulsando comisiones por el aborto legal, libre seguro y gratuito, cosas básicas que deberían implementar y que hay que exigirles que desarrollen, han mantenido una política centralmente “parlamentaria”.

De aquí también aparecen las críticas de la “izquierda FA” a la hegemonía RD en su interior (con 9 parlamentarios de 21), sobre la tendencia a la “parlamentarización” del FA, y se ha iniciado un proceso de “convergencia” entre algunas organizaciones para fusionarse en un nuevo “partido de izquierda del siglo XXI” liderado por Movimiento Autonomista de Boric y Sharp (junto a Nueva Democracia, Izquierda Libertaria, SOL), proceso que probablemente avance el curso de estos meses. De surgir un nuevo “partido de izquierda” en el FA, pueden producirse modificaciones, no solo en su interior sino también a su exterior, como un “polo” de atracción de sectores de izquierda que no se ven referenciados hoy en el FA.

Sin embargo, aún no se trata de un proyecto político alternativo a RD, más bien de disputa de espacios, pues no solo se parte de un programa común12 (“programa de muchos”) sino que incluso no han tenido gran diferencia estos últimos meses sobre la política a seguir (desarrollar el movimiento de mujeres con la política del aborto; poner su fuerza parlamentaria para la movilización y organización frente a los ataques de Piñera y empresario), y más bien han sido tensiones por espacios (como la crisis de la Fech, la “mesa ejecutiva” excluyendo cinco organizaciones, etc.).

El “programa de muchos” del Frente Amplio está lejos de tener una orientación anti-imperialista y anticapitalista que permita apuntar contra las bases del “modelo” capitalista chileno. Más bien se propone una especie de “neo-desarrollismo” 2.0 para llegar a un modelo “pos-neoliberal” de derechos sociales, en los marcos del capitalismo. Así, no se proponen tocar los resortes del sistema chileno, pues no se proponen ni siquiera la nacionalización del cobre ni de los principales recursos estratégicos del país, sino algunos impuestos solamente, y buscan desarrollar la “diversificación económica” a costa de empresas mixtas entre el Estado y el capital extranjero (imperialista) y respetando la propiedad privada de los medios de producción (en el caso de nacionalizaciones parciales como SQM, proponen con indemnización y para desarrollar una empresa “mixta”). Esta política llevó incluso a que varios diputados del FA de RD y PL apoyaran incluso el TLC con Canadá, que favorece el saqueo en el cobre, y está detrás de cientos de mercaderías norteamericanas. Su estrategia de hacer transformaciones manteniendo el “equilibrio fiscal”13, no se propone ni siquiera poner fin al saqueo de la deuda pública externa (en manos de grandes bancos internacionales), que es uno de los métodos del saqueo nacional (solo este gobierno pagará casi 13.000 millones de dólares en puros intereses y amortizaciones; dinero que podría ser utilizado en salud, educación, vivienda). Un programa no tan “radical” como se dicen proponer, más bien utópico, pues busca conquistar las demandas democráticas y sociales sin tocar los resortes centrales del capitalismo chileno y el saqueo imperialista enorme sobre el país. ¿O acaso se puede conquistar esos derechos sin dejar de pagar la deuda externa, sin nacionalizar sin pago los recursos estratégicos del país? ¿Se puede conquistar servicios de consumo básicos sin terminar con el negocio de empresas eléctricas, de gas y agua? ¿Se puede conquistar vivienda sin terminar con el monopolio y especulación de las grandes inmobiliarias?

Para implementar un programa verdaderamente “radical”, es decir, que liquide las bases del capitalismo chileno y del saqueo imperialista, se requiere apuntar a sus bases y articular una gran fuerza social que es la clase trabajadora, junto a las mujeres, estudiantes y los sectores populares, que desarrolle la auto-organización y en base a los métodos de la lucha de clases, pretenda enfrentar los ataques empresariales y del gobierno, e ir por las reivindicaciones de los últimos años. De no apoyarse en esto, cualquier programa que pretenda enfrentar los poderes reales de los capitalistas es vacío. Ya lo mostró, incluso con un programa mucho más “radical” que el FA (y con un desarrollo en la clase obrera que ni se acerca a este último), la tragedia de la Unidad Popular que, ya anunciada las tentativas de golpe militar (y un intento de Golpe frustrado el 29 de junio de 1973) no apostó por desarrollar milicias obreras y comités de seguridad de las y los trabajadores que ya estaban organizado en los Cordones Industriales, sino que apostó por contener la polarización social por medio del Plan Millas (devolución de fábricas a sus dueños), no cuestionaron la Ley de control de armas (que los militares utilizaron para allanar poblaciones y fábricas en búsqueda de armas), y el gabinete cívico-militar, mientras buscaban pactar con la DC (principales promotores de la ley de control de armas para aumentar el poder del ejército) y los golpistas. Es decir, temiendo más al desborde obrero y popular, en la práctica le abrieron espacios a quienes terminaron organizando el golpe contrarrevolucionario, y desarmando a la clase trabajadora y el pueblo para el enfrentamiento inevitable.

Sin sacar lecciones revolucionarias de los 70, el FA busca “pensar en un capitalismo chileno posneoliberal” sentando alianzas electorales futuras, probablemente con el viejo “progresismo” burgués, y no en la articulación de una gran fuerza social de la clase trabajadora y el pueblo bajo los métodos de lucha de clases, de forma independiente a los partidos capitalistas. Como señaló Latorre (Senador RD en la bancada PS) pensando hacia las elecciones 2020 y 2022: “Entendemos que lo que hoy es el Frente Amplio no es suficiente para gobernar Chile, si nos conformamos con eso, nos quedamos en una oposición testimonial, pero que sigue siendo minoría. Nosotros, al menos un sector del FA, no queremos entrar en política para ser testimoniales, queremos gobernar Chile y para eso necesitamos mayorías sociales y políticas. El FA debe ampliarse e ir madurando”, en un claro guiño al PS14. En el Estado Español, Pablo Iglesias, líder de Podemos, ya ha planteado la perspectiva del “modelo portugués”, un gobierno “progresista” donde gobierna el PS junto al PC y la “nueva izquierda” del Blocco. ¿Será esa la perspectiva del FA y su ala izquierda?

 

Los desafíos de la izquierda revolucionaria

El proceso de ruptura de enormes franjas de masas con sus viejas direcciones (Concertación y Nueva Mayoría, también en algunos el PC) se ha expresado hoy con una enorme votación al FA, que actúa sobre una base social de jóvenes, mujeres y trabajadores que es muy fluida, que se está incorporando a lucha política y que está haciendo sus primeras experiencias con esta coalición, desarrollando “nuevas formas de pensar”, lejos de resignación noventista. Se trata de amplias franjas de masas descontentas con los viejos partidos tradicionales, una cierta izquierdización que expresa un cambio importante en la clase trabajadora, las mujeres y la juventud.

Sin embargo, su estrategia no se trata de poner al centro la fuerza social de la clase trabajadora y los oprimidos para construir una herramienta de forma independiente a los capitalistas y que se proponga luchar por un gobierno de los trabajadores para derrotar a los empresarios. Más bien se trata de una coalición con un programa de reformas graduales basadas en una estrategia de alianza con sectores “progresistas” de la burguesía, para proponerse un “gobierno de mayorías”15.

Las crecientes contradicciones del FA, a su vez, abren numerosos debates y discusiones sobre qué “oposición” para enfrentar a la derecha, qué alianzas y qué proyectos políticos, qué relación de la lucha parlamentaria con las calles; que hacen fluido el escenario en la izquierda, que probablemente sufrirá nuevas recomposiciones o rearticulaciones, acompañada de probables recomposiciones en los movimientos de mujeres, obrero y estudiantil.

En este marco intervenimos los revolucionarios para desarrollar la fuerza, organización y unidad de los movimientos de mujeres, sindical y estudiantil, de forma independiente a los empresarios y sus partidos, y al mismo tiempo construir una fuerza y un proyecto, que anclado en la clase trabajadora, lugares de trabajo, escuelas, hospitales y universidades, que intervenga sobre los movimientos y sobre la realidad política con una clara orientación anticapitalista y con centro en la lucha de clases.

Junto a Pan y Rosas hemos luchado durante años por desarrollar el movimiento de mujeres en una perspectiva de unidad con la clase trabajadora y los estudiantes, y para enfrentar a la Iglesia, al Estado y los gobiernos, que niegan los derechos básicos como el aborto legal, libre, seguro y gratuito. Nos proponemos redoblar las fuerzas para intervenir en el movimiento de mujeres, uniendo la lucha contra la opresión a la lucha contra la explotación, y ligando el movimiento de mujeres a la lucha de clases, como en Antofagasta, donde las mujeres ferroviarias, esposas de los despedidos de FCAB, están jugando un rol central para que no existan más familias en las calles, para enfrentar los despidos, —-. En el marco de un movimiento internacional de mujeres, es una hipótesis que este movimiento pueda influenciar a mujeres trabajadoras y clase obrera, y sacarla del estado más defensivo de varias décadas de derrota y ataques. Nuestra estrategia más general es unir estas fuerzas para enfrentar a los gobiernos y vencer. Por eso tomamos con todo la lucha por el derecho al aborto legal y libre, tomando el ejemplo de Argentina para desarrollar esta gran pelea. El FA, sus organizaciones, así como las organizaciones feministas, la Confech (dirigida por el FA), deben tomar esta batalla en sus manos para convocar una gran coordinadora para dar esta batalla y ampliar nuestra fuerza frente a los sectores conservadores. El movimiento estudiantil puede ser un gran aliado para esta batalla, uniendo sus reclamos junto a las mujeres, como buscamos desde la agrupación Vencer en las principales universidades del país.

Como hacemos en el ferrocarril de Antofagasta FCAB en la lucha contra los despidos del grupo Luksic, buscamos construir una izquierda de los trabajadores basada en la lucha de clases, que gane el apoyo y simpatía popular, que involucre a las mujeres y a la familia en la lucha contra los despidos, y que luche por la unidad de los trabajadores frente a los ataques empresariales y del gobierno, exigiendo a los sindicatos y las centrales como la CUT que impulsen la defensa frente a los despidos que hay en numerosos lugares como Maersk, Cial, Suazo, Iansa y FCAB, y por las reivindicaciones de los trabajadores. Esta es nuestra batalla en numerosos lugares de trabajo, como ferrocarril en Antofagasta, la fábrica de explosivos Orica y en la Constramet (metalúrgicos), en Correos o en Profesores, y somos parte de varios sindicatos donde buscamos organizar a los trabajadores para conquistar estas demandas, desde las bases y enfrentando la burocracia de los sindicatos, por un polo combativo y clasista, que se proponga recuperar los sindicatos de forma independiente a los empresarios.

Nuestra lucha es por una izquierda que se plantee una clara orientación de independencia política frente a cualquier variante empresarial y por un gobierno de los trabajadores en ruptura con el capitalismo y por el socialismo. Aunque esta hoy no es la perspectiva de la gran mayoría, lucharemos en cada batalla hasta por las mínimas demandas, buscando unirla en una perspectiva anticapitalista y revolucionaria.

Desde La Izquierda Diario, como una herramienta internacional (en 7 idiomas y 12 países) para intervenir desde un punto de vista socialista, o como hicimos con la campaña electoral en el Distrito 10 en Santiago con Dauno Tótoro y el Distrito 3 de Antofagasta con una lista de trabajadores, buscamos unir las luchas cotidianas en una perspectiva para enfrentar a los gobiernos y a los capitalistas, siguiendo el ejemplo del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) de Argentina y en particular del PTS, que interviniendo como ala socialista en el movimiento de mujeres, en el movimiento obrero y estudiantil, ocupan sus bancas de diputados (con Nicolás del Caño o Myriam Bregman) para denunciar los planes del gobierno de Macri (y su pacto con el FMI) y para desarrollar la fuerza en las calles, fábricas, empresas, escuelas y universidades, bajo un programa de independencia política frente al kirchnerismo y el peronismo.

Esta batalla es por construir un partido revolucionario e internacionalista. Sin construir una gran fuerza material de miles de trabajadores, mujeres y jóvenes, arraigada en fábricas, escuelas y universidades, y que se proponga ser una alternativa política, es imposible conquistar los nuevos desafíos planteados. No hay “nuevas tareas” sin “nuevas fuerzas” como enseñaba Lenin, y este es uno de los desafíos centrales para el período, que prepare el terreno para la construcción de un gran organización revolucionaria que se proponga fusionarse con la vanguardia obrera, juvenil y de las mujeres en los próximos eventos de la política y la lucha de clases.

El “tercer frente” o tercera forma que cobra la lucha de clases (la batalla por las ideas revolucionarias) como diría Engels, es junto a la intervención en los movimientos y la intervención política, algo central para la construcción de esta fuerza y pelear para que en el marco de “nuevas formas de pensar”, el marxismo pueda pasar a la ofensiva, no como “dogma” sino discutiendo y confrontando las ideas dominantes de la época, para fortalecer la construcción de una organización revolucionaria. Ideas de Izquierda está en este terreno, que junto al trabajo que pretendemos de edición de libros, folletos, y con la apertura de casas anticapitalistas y socialistas en Santiago, Antofagasta y Valparaíso, busca reconstruir las ideas revolucionarias, la intervención en la lucha de clases y la construcción de partido.

1 En los límites de la restauración burguesa. Emilio Albamonte y Matías Maiello. Estrategia Internacional N° 27. Marzo 2011. http://www.ceip.org.ar/En-los-limites-de-la-restauracion-burguesa
2 El caso de Alexandria Ocasio-Cortez es uno de los últimos ejemplos en Estados Unidos. Con 28 años y de orientación “socialista democrática”, ha logrado derrotar en las internas del Partido Demócrata (el partido de Obama y Clinton) de New York a uno de los clásicos parlamentarios del PD; fortaleciendo la ilusión de “recuperar” el PD. https://www.laizquierdadiario.cl/Estados-Unidos-la-interna-del-Partido-Democrata-y-la-victoria-de-Ocasio-Cortez?id_rubrique=1201
3 El caso venezolano es uno de los más paradigmáticos en América Latina y el mundo. Sometido a diversas presiones imperialistas incluyendo un intento de golpe fracasado contra Chávez (2002), vio el esplendor del chavismo en los marcos de años de bonanza económica y boom de las materias primeras (el petróleo en su caso); que terminó en un estrepitoso fracaso y una enorme crisis económica y social del proyecto “bolivariano” ahora dirigido por Maduro. Más allá de la intervención imperialista, que es deber de toda la izquierda rechazar de plano y movilizarse contra ella, en ningún caso puede confundirse con el apoyo al proyecto nacionalista burgués de Maduro y el chavismo, que en ningún caso liquidó el sometimiento y dependencia nacional ni buscó liquidar las bases de la dominación capitalista, y más bien apoyado por el Ejército, fortaleció cada vez más su poder bonapartista sobre la población. Para profundizar: http://www.estrategiainternacional.org/Entre-un-chavismo-en-decadencia-y-una-derecha-envalentonada?lang=es
4 No solo participó una gran parte de la oposición centroizquierdista (DC, PPD, PR y el PS en algunos casos particulares), sino también el Frente Amplio, con Boric en infancia y Sharp en “seguridad”, que le permitió a Piñera presentar en “unidad” propuestas para fortalecer su agenda. La más vergonzosa en este caso es la participación en la comisión de seguridad, donde claramente se intenta fortalecer la política de represión, criminalización y fortalecimiento del aparato estatal contra los movimientos y la población.
5 Se puede ver aquí la izquierda a la “parlamentarización” del bloque, por parte de Izquierda Autónoma. http://www.izquierdaautonoma.cl/a-100-dias-de-oposicion-la-oportunidad-del-frente-amplio-para-enmendar-el-rumbo/
6 Agrupa a las principales organizaciones patronales del país, como la Sofofa (sociedad de fomento fabril), Consejo Minero, Cámara Chilena de la Construcción, Asociación de Bancos, Sociedad Nacional de Agricultura, entre otros.
7 P. Ortúzar, un intelectual de derechas, señala “La gran disputa dentro del gobierno hoy en día es entre los que quieren una agenda que busque la conciliación pacífica de clases, dando prioridad a los más necesitados, y los que quieren atizar la lucha de clases desde arriba usando a los más vulnerables como chivo expiatorio.” Piñera y la lucha de clases. Pablo Ortúzar. Revista Qué Pasa. http://www.quepasa.cl/articulo/politica/2018/04/pinera-y-la-lucha-de-clases.shtml/
8 Roberto Ampuero y Mauricio Rojas, ex izquierdistas renovados que son parte del gobierno y su corriente “liberal”. El caso de Mauricio Rojas, hoy escribe los discursos a Piñera. Hace poco sacó un libro a los 100 años de la revolución rusa lleno de tergiversaciones y mentiras, donde acusa a Marx de inventar una teoría de sistema totalitario (“la sociedad de los sueños mesiánicos de siempre”), a Lenin de “militarizar la política” y crear la “célula esencial del cuerpo totalitario” (sindicando “modelo-populista-terrorista como ideal de organización revolucionaria” leninista).
9 Iniciado su primer año de gobierno, estalló el caso de corrupción Penta, donde se revelaron las maniobras de esta aseguradora privatizada en dictadura, como una de las principales financistas ilegales de la UDI (boletas “ideológicamente” falsas); luego estalló el caso Caval que enterró en descrédito a Bachelet por el rol de su hijo, su nuera y el préstamo millonario de Luksic; apareció también SQM con financiamiento ilegal a la derecha y a la vieja Concertación, así como de cohecho y compra de leyes . Los empresarios también se vieron envueltos en otros casos de enorme rechazo popular, como la colusión de los pollos o las farmacias. Instituciones como las Fuerzas Armadas o Carabineros participaron también en millonarios fraudes al fisco y corrupción.
10 El Blitzkrieg se refiere a una campaña (militar) ofensiva que llevaron a cabo los nazis durante la segunda guerra mundial, en su primera etapa, cuando conquistaron Checoslovaquia, Suiza, Austria, y les permitió ocupar rápidamente Francia, conquistando gran parte del territorio europeo hacia 1941. En Podemos fue una táctica de ofensiva electoral para llegar al gobierno mediante las elecciones, derrotando al PSOE (lo que se denominó el “sorpasso”), cuestión que no se dio. Tuvo un resultado dual, pues apareció como una gran fuerza, pero no consiguió el “sorpasso” y luego se debilitó/estancó, haciendo nada más que parlamentarismo, y buscando acuerdos para un gobierno “progresista del cambio” con el PSOE. Alberto Mayol reivindica esta táctica para el FA, en el marco de una estrategia electoralista para la conquista del poder (que no es lo mismo al uso de la táctica electoral para la intervención revolucionaria) y de “gobiernos de mayoría”. “Frente Amplio. El momento cero”. Alberto Mayol y Andrés Cabrera. Editorial Catalonia. Diciembre 2017.
11 Un parto en una funeraria. La formación del Frente Amplio. Luis Thielemann. http://vientosur.info/spip.php?article13535
12 En el caso de la izquierda del FA, como Alberto Mayol del MDP (excluidos de la mesa ejecutiva del FA), el “esfuerzo por presentar mejor la contradicción capital/trabajo” lo lleva a renunciar a esta pelea en pos de poner al centro las “tensiones del mercado versus la ciudadanía”, y “ante todo, en las formas de mercantilización de derechos sociales”, disolviendo las contradicciones de clase y renunciando a una estrategia y programa anticapitalista. Ver Mayol, óp. cit. (páginas 173-174).
13 La política de “equilibrio fiscal” nació de un pacto entre la derecha y la concertación para mantener una estructura de gastos fiscal focalizada y siempre respetando ir más allá de los ingresos permanentes del Estado, manteniendo el equilibrio neoliberal financiero. No solo es una regla que respetan sus economistas más importantes ligados a RD como Nicolás Grau, sino incluso hasta el propio Alberto Mayol y también sus organizaciones de izquierda, cuando señala (obra citada) que el programa se trata de “propuestas con rigurosidad técnica, viabilidad financiera y una ruta legislativa clara”, es decir, de respeto a las reglas de la economía capitalista y la propiedad privada (página 103).
14 El presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, ha respondido recientemente de forma clara y sin titubeos: “De cara a las próximas elecciones debe haber un entendimiento de toda la oposición. Podemos tener una mayoría ciudadana, pero si vamos divididos vamos a ser derrotados”. https://www.latercera.com/la-tercera-pm/noticia/frente-amplio-tiene-la-llave-para-negociar-eleccion-de-gobernadores-bea-sanchez-barrueto-y-orrego-suenan-como-cartas/248940/
15 Alberto Mayol. Obra citada


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