Reseña crítica de “GB-84” de David Peace. El mayor conflicto laboral de Europa de posguerra

Lester Calderon, presidente del sindicato uno Orica

 

“Despierta, repite Cath. Despierta, Martin. Me doy la vuelta. La miro. Van a cerrar Cortonwood, dice. Ahora te quedaras en paro”.  

La huelga minera de 1984, el choque titánico entre el National Union of Mineworkers (NUM) y el gobierno ultra-conservador de Margaret Thatcher, es el mayor conflicto laboral de Europa de Post-guerra, un conflicto de clases demoledor, sombrío, entre el sindicato más poderoso de la rama estratégica del carbón y el gobierno contrarrevolucionario y neoliberal de Maggie, conflicto que marcaría el inicio de una época de restauración burguesa.

La guerra secreta llevada adelante por los aparatos de seguridad del estado, que el estilo de Peace en GB-84, construye lenta y sistemáticamente, revelando las más sombrías maquinaciones, delaciones, difamaciones, traiciones, artimañas y  maniobras del Stablishment para derrotar a los mineros. Stephen Sweet, Neil Fontaine, el mecánico, el general, personajes oscuros, que transitan por el 10 de Downing Street, por el frente de combate de los piquetes y los enfrentamientos entre policías, esquiroles y mineros, para luego transportarnos a las cloacas conspirativas en contra de los “rojos”.  “Soy los ojos, y los oídos de ella”, replica constantemente Stephen Sweet el Judío, en cada empeño por lograr la victoria de Thatcher.

Peace nos enseña un thriller de la lucha de clases, esa guerra secreta que sólo fue la contrapartida a la ofensiva conservadora en contra del NUM, acometida que contribuyó a dar forma al desarrollo de la política británica a lo largo de dos décadas.

Desenterrando la Historia

Los conservadores y en particular Thatcher, anhelaban vengarse del NUM por la doble derrota y humillación que sufrieron los conservadores a manos de los mineros el año 1972 y 1974, el ajustar cuentas con los mineros se convirtió en una de las mayores obsesiones de la vida política del partido conservador británico y en particular de Thatcher.

Los enfrentamientos entre los gobiernos conservadores y los mineros, que fueron durante años el sector más politizado y estratégicamente importante de la fuerza laboral de Gran Bretaña, marcaron la historia de GB del siglo XX en su mayor tensión política y laboral: 1926, 1972-1974 y 1984-1985.

Así como la derrota del año 1926 continuó siendo una herida abierta en las comunidades mineras durante más de una generación, también lo fue la demoledora experiencia para el partido conservador de las dos huelgas de principio de la década de 1970.

La burguesía tenía “recuerdos familiares y los mineros saliendo de las entrañas de la tierra para exigir sus derechos le tocaban la fibra” el temor visceral al “oscuro ejército vengador”, sus recuerdos, se erigían en espanto, su objetivo: “¡Hacer retroceder para siempre las fronteras del socialismo, Neil¡”

La batalla decisiva de 1972 –cuando lo piquetes dirigidos por Scargill y otros, con el apoyo de 10.000 trabajadores calificados, cerraron el depósito de carbón de Saltley en Birmingham y lograron la victoria- provocó una oleada de pánico en el aparato político.

El conflicto de 1974 implantó la semana de 3 días, precipitó una elección general y dio lugar a la derrota del gobierno de Heath, fue aún más devastador para el partido Conservador.

Los Preparativos tácticos de los conservadores

En el año 1973 desde el surgimiento de la crisis del petróleo, en el momento en que ya no estaba en vigor las horas extras, por las cuales se había ido a la huelga de 1974, miembros del Coal Board, argumentaban que para acabar con “los comunistas y la izquierda marxista” en el NUM,  sería necesario la reintroducción de los pagos por incentivos en los pozos y las áreas mineras, que habían sido eliminados después de 1966, “reforzando a los moderados dentro del sindicato” y promoviendo la afiliación sindical en otros sindicatos diferentes del NUM, todo esto se intentó o se llevó a cabo entre los años setenta y ochenta.

Lo que el gobierno de Thatcher planeaba era acumular reservas e importaciones de carbón, facilitar que lo transportaran camiones no sindicalizados, introducir rápidamente la doble alimentación de carbón y petróleo, en todas las centrales eléctricas, retirar beneficios de seguridad social a los familiares de los mineros, y finalmente crear una gran brigada móvil policial.

Pero el empeño conservador por resolver, de una vez por todas el problema del carbón en Gran Bretaña fue mucho más allá de los preparativos tácticos para resistir una posible huelga nacional minera.

A partir de 1979 el objetivo primordial de toda política energética del gobierno Británico consistía en socavar y destruir las bases del poder del NUM y exhortar las pesadillas conservadoras de la década de los 70.

Desmantelando una posición estratégica, destruir al batallón más importante de la clase obrera británica

La fuerza de los mineros se basada en su disposición en la producción y en particular en el suministro de la energía y la electricidad, en los años 70 y 80, el 80% del suministro de la energía y electricidad en Gran Bretaña se suministraba de la industria del carbón.

Para los conservadores esa dependencia debía romperse a como dé lugar, esta fue la principal motivación que estuvo detrás de las decisiones del gobierno sobre la energía nuclear, la fragmentación y la privatización del suministro eléctrico, la introducción del gas y la privatización de la industria del carbón.

La estrategia comenzó con la energía nuclear, que estaba sobre todo estructurada para desestabilizar al NUM y su poder estratégico en la producción de la energía en el país.

Para perseverar en esta línea, se apostó decididamente por aumentar la importación de carbón, fomentar la construcción de nuevos puertos y terminales. A fin de lograr su objetivo, cuando eso resultó insuficiente, los conservadores recurrieron a la desnacionalización y el desmantelamiento industrial.

Los mineros, batallón pesado de la clase obrera de Gran Bretaña

Para los conservadores y para la clase dominante británica, los mineros llegaron a significar todo a lo que  temían y odiaban del poder de los sindicatos. Fue Scargill y los mineros de Yorshire quienes en 1972 habían planeado la operación de piquetes móviles más exitosos de post-guerra. En 1974, él y otros líderes de izquierda del NUM promovieron la huelga que contribuyó a derrocar al gobierno conservador de Heath y en 1984-1985 lideró la huelga nacional más larga de la historia de Gran Bretaña y fue el actor central en el enfrentamiento decisivo de la década Thatcher.

A finales de la década de los 60 y inicio de los 70, Scargill surgió como figura central del ascenso al poder del ala izquierda del NUM de Yorkshire, la cuenta minera más extensa y dominada por el ala derecha del sindicato.

El punto de inflexión en el NUM se produjo en octubre del 1969, cuando unos jóvenes activistas mineros lideraron una explosiva huelga no oficial, desde Yorkshire se extendió por todas las cuencas mineras de Gran Bretaña, llegando a implicar a más de 100.000 obreros, fue la primera vez que se utilizaron los piquetes móviles a gran escala y con un alto grado de organización para instaurar una huelga. Se movilizaron brigadas de coches y microbuses para transportar simultáneamente a cientos de mineros, con el fin de situar a los piquetes fuera de las minas elegidas, en el NUM la huelga llegó a ser conocida como la “revolución de octubre”. Estas tácticas se repitieron al año siguiente, sentando las bases para el éxito espectacular del NUM en el conflicto del 72.

Esta fue la primera huelga oficial de los mineros desde la huelga de 1926, aunque los medios predijeron su derrota, el paro quebró de forma espectacular la política de moderación salarial del gobierno conservador de Heath, el papel de los obreros activistas de Yorkshire como elemento crucial de la huelga en Saltley les dio notoriedad y proporcionó un modelo para el uso de los piquetes masivos en otros conflictos laborales de la década del 70.

La huelga de 1972 coincidió con la ocupación de Upper Clyde Shipbuilders, en Glasgow y con la creciente resistencia de los sindicatos a la ley de relaciones laborales del gobierno conservador. La agitación contra la ley terminó ese año, cuando 5 estibadores de Londres –conocidos como los 5 de Pentonville- fueron liberados por la amenaza de una huelga general, anunciada por el TUC. Pocos meses después la huelga de 1972, el hasta entonces delegado de la mina Woolley fue elegido como miembro del ejecutivo nacional del NUM, en menos de un año Scargill fue elegido como presidente del sindicato en Yorkshire.

Dos años más tarde los mineros repitieron su victoria con una mayor repercusión y mayor alcance que dos años atrás, los mineros colectivamente votaron por los aumentos salariales y la huelga, esta fue un desafío a la estrategia de congelamiento de los salarios del gobierno conservador, sumando la crisis del petróleo de 1973, Heath tuvo que llamar a elecciones generales con el lema “¿Quién gobierna Gran Bretaña?”,  y al término de las votaciones, Heath perdió la elección, una derrota humillante y desmoralizadora para la clase dominante de Gran Bretaña. Los mineros derrotaron al gobierno dos veces en sus objetivos de congelar los salarios, piedra angular de su política económica de ajuste, provocando las elecciones más amargas de los tiempos modernos para los conservadores.

GB-84

A diferencia de las huelgas del 72 y 74, la batalla del 84-85 es el conflicto laboral más importante desde la huelga general del año 26, y uno de los acontecimientos más importantes de la política de GB de post-guerra.

Tras su victoria en las elecciones generales de 1983, Thatcher nombró como secretario de energía a Peter Walker, con la siguiente declaración “vamos a tener una huelga minera”. La decisión de reclutar como presidente de la Coal Board al industrial estadounidense Ian Macgregor, conocido por su anti-sindicalismo fue una señal inequívoca de que el gobierno se disponía a pasar a la ofensiva.

Fue la Coal Board que se adelantó al sindicato e impuso el cierre de un pozo en Yorkshire, Cortonwood, por razones puramente económicas, sin consulta previa y luego anunció la provocadora decisión de cierre de 20 pozos y 20.000 despidos más, la que produjo el estallido de la huelga.

Martin, minero de Yorkshire relata en primera persona los primeros momentos del conflicto en la novela de Peace: “Para impedir que destruyan nuestra industria y nuestros empleos. Nuestras minas y nuestras comunidades…Todos en huelga desde el viernes por el cierre de Cortonwood y Bullcliffe Wood. Cortonwood tiene el mejor carbón de Yorkshire del sur. Por lo menos para cinco años más, dice Jack. Pero no se podrá sacar más. ¿Se acabó, entonces?, pregunta Cath. Asiento con la cabeza… Se acabó, estamos en huelga”. “Ahora será a escala nacional. El hijo de puta de Mcgregor. Veinte minas y veinte mil trabajadores durante los próximos doce años”.

Una vez entrando al conflicto el 80% de los mineros de Gran Bretaña estaba en huelga y la mayor parte se mantendría en esta por 12 meses, una vez que la mayoría de los mineros se unieron al conflicto, no se planteó nunca la posibilidad de detenerlo o de celebrar una votación nacional, a diferencia de las votaciones por zonas o ramas, una votación nacional pondría en aprietos los esfuerzos del NUM por ganar apoyo a favor de la huelga, a pesar de que repitió el método de la huelga de 1969-1970 y 1981 a mayor escala.

A diferencia de las huelgas de las décadas precedentes, este conflicto no era por mejoras salariales, estaba en cuestión el desempleo y la supervivencia de las comunidades mineras sometidas a distintos grados de amenaza.

La huelga de 1984 fue un combate desesperado por defender el empleo, las comunidades mineras y el NUM en contra del gobierno Thatcherista, que estaba dispuesto a poner recursos ilimitados, difamaciones por los medios de comunicación,  toda su fuerza policial y poderes coercitivos para derrotar la huelga. Peace describe sistemáticamente, en cada piquete y enfrentamiento; la violencia policial del estado, el bloqueo para transitar de los mineros y de los piquetes móviles, la infiltración, la traición, los esquiroles y el hambre por los fondos retenidos por el Estado, dando cuenta a la vez, del desesperado y heroico combate de los mineros, que estuvieron a punto de derrotar a Thatcher.

Martin y Peter, nombres  propios de los mineros en GB-84, desde los cuales Peace describe los conflictos familiares, con los colegas del sindicato, la polarización interna en la comunidad, desde la repetición de los piquetes y su monotonía, sin embargo, los obreros tienen su preferencia en el enfrentamiento constante, la esperanza de ganar la huelga, y por cada victoria táctica, la esperanza del socialismo. El hambre, los cuerpos famélicos en las comunidades, la resistencia heroica de una clase, tal vez la única que enfrentó la restauración contrarrevolucionaria de Thatcher y el neoliberalismo, en definitiva Peace realiza una exhumación de las ruinas del mayor conflicto laboral de Europa de posguerra.

 


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