Lunacharski y el Narkomprós: Sobre la organización del sistema educacional soviético hasta la NEP

 

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NICOLA SILVA

Los distintos debates sobre modelos educacionales suscitados a raíz de las movilizaciones docentes y estudiantiles que se han dado tanto en Chile como en diversos lugares del mundo, han traído como necesidad la revisión histórica de experiencias situadas donde dichos sistemas hayan sido profundamente modificados en pos de las demandas y necesidades del pueblo pobre y trabajador. Ofrecemos a continuación una revisión sucinta, pero crítica del desarrollo del sistema de educación soviético como uno de los acontecimientos fundamentales que instaló postulados que perviven hasta el día de hoy como consignas democráticas. El periodo abarcado recorre desde la revolución de octubre en 1917 hasta el principio de la aplicación de la Nueva Política Económica con sus respectivas consecuencias.

El nacimiento del Narkomprós, postulados programáticos fundamentales y cambios en la estructura educacional.

El 27 de octubre de 1917, durante el II Congreso de los Soviets, se anunciaron los nombres de las principales figuras que compondrían el nuevo gobierno soviético. Entre ellas figuraba como Comisario del Pueblo para la Educación Anatoli Lunacharski, bajo cuya jurisdicción quedo el antiguo Ministerio de Educación Pública, el Comité de Educación creado por el reciente gobierno provisional y el Ministerio de Palacios que tenía a cargo los teatros imperiales, la Academia de Artes y los palacios reales. Aquello seria conocido, aunque no sin posteriores cambios administrativos, como el Narkomprós. En términos sencillos, esta institución albergaba una suma caótica de antiguos departamentos administrativos (más de 500) heredados del antiguo régimen el cual solo encontraría un ordenamiento de orden racional en 1920 cuando se decidió dividirlo en cinco secciones: Organizativa, de Actividades Extraescolares, Científica, Artística y de Instrucción Social (que incluía a la enseñanza primaria y la enseñanza secundaria).

El programa bolchevique ofreció una serie de elementos que contribuyeron a democratizar la enseñanza en su acceso, continuidad y organización. A su vez, abrió la puerta para que se planteasen principios pedagógicos para el desarrollo humano que se contraponían a las añejas concepciones incubadas durante el régimen zarista. La aplicación de los cambios educacionales, medible siempre en el largo plazo, se encontraría en una constante debacle marcada por la álgida realidad que vivía la joven Unión Soviética, por una parte, atravesada por las discusiones político/pedagógicas internas y por la otra, la armonía y jerarquía que estas tenían en relación a la situación externa de guerra y crisis económica que el nuevo régimen debía afrontar.

El debate organizacional fue uno de los primeros en aparecer ya que en él se suscitaron dos posiciones contrapuestas, una teniendo como voceros principales a Lunacharski y Nadezhda Krupskaia la cual puso como eje administrativo central la creación de soviets de la enseñanza y la otra propuesta por el Comisariado del Interior (NKVD) que abogaba por los departamentos locales de educación. La primera de estos propuso que los soviets se encargaran de zonas y fuesen elegidos democráticamente en distintos niveles por la población, siendo controlados en los aspectos políticos por el soviet local de diputados, restándole atribuciones al propio comisariado central. Por otra parte, los departamentos locales tendrían sus miembros elegidos por los comités ejecutivos de los soviets locales de diputados estando subordinados al mismo soviet y al comisariado central. El debate giraba sobre el eje de un orden de tipo esencialmente soviético que depositaba su confianza en las ansias de docentes y estudiantes por querer reformar su propio sistema en pos de un nuevo orden y otro orden, que combinaba diferentes niveles (entre el centralismo y lo soviético), que abogaba por la falta por la escasa auto-organización en este sector y su escaso nivel de consciencia como para dirigir el proceso. Finalmente, sería la segunda posición la que tomó ventaja y se instaló ante el caos administrativo que reinaba, lo que revelaba no solamente el estado de la situación, sino que además un factor que sería decisivo en la vida del Narkomprós: su falta de peso político a la hora de tomar decisiones sobre su propio destino organizativo.

Los problemas pedagógicos y su ligazón en el sistema educacional en el antiguo régimen no distaban demasiado de aquella pedagogía decimonónica, enraizada en la vieja Rusia zarista y que solo comenzaba a cuestionarse en diferentes países de Europa y América. Así nos encontramos con un problema típico de los sistemas educacionales armados en torno a los privilegios de clase: Escuelas fragmentada por niveles de su propia continuidad de tramos[1] y dividida entre los roles de educación general y educación técnica. La sucesión de diversos debates en torno al orden de la cuestión puso como eje un criterio sintetizador: La escuela única del trabajo. Esta no solo unificaba el sistema escolar dándole coherencia entre sus diferentes tramos, sino que además buscaba unificar el trabajo manual con el trabajo intelectual, generando escuelas de carácter politécnico donde se eliminase la preparación técnica especializada en la etapa escolar. De esta manera, quedaría dividida en un primer nivel de cinco años y un segundo nivel de 4 años además de pasar por un proceso de secularización donde las iglesias se vieran despojadas de las escuelas que anteriormente controlaban. La escuela, demás está decirlo, pasaría a ser completamente gratuita y libre de agentes privados que lucraran con la educación.

El último tramo, correspondiente a la educación superior representaba un escenario complejo para cualquier cambio que allí se quisiera realizar debido a que esta zona representaba uno de los bastiones de mayor importancia para la intelligentsia rusa. La predominancia de académicos liberales y en su gran medida anti bolcheviques hacia que toda medida que reordenara toda la sección académica de las universidades, así, amparados en el principio de la autonomía universitaria impidió una serie de posibles acciones en torno a lo disciplinar y lo administrativo. Sin embargo, las medidas democratizadoras alcanzaron de cualquier manera a estas instituciones aplicándose el hecho de que ya no existiesen exámenes de admisión, cancelando los pagos de la misma y retirando la exigencia de estudios mínimos para ingresar.

Del viejo al nuevo régimen: Debates y combates en la proyección de la educación en el comunismo

La instalación de la escuela única del trabajo se encontraba en una situación compleja ya que el combate por generar una educación que integrase los aspectos desarrollados desde los saberes académicos y la vida del trabajo implicaba una serie de intentos por generar una escuela integral. Las escuelas técnicas, en este sentido, se desarrollaban como una generadora de dotación de trabajadores para salvaguardar los intereses económicos de la nación y sin poner ningún acento en la necesidad de profundizar en otros aspectos. Aquello explica por qué aquellas escuelas técnicas existentes nunca quedaron bajo la jurisdicción del ministerio de educación pública sino del de hacienda. Al contraponerse la nueva concepción educativa, los especialistas vieron amenazada su propia existencia y la de la continuidad de sectores claves de la economía, desde ese punto de vista, la escuela politécnica parecía ser un lujo que el país no podía costearse.

En este aspecto, se formó un sector que se negaba a que las escuelas técnicas entraran dentro de los dominios del Narkomprós pues veían un riesgo inminente en el desarrollo de la nación. Trotski, quien había mantenido el apoyo a la necesidad de una educación especializada al menos de manera temporal por la situación de crisis, pronto llegó a un acuerdo con Lunacharski: La especialización técnica podría empezar en los dos últimos años de la enseñanza general, pero tendría que entrar está dentro de los dominios del Narkomprós. El debate, que se mantendría a lo largo del tiempo, poco a poco iría cediendo terreno al sector de los especialistas lo que iría desarmando la parte más íntima y pedagógica de la proyección de una educación en el comunismo.

El proceso de democratización de la universidad no solo encontró atrincherado un sector académico anti-bolchevique bajo el cual solo se encontraron estrechos espacios de colaboración. A contrapelo de esto, finalmente la autonomía universitaria fue violada y se impuso una forma organizativa de orden democrático, sin embargo, su falta de efectividad hizo que en la práctica las antiguas autoridades universitarias administraran bajo sus propias reglas de facto. Este primer choque con las políticas del comisariado encontró una segunda parte donde la democratización de la universidad tenía como problema aparejado el hecho de que el ingreso de miles de estudiantes trabajadores no contase con la preparación académica necesaria. De la necesidad surgieron las facultades de los trabajadores (Rabfak) con el fin de poder nivelar y preparar de manera suficiente, su duración termino siendo de 3 a 4 años, combinando una concepción entre escuelas preparatorias y el bachillerato.

A pesar de la ardua lucha política con sus respectivas victorias y concesiones por mantener los principios educativos propuestos por el Narkomprós, prontamente los problemas de supervivencia local cobraron un mayor peso, lo que termino por cambiar el orden de las jerarquías. Desde el invierno de 1918 hasta el otoño de 1920, la organización no hizo otra cosa que sobrevivir a la fuerte crisis económica que arremetía: Quejas masivas de maestros que no tenían raciones suficientes como para sobrevivir, insuficiencia de materiales educativos, escuelas que no podían resistir las condiciones climáticas y miles de niños hambrientos que abandonaban la educación entre otros. Este sería probablemente el punto de desmoralización más fuerte que encontraría la organización, quienes encontraron constantemente oídos sordos ante sus peticiones frente a los organismos centrales de dirección debido a la dura situación militar sobre la que debían hacerse cargo. Esto, combinado con la falta de peso político producto de una ausencia sistemática de victorias que vigorizaran al comisariado de educación hizo que incluso celebrado el IX congreso del partido a mediados de abril de 1920, el tema de la educación no fuese discutido bajo ningún aspecto.

 

Un último intento, el punto de inflexión y la reorganización del Narkomprós

Ante la situación, Lunacharski solicitó el permiso para celebrar una reunión sobre la enseñanza inmediatamente después del congreso. La necesidad de que ingresaran recursos al Narkomprós se hacía cada vez más urgente y tras una resolución el VTSIK se esbozó un apoyo económico para avanzar en resolver los agobiantes problemas que este presentaba, sin embargo, aquellas resoluciones nunca llegaron a puerto de los organismos pertinentes.
En octubre de 1920, un error de Lunacharski referente a la autonomía que una de las instituciones ligadas al Narkomprós (La proletkult, encargada de los teatros) hizo que el partido se escandalizara y sostuviera una discusión de 4 meses en el Politburó sobre las acciones del Narkomprós con eje no en sus problemas financieros sino en su carácter burocrático y la irresponsabilidad política de sus dirigentes. De esta manera, la reorganización se puso a la orden del día y un nuevo militante entro en esta dirección: Litkens.

Este, quien había quedado a cargo de la sección administrativa, prontamente hizo una propuesta que implico para el sector educacional el aumento de años de especialización en desmedro de la educación politécnica reduciendo la escuela única del trabajo. Nuevamente el debate sobre la especialización parecía reabrirse con el trasfondo de una compleja situación económica y las orientaciones se disolvían rápidamente al no encontrar mayor fundamento que pudiese salvaguardar a corto plazo el sistema educacional. La falta de especialistas y organizadores, la falta de fondos y la desorganización política golpeaba una y otra vez al Narkomprós. La caótica situación desarmo rápidamente la nueva organización propuesta por Litkens, reanimando una y otra vez las formas originales que había adoptado el comisariado de educación.

 

La Nueva Política Económica ¿Cuántos pasos hacia adelante y cuantos hacia atrás?

El derrumbamiento de la economía monetaria había implicado que los requerimientos del sistema educacional se centraran en los bienes materiales y su producción como modo de seguir adelante. el Narkomprós, declarado incompetente para el abastecimiento, se hayo ante un nuevo dilema: La Nueva Política Económica. La contracción de la esfera y la actividad pública hacia una invitación a buscar soluciones de la mano de la empresa privada, en este sentido, se abrieron las puertas para el campo de la edición, se permitió el ingreso del teatro y quedo prohibido en las escuelas como principio fundamental. La solvencia buscada en el área solo hizo evidente lo evidente, el sector no era autosustentable por mas iniciativas que surgiesen (publicaciones, obras artísticas, excursiones y otros), pronto y ante la impotencia de los organismos centrales de poder suministrar recursos, se dictaminaron autoimpuestos locales, cobros en las escuelas secundarias y el surgimiento de escuelas privadas. El primero como forma mostrar una forma alternativa al gravamen estatal en medio de la aplicación de la NEP, el segundo y el tercero como un franco retroceso programático que, dadas las situaciones, habría permitido saciar el hambre de los maestros y poner en un funcionamiento regular al sistema educacional.

El costo de mantener un sistema educacional innovador bajo los principios programáticos en un contexto de instalación de un estado socialista con fuertes beligerancias externas tuvo al menos cuatro derrotas centrales: El fracaso de organizar bajo participación popular el sistema educacional, la pérdida progresiva de los principios pedagógicos de la escuela única del trabajo, la desaparición de la responsabilidad de financiamiento central y la derrota de la política de enseñanza gratuita y obligatoria para toda la población.

El lector, bajo una mirada estratégica y situada históricamente comprenderá que acá se plantean al menos dos cosas: En primer lugar, la implementación de las bases del programa bolchevique en educación, en medio de un colapso económico y guerra civil, adquiere su propio valor al poner en funcionamiento un sistema que cuestionaba las bases de un sistema educacional anquilosado. En segundo lugar, hubo una fallida confianza en la auto-organización de los actores del sistema educacional encontraba su explicación en la falta de experiencia organizativa por parte de los mismos a raíz de la escasa cantidad de combates vividos sumado a un sector ampliamente reaccionario en muchos sentidos. Cabe preguntarse ¿Cómo podría aplicar esto en un contexto donde ya existen amplios derechos democráticos y hay una experiencia de lucha mayor? El debate estratégico suscita nuevos ribetes para el mundo contemporáneo.

[1] Que en este caso llamaremos básica y secundaria para el entendimiento del lector.


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