La llaga de Chile: el saqueo imperialista y la explotación capitalista del cobre

 

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NICOLÁS MIRANDA

 

El cobre ha dejado de ser tema de discusión nacional, excepto por las subas y bajas de su precio y nivel de inversiones. Algo que está muy lejos de las grandes consignas que sintetizaba un espíritu de época, como la de “viga maestra” (Frei Montalva) o “sueldo de Chile” (Allende) que manifestaban la presión de la lucha de clases por responder al curso de desarrollo del país, y a la relación entre las clases.

Esas grandes consignas, que quedan hoy a lo sumo como un eco débil y distante, llevaron a grandes acciones: la “chilenización” primero y la nacionalización después.

Hoy en cambio, la discusión es sobre si Codelco debe ser privatizado, y sobre si implica una “maldición de los recursos naturales” hablando de la necesidad de “diversificar” la economía y en algunas ocasiones de industrializar.

La trampa de estas discusiones está en que el cobre está privatizado. Por un lado, actualmente su explotación está en un 70% en manos privadas, por empresas nacionales (los Luksic) e imperialistas. Por otro lado, de la inversión extranjera total en Chile para el 2013, el 55% de las utilidades eran transferidos a las casas matrices[1], ilustrando el rol de las empresas imperialistas que saquean los recursos naturales. Por último, el peso del cobre en la economía nacional sigue siendo determinante, representa, por ejemplo, más del 50% de las exportaciones totales, por lo que las posibilidades de diversificar e industrializar solo pueden pensarse seriamente, sobre la base de la discusión sobre el rol del cobre en la economía, específicamente, sobre su re-nacionalización.

Pero puesta bajo gestión de sus trabajadores. Es que Codelco ha sido colonizado por los intereses de las empresas imperialistas: en su directorio están hoy los ex gerentes de empresas como Escondida, y es bajo su gestión que se han producido pérdidas inexplicables, se ha precarizado más el trabajo; además que continua el traspaso de fondos fijos a las Fuerzas Armadas.

 

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La cuestión de la nacionalización del cobre parece hoy ajena a las preocupaciones en Chile. Fue sin embargo materia de debate a lo largo de la historia. Antes de la chilenización y de la nacionalización en 1971, fue planteado en al menos dos ocasiones.

Luis Emilio Recabarren lo planteó tempranamente en el Diario El Socialista de Antofagasta en 1920: «Los problemas de la miseria y de la esclavitud no terminarán mientras tanto la clase obrera se resigne a sufrir la actual organización social. Nacionalicemos las industrias extractivas. Nacionalicemos las minas del carbón, las salitreras, los bosques, el cobre, la agricultura y procedamos a que toda la industria nacionalizada sea administrada bajo el control de comisiones nombradas por el gobierno o las municipalidades respectivas».

Más tarde, en 1951 los Senadores del Partido Comunista Salvador Ocampo y Elías Lafertte presentaron en el Congreso lo que fue el primer proyecto de Ley de Nacionalización del Cobre. Poco después, en 1953,  en la segunda presidencia de Carlos Ibáñez del Campo se creó el Ministerio de Minería.

La chilenización del cobre se estableció en la ley 16425 de enero de 1966 bajo la presidencia de Eduardo Frei Montalva. Determinó la adquisición por parte del Estado de Chile de un porcentaje de acciones de las grandes compañías mineras extranjeras a través de lo que se llamó contratos ley (con participación estatal del 25%) y luego la nacionalización pactada (en 1969, con participación estatal del 51%).

La nacionalización del cobre fue mediante la ley 17450 bajo la presidencia de Allende, que contó con el apoyo de todos los sectores en el Congreso el 11 de julio de 1971. Se estableció que a las empresas mineras se les pagaría una indemnización, pero restándole las “utilidades excesivas”, según una rentabilidad del 10 % a partir de 1955.

Con el Golpe de Pinochet el 11 de septiembre de 1973, se dictó en  1981 la ley 18097 «Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras», que permitía eludir la disposición constitucional que mantenía la propiedad estatal de los yacimientos, al pasar a ser los yacimientos pasibles de «Concesiones Plenas», en los hechos, propiedad del que obtuviera la concesión para explotarlos, hasta el momento en que se agotara el yacimiento. Bajo los Gobiernos de la Concertación, se completó el proceso de privatización, estando hoy en un 70% en manos de capitales privados.

Hoy, algunos sindicatos del sector, recuerdan la importancia de re-nacionalizar el cobre, rutinariamente. El 2006, con la “revolución pingüina” recobró fuerza y vigencia, aunque solo temporalmente, cuando los estudiantes secundarios impusieron la consigna “el cobre por el cielo, la educación por el suelo”, a propósito de los altos precios del cobre y la respuesta invariable de gobiernos y empresarios de que “no hay plata” para responder las demandas de la lucha de clases. En la movilización estudiantil del 2011, aunque no como consigna de lucha, los estudiantes universitarios en sus propuestas educacionales, repusieron la recuperación del cobre como una fuente de recursos para financiar las demandas de educación gratuita universal.

 

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Este largo proceso, no fue resultado de proyectos de ley, o debates académicos.

Las décadas de 1960 y 1970 fueron de ascenso revolucionario y agudización de la lucha de clases. Predominaban las ideas reformistas y revolucionarias.

En la década de 1960, la lucha de clases iba al alza: los campesinos realizaron 500 huelgas con 31 tomas de fundos entre 1965 y 1966; la sindicalización campesina pasó de 24 sindicatos con 1658 afiliados en 1964, a 394 sindicatos con 103.644 afiliados en 1969 que realizaron incluso una Huelga Nacional campesina en 1969 unificándose en un Pliego Unico de Reclamos, y las tomas de fundos dieron un salto llegando a 109. Los trabajadores pasaron de 723 huelgas en 1965 a 1142 en 1967, incluyendo este año una Huelga General. Después de eso hubo una oleada huelguística, y la afiliación sindical alzando al 25%. En 1951-54 hubo 1.427.727 días hombre en huelga, en 1967 salta a 1.989.000, para dar un nuevo salto a 3.955.000. Los pobladores realizaron más de 100 tomas de terrenos. El movimiento estudiantil inició la Reforma Universitaria en 1967. La respuesta de la DC con la presidencia de Frei-Montalva fue la de una política de reformismo burgués, la “Revolución en Libertad” como parte de la política de la “Alianza para el Progreso” que alentaba Estados Unidos para intentar impedir el desarrollo de la lucha de clases, y que, con relación al cobre, resultó en la “chilenización”. Pero esta política no logró frenra los embates de la lucha de clases.

Por eso, y como en todo proceso de lucha de clases aguda, no solo hubo un envión por parte de los explotados y oprimidos. Los sectores contra-revolucionarios realizaban sus primeros ensayos. En 1969, hubo un intento de golpe, aislado, el tacnazo del general Viaux.

Esto culminaría en la década de 1970, bajo el Gobierno de Allende, con la formación de los Cordones Industriales, y los atisbos de ruptura de sectores de la clase obrera con el reformismo de izquierda que encarnaba la Unidad Popular.

Esta vez, la contra-revolución buscaría asestar un golpe definitivo, y lo logró con el golpe de Pinochet, un golpe cívico-militar en concordancia con el imperialismo.

Hoy no hay un escenario de lucha de clases como en los sesenta y setenta. Pero aquellas décadas fueron, en parte, preparadas por los partidos o personalidades, como en alguna medida Recabarren, que luchaban por una voz anti-capitalista y revolucionaria de la clase trabajadora. Y que, aunque aún minoritarias, entroncan con los primeros atisbos de resurgimiento, desde la lucha de clases, del cuestionamiento al saqueo imperialista y explotación capitalista del cobre y los recursos naturales ante las crecientes demandas que chocan con el muro inconmovible de la clase burguesa y sus representantes de la derecha y la Nueva Mayoría.

 

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Desmintiendo la propaganda burguesa e imperialista sobre el rol beneficioso de las inversiones privadas y extranjeras, América Latina, y Chile, siguen siendo países “subdesarrollados”, “atrasados”, en realidad, semicolonias dependientes del imperialismo, sujetos a los vaivenes de “la economía mundial” o la “globalización”. En la actualidad, el cobre está en un 70% en manos de capitales privados, nacionales o imperialistas.

Siguiendo con el Informe de Cepal citado, Chile es el país, en América Latina, en el que la inversión en recursos naturales se lleva la mayor parte, un 50%. Pero no solo eso, la minería obtiene rentabilidades muy por encima de las que podrían obtener en otros países y por sobre el promedio, al alcanzar el 25 %.

Explica que la baja industrialización responde a esto: las ganancias obtenidas en otros sectores como manufactureros o de servicios, son inferiores. Es parte de la explicación, pero no toda. Otra explicación posible es que, al estar el 70% de la explotación en manos de empresas imperialistas o privadas nacionales, esos recursos solo incrementan las ganancias empresariales, en vez de ponerse a disposición de las necesidades sociales.

La dominación imperialista y el imperio del capital privado, va en detrimento de las necesidades sociales.

Las empresas imperialistas repatrían a sus casas matrices en sus países de origen, el 55% de sus ganancias.

Sus ganancias, además, son estratosféricas. Se estima que, para el sector, ganancias del 10% son las aceptables. En Chile las superan largamente:

 

Tasa de Ganancia Neta

 

2005 2006 2007     2008   2009 2010     2011 2012 2013  2014   Promedio
Anglo American Sur  72% 70% 82% 85% 92% 52% 31% 51% 66% 66% 67%

 

Escondida    102% 97% 129% 103% 121% 102% 61% 99% 106% 81% 100%
Candelaria 39% 48% 61% 73% 68% 59% 64% 49% 81% 55% 60%
Cerro Colorado          65% 92% 88% 104% 120% 89% 100% 69% 83% 97% 91%

 

Quebrada Blanca       97% 93% 116% 132% 183% 158% 94% 72% 55% 33% 103%

 

Zaldívar 67% 87% 101% 108% 132% 133% 104% 118% 131% 106% 109%
El Abra                       50% 57% 47% 42% 115% 66% 35% 50% 68% 79% 61%

 

Collahuasi  63% 63% 88% 94% 149% 106% 70% 30% 70% 76% 81%
Los Pelambres         80% 79% 62% 75% 83% 76% 81% 92% 104% 113% 84%

 

Mantos Copper        93% 97% 117% 131% 161% 94% 52% 87% 64% 47% 94%

 

Promedio 73%     78%   89%       95%      122%      94%    69%    72%     83%    75%      85%

Fuente: Sturla, G., S. Accorsi, R. López y E. Figueroa

 

Además, casi no pagan impuestos. Menos que menos, pagan royalties por la renta diferencial de la que se apropian. Y eluden el pago de impuestos mediante diversas estratagemas. Por ejemplo: la inversión no sería tal, según declaran las mismas empresas, sino que son resultado de préstamos de agencias financieras (que, en muchos casos, residen en paraísos fiscales y son de propiedad del mismo conglomerado), por lo que se consigna como gasto y no como ganancia, además que el pago de intereses es del 4% (contra el pago de ganancias que es del 35%). Otro ejemplo: los precios de transferencia, por el cual las empresas mineras instaladas en Chile venden el mineral a empresas relacionadas como fundiciones a un precio menor al de mercado, lo que también disminuye sus ganancias y el consiguiente pago de impuestos, o, de igual manera, compran insumos a empresas también relacionadas aun precio mayor del de mercado, aumentando sus gastos y disminuyendo sus ganancias. Otro modo es declarar leyes de concentrado menores a los reales. También, las pérdidas en los mercados de futuro en la Bolsa de Londres, donde se negocia especulativamente el precio del cobre[2].

El mismo Informe explica que “en algunos países como la Argentina, Chile o el Perú, la entrada de capital en forma de IED ha quedado completamente contrarrestada por la salida de capital en forma de renta de IED. En otras palabras, el efecto que las inversiones de las empresas transnacionales tienen en la balanza de pagos de América Latina y el Caribe ha cambiado sustancialmente… ya no es posible identificar la IED con ingreso neto de capitales que ayude a equilibrar la balanza de pagos”.

Recientemente se conoció un estudio que estableció que las empresas imperialistas se han llevado 120 mil millones de dólares solo entre 2005 y 2014[3]. Si esos 120 mil millones de dólares se hubiesen, por ejemplo, invertidos como fondos soberanos, rentarían un flujo de más de 7 mil millones de dólares por año. Se estima que el costo de la gratuidad universal para la educación, es de 4.500/5.000 millones de dólares. Sobraría para invertir en la Salud, y terminar también con el negocio de las Isapres que resulta en una salud para ricos y otra para pobres.

 

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El peso de la penetración imperialista en Chile, en el cobre en particular, refuerza el carácter de país semi-colonial dependiente. También, mantiene rasgos de un enclave.

El fin del “superciclo de las materias primas”, está en la base de la abrupta caída de la economía. No es un elemento solo coyuntural, sino que repone una de las principales contradicciones de la economía: su carácter centralmente dependiente del cobre[4].

En 2016 el precio del cobre cayó 11,2% (de 249 centavos de dólar la libra en 2015 a 221). Pero la caída alcanza al 44,7% respecto al 2011, en el peak del “superciclo”. Sin embargo, aumentó casi 20% en los días posteriores al triunfo de Trump (subió de 215 centavos de dólar la libra en octubre de 2016 a 270 en febrero de 2017). Cochilco elevó la proyección del precio del cobre a US$2,50 en 2017 a y US$2,80 en 2018.

Hay un debate abierto respecto al curso del precio, que no es menor: para algunos, este rebote es coyuntural (sólo por las huelgas recientes como la de Escondida, las de Perú e Indonesia); para otros será más sostenible en el tiempo (con la ilusión de un supuesto fortalecimiento relativo de la economía de Estados Unidos y China); para otros, los menos, incluso se podría volver a un nuevo “superciclo” (como para el especialista en Minería de la UC Gustavo Lagos, que estima un precio superior a US$3 desde 2018). Las previsiones más optimistas subestiman la profundidad de la crisis capitalista internacional, y el agotamiento de los motores económicos mundiales, en particular de China; además, la mayor agresividad imperialista de Estados Unidos con Trump.

Además, hay que considerar un elemento importante: los actuales precios del cobre son similares a los que Codelco ha tenido durante sus 40 años de historia, donde el precio promedio del cobre medido en moneda actual fue de US$ 2,1 la libra. Y, como afirmó un especialista “por muchos años la empresa fue capaz de generar excedentes con precios muy inferiores a los actuales”.

De todos modos, con cada centavo que cae el precio del cobre representa 36 millones de dólares menos de ingresos fiscales. Además, la actividad minera representa el 10% de PIB del país (era el 20,7% en 2006, 11,1% en 2013), Por eso muchos hablan del fin del cobre como el “sueldo de Chile”.

Pero es engañoso: Chile, que es principalmente un país exportador, sigue teniendo al cobre como su “sueldo”. Mirando las exportaciones del 2016, las de cobre –un solo producto- representan el 50% del total de las exportaciones: Minería fueron 30.343 millones de dólares, sector Agropecuario-silvícola y pesquero fueron 5.810, Industriales fueron   23.764. El total alcanzó 59.917.

Esto es una constante, es decir, no resultado del reciente “súper-ciclo”, lo que refuerza que se trata de una relación, dependiente del cobre, que no tiene que ver con las alzas y bajas de sus precios. “La minería del cobre es la principal exportación de Chile, y así ha sido durante el último siglo. En el período 1960-2015 la minería del cobre promedió 52% del total exportado, y nunca significó menos del 33% de las exportaciones totales del país. En 2015, las exportaciones de la minería del cobre representaron un 48% del valor de las exportaciones totales, y un 12% del PIB de ese año”[5].

Y su peso en el PIB, de un solo producto, sigue siendo predominante.

 

PARTICIPACIÓN DE CADA SECTOR EN EL PRODUCTO INTERNO BRUTO A PRECIOS CONSTANTES

 

Sector 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
Agropecuario-silvícola 3,4 3,5 3,4 3,3 3,4 3,0 2,9 2,8 3,0 3,0
Pesca 0,5 0,5 0,5 0,4 0,5 0,6 0,5 0,6 0,5 0,5
Minería 13,3 12,4 12,6 12,2 10,9 10,8 11,0 11,0 10,8 10,3
Minería del cobre 11,9 11,1 11,3 10,9 9,6 9,6 9,8 9,8 9,6 9,2
Otras actividades mineras 1,4 1,3 1,2 1,3 1,3 1,2 1,2 1,2 1,1 1,1

 

Industria Manufacturera 12,5 12,2 11,6 11,4 11,6 11,3 11,1 10,9 10,7 10,4
Electricidad, gas y agua 2,0 2,0 2,3 2,3 2,4 2,5 2,6 2,6 2,7 2,6

 

Construcción 6,4 7,0 6,7 6,4 6,4 6,5 6,5 6,3 6,4 6,4

 

Comercio, restaurantes y hoteles 9,2 9,5 9,0 9,7 10,3 10,6 10,9 11,0 11,0 11,2

 

Transporte 5,1 5,0 4,5 4,6 4,7 4,8 4,7 4,8 4,8 4,9
Comunicaciones 2,6 2,9 3,0 3,2 3,2 3,2 3,1 3,1 3,3 3,3
Servicios financieros y empresariales 13,8 14,4 15,2 15,1 15,5 15,8 15,7 15,6 15,7 15,4

 

Servicios de vivienda 7,9 7,7 7,6 7,4 7,3 7,1 7,1 7,3 7,3 7,3

 

Servicios personales 10,5 10,6 11,1 10,9 11,0 11,1 10,9 11,1 11,0 11,4

 

Administración pública 4,6 4,6 4,9 4,8 4,6 4,5 4,5 4,5 4,6 4,7

 

Fuente: Cochilco. Anuario de Estadísticas del cobre y otros minerales. 1997-2016

 

Dominado por el capital privado, nacional e imperialista, el 2016, la minería estatal aportó alrededor de US$  950,8 millones al Fisco, mientras que la gran minería privada solo US$ 17,9 millones[6].

No se trata de un hecho puntual. Vale resaltar dos elementos.

El primero, es que el “súper-ciclo” de precios, aunque “no tiene precedentes al compararlo con la historia de los últimos cuarenta años, tanto en términos de duración como de la amplitud respecto al número de bienes primarios afectados… sin embargo, la evidencia empírica no indica que se haya alterado el patrón cíclico de alzas y caídas de precios”[7]. Esto con relación a la ilusión de que se sostendría en el tiempo. Pero vale también respecto a una estructura de saqueo y explotación que permanece.

El segundo, es que se trata de la estructura de penetración imperialista en “el sueldo… ¿de Chile?”: una sola empresa, Codelco, ha tributado aproximadamente el doble que las 10 grandes empresas mineras privadas.

 

TRIBUTACIÓN GRAN MINERÍA PRIVADA DEL COBRE (GMP-10) Y APORTES DE EMPRESAS MINERAS ESTATALES A LOS INGRESOS FISCALES

(Millones de US$ de cada año)

 

2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
I. IMPUESTOS Y APORTES /  
A. IMPUESTOS EMPRESAS GMP-10 INGRESOS TRIBUTARIOS 6.206,7 4.344,2 1.507,7 3.665,3 4.783,5 4.169,9 2.993,6 2.502,8 2.008,7 17,9

 

B. APORTES EMPRESAS MINERAS ESTATALES 7.871,4 6.749,1 2.977,0 6.030,4 5.989,4 4.136,8 2.868,8 2.234,0 1.120,8 950,8

 

Codelco 7858,0 6741,0 2.966,0 5.992,0 5.952,4 4.096,6 2.861,0 2.229,0 1.114,0 942,0

 

Enami 13,4 8,1 11,0 38,4 37,0 40,2 7,8 5,0 6,8 8,8

 

C. TRIBUTACIÓN GMP-10 + APORTES EME

 

14.078,1 11.093,3 4.484,7 9.695,7 10.772,9 8.306,7 5.862,4 4.736,8 3.129,5 968,7

 

D. INGRESOS FISCALES TOTALES 44.208,0 43.468,0 32.731,0 46.788,0 56.977,6 59.036,5 58.252,5 53.633,0 51.009,8 51.717,3

 

Impuesto Específico a la Minería Bruto, declarado por Empresas GMP-10

 

622,0 416,0 284,0 792,0 643,0 442,0 356,0 305,0 94,0 85,0
II. PARTICIPACIÓN EN INGRESOS FISCALES
A. IMPUESTOS EMPRESAS GMP-10 14,0% 10,0% 4,6% 7,8% 8,4% 7,1% 5,1% 4,7% 3,9% 0,0%

 

B. APORTES EMPRESAS MINERAS ESTATALES (EME) 17,8% 15,5% 9,1% 12,9% 10,5% 7,0% 4,9% 4,2% 2,2% 1,8%
Codelco 17,8% 15,5% 9,1% 12,8% 10,4% 6,9% 4,9% 4,2% 2,2% 1,8%
Enami 0,0% 0,0% 0,0% 0,1% 0,1% 0,1% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0%

 

GMP-10: Corresponde al grupo de las diez empresas de la Gran Minería Privada del cobre en razón que al año 2001 tenían suscrito un contrato de inversión extranjera vía DL-600, y a esa fecha eran las

Fuente: Cochilco. Anuario de Estadísticas del cobre y otros minerales. 1997-2016

 

Además, de este peso y rol del cobre en la economía, reforzando su carácter semicolonial y dependiente, se mantienen rasgos de enclave. Un modo de verlo es con la discusión de los “encadenamientos”. El cobre casi no genera encadenamientos o clusters. Un estudio de tono favorable al rol del metal rojo en la “capital mundial del cobre”, Antofagasta, y en específico de la minera Escondida, debe reconocerlo: “este sector tiene bajos encadenamientos productivos con otros sectores. Hacia adelante los encadenamientos son casi inexistentes, ya que casi todo lo que se produce se exporta, y hacia atrás los encadenamientos son muy bajos”[8]. Es ratificado por otro estudio: “el sector del cobre no presenta una gran dispersión en sus eslabonamientos productivos, pocos sectores se ven favorecidos con su crecimiento”[9]. Aunque esto no quita que es un sector económico que incide en otros sectores[10].

Las súper- ganancias de las empresas del cobre, limitan responder a las necesidades sociales, en función del lucro empresarial. Su fuente no es solo el saqueo y la apropiación de la renta diferencial. También es la súper-explotación de sus trabajadores.

 

***

En los últimos años, con el fin del “súper-ciclo” del precio del mineral, se desató un ataque directo con despidos, especialmente masivos en la minería. Considerando solo el empleo directo, desde su peak en septiembre del 2012, este sector tiene hoy 68 mil trabajadores menos, esto es, una caída en el empleo de 26%.

Los despidos no sólo responden a una coyuntura de baja de precios pronunciada, sino que se aprovechó ésta para reducir costos y aumentar sus ganancias.

Todas las empresas mineras, se lanzaron a esta política. Incluida Codelco, que definió un fuerte plan de reducción de costos hacia el 2020, proponiéndose rebajar unos US$ 500 millones anuales para ahorrar un total de US$ 2.000 millones. Aunque, según un estudio Clapes UC, la productividad de Codelco está 30% por sobre el resto de la industria minera[11].

Lo peor, es que para este plan, Codelco contó con la complicidad de la dirigencia cupular burocrática de las organizaciones sindicales de los trabajadores, la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC), que pactó dicho plan con sus trabajadores, sellando el compromiso de elevar en 18% la productividad al cierre de 2018 y a 20% hacia el 2020. Ahora, están embarcados en la campaña “Lo damos vuelta”, que busca involucrar a toda la firma, ejecutivos y trabajadores, en un mayor ahorro y producción.

La reducción de costo, incluye el recorte de derechos adquiridos. En 2016, los bonos de fin de negociación cayeron hasta 86%. En las tres negociaciones previas al desplome del precio del cobre, la compañía había otorgado un reajuste de solo 1,85% en los sueldos de los trabajadores, y en las negociaciones que le siguieron no se entregó aumento alguno.

Para mejor demostrar que se trata de un una política para incrementar la explotación de los trabajadores, basta compararlo con los sueldos millonarios de los Gerentes. Algunos ejemplos: Nelson Pizarro recibe anualmente de forma bruta $444.278.022 pesos, por lo que su remuneración líquida al anual alcanza la suma de $272.961.279. Es decir, mensualmente recibe un sueldo líquido de $22.746.773. Juan Avendaño Díaz, gerente general de la División El Salvador: sueldo anual de 348 millones de pesos, correspondientes a cerca de 30 millones mensuales. Sergio Parada Araya, gerente general de la división Chuquicamata: 385 millones al año.

Es una política que no sólo responde al aprovechamiento de una coyuntura, sino que es parte de una estrategia. Su mejor ejemplo es la división entre trabajadores de planta y trabajadores subcontratados. Veamos la distribución:

 

TRABAJADORES EN FAENAS MINERAS SEGÚN TIPO DE EMPRESA

 

  2007

 

22008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016
MANDANTE 54.434 58.470 57.901 58.699 61.849 70.037 74.214 71.080 70.877 66.250
Participación en el total 35,50% 35,51% 33,25% 30,73% 31,36% 29,58% 32,35% 28,45% 29,72% 30,37%
CONTRATISTA 98.918 106.173 116.225 132.345 135.349 166.737 155.114 178.735 167.577 151.910
Participación en el total 64,50% 64,49% 66,75% 69,27% 68,64% 70,42% 67,62% 71,55% 70,28% 69,63%

Fuente: Fuente: Cochilco. Anuario de Estadísticas del cobre y otros minerales. 1997-2016.

 

Busca, entre otros objetivos, precarizar el trabajo para obtener ganancias extraordinarias logrando una súper-explotación del trabajador, y a la vez, debilitar las posibilidades de organización sindical.

 

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Distintos estudios señalan el reducido peso de la fracción minera de la clase trabajadora: “la gravitación

del empleo del sector minero en el empleo total. El sector minero es marginal, en torno del 3%, magnitud muy pequeña en comparación con los principales sectores no mineros de la economía (industria, comercio y construcción), que suman casi el 55% del empleo total de la economía chilena”[12].

Sin embargo, por el rol del cobre en la economía, ocupan una posición estratégica. Cada vez que se mueven los trabajadores del cobre, el país se pone en vilo.

Tal vez, una de sus mayores victorias estratégicas, haya sido la tendencia a quebrar el objetivo empresarial de debilitar las organizaciones sindicales, con la división entre trabajadores de primera (los de planta) y de segunda (los subcontratados). Es una historia con algunos hitos. Uno de ellos, fines de la década de los ochenta, cuando se conforma el Sindicato Nacional de Montaje Industrial (SINAMI) con trabajadores de la construcción en las obras de instalación de los yacimientos mineros[13].

Otro, fue la convocatoria en 1990, por el Sindicato Interempresas de Trabajadores Contratistas (SITECO), del encuentro de dirigentes y delegados de personal de trabajadores de El Teniente que, en 1991, culminó en la formación de la Federación Nacional de Trabajadores Contratistas, que agrupaba al SITECO, Caucho del Sur y a otras dos contratistas de Potrerillos y El Salvador[14].

Finalmente, el 2003, se inició una articulación de distintas organizaciones de subcontratados, comenzando a proyectarse la formación de la Coordinadora Nacional de Trabajadores Contratistas del Cobre (CNTC), que se constituyó en abril del año 2005 en la ciudad de Caldera, Región de Atacama. Entregó un petitorio el 21 de diciembre del 2005 que fue rechazado, y el 4 de enero del 2006 convocó a un paro nacional, que culminó en la firma de las “Actas de Acuerdo”. A poco andar, fueron desconocidas por Codelco, lo que llevó a nuevas movilizaciones, la famosa huelga de subcontratados, que culminaría en la Ley 20.123 que buscó regular el régimen de trabajo en sistema de subcontratación y el funcionamiento de las empresas de servicios transitorios. Y se avanzó a construir una confederación, realizando un congreso constituyente los días 6, 7 y 8 de junio del año 2007 en la comuna de Machalí, Rancagua, dando nacimiento a la Confederación de Trabajadores Contratistas (CTC) del cobre[15].

Contra todo pronóstico, y contra los objetivos empresariales que con la subcontratación querían mantener fragmentada y desorganizada a la clase trabajadora, este sector de la misma, con su lucha y movilización, venció los objetivos empresariales. Aunque parcialmente. Se mantiene la división con los trabajadores de planta (en el caso de Codelco, organizados en la FTC). La división con los trabajadores de las empresas privadas. Y además, en los últimos dos años, se ha tendido a la creación de otras organizaciones sindicales de los trabajadores subcontratados.

De todos modos, muestra el potencial y la fuerza de la clase trabajadora. Algo que parece que no sucede. Tareas que parecen imposibles. Hay otras, de mayor envergadura, como la gestión de la producción.

Cuando podemos comprobar que el saqueo y expoliación imperialista perjudica la satisfacción de las necesidades sociales en beneficio de las ganancias empresariales, y cuando vemos que Codelco es dirigida como una empresa privada que beneficia la propia penetración imperialista, parece no haber alternativas. Pero las hay: la gestión obrera de la producción.

Es algo que ha existido históricamente, y tiene nuevos ensayos recientes, como la experiencia reciente de la fábrica de cerámicos Zanón en Argentina. En Chile, sucedió en los ’70.

Chile ’70-‘73: La organización interna de las empresas y la formación de los Cordones Industriales[16].

Los Cordones Industriales en Chile surgieron en 1972, en respuesta a la ofensiva del imperialismo, la burguesía, la derecha y la Democracia Cristiana. Y se conformaron en los hechos como embriones de doble poder local, practicando el control obrero de la producción. Fueron parte de un proceso de ascenso revolucionario ante el cual los trabajadores buscaron formas de auto-organización.

Su importancia estuvo en un que los trabajadores podían comprobar en su propia experiencia, que los patrones no eran necesarios, que podían organizar ellos mismos la producción, que no hacían falta jefes tampoco. Un cuestionamiento a la propiedad privada.

La formación de los Cordones Industriales empalmó con otro proceso que se inició ya en 1970/1971: el traspaso al Area de Propiedad Social de una serie de empresas, parte del programa de la Unidad Popular, que contemplaba originalmente 91 empresas, pero que por presión de los trabajadores, incluyendo la ocupación de sus lugares de trabajo, llegaron a más de 300.

En las empresas traspasadas, se buscó una forma de co-gestión entre Estado y  trabajadores. Y se organizó de este modo:

  1. asambleas de trabajadores;
  2. asambleas de las unidades productivas (por sección, departamento o área de trabajo);
  3. comités de producción de las unidades productivas;
  4. comité coordinador de trabajadores;
  5. consejo de administración (con 5 trabajadores, 5 representantes del Estado, y una presidencia nombrada por el Gobierno) .

El órgano de mayor peso era el consejo de administración.

Esta nueva estructura de funcionamiento de la empresa abrió una serie de discusiones: sobre el rol del administrador nombrado por el Gobierno, sobre la relación entre estos organismos y los sindicatos, sobre el involucramiento efectivo de los trabajadores. Su participación activa se intensificó tras el paro patronal de Octubre de 1972. Es decir, dependía de la lucha de clases y la relación general de fuerzas.

Esa estructura de funcionamiento de la empresa favorecía la organización de la fuerza de los trabajadores de base. Pero tenía límites que debían ser superados. De un lado,  por el rol de árbitro del Gobierno al interior de la empresa que fue una fuente de tensión con los trabajadores de base, así como lo fue la política general de la UP de la devolución de las empresas a sus dueños. De otro lado, porque nuevamente se diluía, bajo nuevas formas, el peso de decisión de los trabajadores de base, trasladando esa capacidad al consejo de administración.

 

***

Una experiencia histórica que debe ser rescatada en esta hora urgente. Se acercan nuevas elecciones presidenciales. Piñera se posiciona como el más probable triunfador, advirtiendo que pasará una “retroexcavadora al revés”, la Nueva Mayoría ha demostrado la falsedad de sus promesas. La recuperación del cobre, con su re-nacionalización pero bajo gestión de las y los trabajadores, aparece como la alternativa más difícil, pero más realista. Una alternativa anti-capitalista de las y los trabajadores para esta batalla, cobra nueva vigencia y necesidad.

[1] Cepal. La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2012

[2] Julián Alcayaga Olivares. Manual del Defensor del Cobre. Marzo 2005.

[3] Sturla, G., S. Accorsi, R. López y E. Figueroa (2016). “Nuevas estimaciones de la riqueza regalada a las grandes empresas de la minería privada del cobre: Chile 2005-2014”. Serie de documentos de trabajo SDT-435 p.1-28. Departamento de Economía, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile.

[4] Esto le imprime fuertes rasgos rentistas a la estructura económica en su conjunto. Si bien es una definición controversial, por el uso reformista que divide entre capitalistas (industriales) y rentistas, para dar paso a políticas frente-populistas, lo cierto es que hay una imbricación entre unos y otros (por ejemplo, Luksic solo es dueño de una minera, un banco y varias industrias). En Chile, la economía se estructura alrededor de la fracción minera del capital y del resto de los recursos naturales, como por ejemplo las forestales. Para dar un dato, según Manuel Riesco, la mitad de todas las inversiones en los últimos 40 años se destinaron a un solo sector, la minería. Como en la mayoría de los países semi-coloniales, hay dos bases centrales en la acumulación del capital: la renta, en Chile principal pero no únicamente, minera, y la alta tasa de explotación con el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor.

[5] Comisión Nacional de Productividad. La Gran Minería de Cobre en Chile. BORRADOR

[6] Cochilco. Anuario de Estadísticas del cobre y otros minerales. 1997-2016. Publicado en julio 2017

[7] Bello, O.; Heresi R.. El auge reciente de precios de los productos básicos en perspectiva histórica. CEPAL. Serie macroeconomía del desarrollo. Diciembre 2008.

[8] Lardé, J.; Chaparro, E.; Parra, C.. El aporte del sector minero al desarrollo humano en Chile: el caso de la Región de Antofagasta. CEPAL. Serie recursos naturales e infraestructura. Marzo de 2008.

[9] Pereira, M.; Ulloa, A.; O’Ryan, R.; de Miguel, C.. CEPAL. Síndrome holandés, regalías mineras y políticas de gobierno para un país dependiente de recursos naturales: el cobre en Chile. Diciembre de 2009.

[10] Un reciente artículo de Fuente H. y García C., citado más abajo, se pregunta sobre el carácter de enclave poniéndole límites: “Por lo tanto, si bien este sector contribuye sobre todo a través del precio del cobre, es importante tener en cuenta que su producción depende de insumos que son, en buena parte, ofrecidos por el resto de la economía. Así, los aumentos del precio del cobre desencadenarán

una serie de demandas que afectarán positivamente a muchos otros sectores de la economía”.

[11] De Solminihac, H., Gonzales L.E., Cerda, R. CLAPES-UC. Documento de trabajo nº 22. Productividad Codelco. 4 de enero 2016

[12] Fuentes H., F y García, C.J.. Ciclo económico y minería del cobre en Chile. Revista CEPAL nº 118. Abril de 2016

[13] Agacino, R., González, C., y Rojas, J. Capital Transnacional y Trabajo. El Desarrollo Minero en Chile. Lom ediciones. (1998).

[14] Muñoz, M. La minería del cobre en Chile. Cartilla laboral ICAL. 2011

[15] Mauricio Milagros. A diez años de la fundación de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC). El desconcierto.cl, 21.06.2017

[16] Lo que sigue extraído de: Nicolás Miranda. Poder obrero en el lugar de trabajo. Experiencias de organización de base de los trabajadores en los lugares de trabajo. Revista La Batalla nº 4, mayo 2015.

 


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