El fenómeno Bolsonaro y la reconfiguración del debate estratégico: Un debate entre Frente Popular y Frente Único Obrero

“La propaganda despiadada contra la teoría y la práctica del Frente Popular es la primera condición de la lucha revolucionaria contra el fascismo.”

León Trotsky, El Programa de Transición

Por: Félix Melita

Néstor Vera

Reconfiguración del debate estratégico

El resultado de las elecciones brasileñas que dieron como ganador al candidato de la ultraderecha, Jair Bolsonaro, con un porcentaje de los electores equivalente al 55% de la población votante, abrieron un debate en todo el espectro político a nivel internacional, tanto la derecha como la izquierda comienzan a discutir sus perspectivas considerando a Bolsonaro en el tablero sudamericano con la economía y la clase obrera más grande del cono-sur.

Sobre esto, afirmamos anteriormente en Ideas de Izquierda que:

La situación regional de impasse en América Latina, sin salidas claras en el marco de la inestabilidad internacional, convierten a Latinoamérica, en mayor o menor medida según las particularidades nacionales, en un terreno cada vez más “propicio para las soluciones de fuerza”, pero también para la irrupción del movimiento obrero y de masas. Los enfrentamientos fundamentales aún están por delante. El triunfo electoral de Bolsonaro es una victoria superestructural que aún tendrá que llevar a la acción y trasladarlo a la relación de fuerzas real.  (Maiello, 2018)

 

Es en este contexto en el que la izquierda, y particularmente los Partidos Comunistas, comienzan a desempolvar sus libros de “marxismo” para poner la política del Frente Popular [FP] -o Frente Popular Antifascista, dependiendo de cuán a la izquierda quieran sonar con ésta fraseología- al centro del debate.

Es en este mismo sentido que el Partido Comunista do Brasil [PCdoB] afirma que: “La instauración del gobierno Bolsonaro debería ser entendida como una convocatoria a los demócratas para resistir y luchar con frontalidad y convergencia de posiciones contra la amenaza fascista y neocolonialista.” Añadiendo que: “nada es más importante y urgente para la oposición democrática, patriótica y popular que la realización de entendimientos para la construcción de un frente por la democracia, que sea suficientemente amplia y completa de todas las fuerzas opuestas a la amenaza neofascista.” (Reinaldo, 2018)

Por nuestra parte los trotskystas, a través de las y los compañeros del Movimiento Revolucionario de los Trabajadores [MRT] planteamos el Frente Único Obrero [FUO] y su política de los Comités de Acción y Defensa, a partir de la formulación de Lenin y Trotsky en los primeros cuatro Congresos de la Internacional Comunista [IC].

Adentrémonos pues al debate.

FP y FUO: Dos tácticas contrarias por la búsqueda de aumentar los volúmenes de fuerza

En primer lugar debemos considerar que ambos planteamientos responden a un desafío que el marxismo ha planteado durante décadas: el hacerse con la hegemonía para la toma del poder. Sin embargo, el Frente Popular no puede estar más lejano a esto, en donde el mismo PCdoB llama a una defensa amplia por la democracia (burguesa), retomando nociones socialdemócratas de que a mayor democracia, más se avanza en la construcción del socialismo, rebajando y cercenando cualquier lucha que apueste por una superación de la misma democracia burguesa.

En este sentido, para adentrarnos en el conflicto de la hegemonía primero debemos comprender que en el plano de la estrategia revolucionaria la formación de los volúmenes de fuerza para el combate -aspecto crucial para “el fin de la guerra”- implica magnitudes materiales y morales.

Del punto de vista material, implica resolver el problema de las reservas estratégicas -unidad de la filas de la clase obrera- y de los aliados – sectores no proletarios pero que tienen como enemigo en común a la burguesía en ciertos puntos-. Es decir, establecer un puente sobre este nudo a través de una política hegemónica:

“Mientras que el problema de la reducción de las reservas estratégicas (planteado, como veremos luego, por la III Internacional en términos de frente único obrero) consiste en unificar una misma fuerza con intereses comunes, pero atravesada por una gran lucha interna contra la burocracia; en el caso de la conquista/cooperación de los aliados (hegemonía) se trata de articular fuerzas heterogéneas (en lucha con sus direcciones tradicionales) para cooperar contra un enemigo común” (Albamonte & Maiello, 2017).

Mientras que el aspecto de la fuerza moral sólo se puede forjar y medir en la lucha misma, forjando de esta forma la virtud guerrera. Resultado de la combinación de estas dos fuerzas, material y moral, surge la real magnitud de los volúmenes de fuerza.

En este sentido el FUO es una táctica elaborada por la Internacional Comunista en sus primeros cuatro congresos, a partir de las formulación de Lenin y Trotsky en base a la experiencia de la revolución rusa, en situaciones en que los revolucionarios son aún minoría dentro de la clase trabajadora y en comparación con otras mediaciones no revolucionarias. Ésta busca impulsar por medio de acuerdos con estas mediaciones –aspecto de maniobra-, la unidad de los distintos sectores de la clase obrera para luchar –aspecto táctico- y en base a esto, y la lucha política, lograr ampliar la influencia de los revolucionarios –aspecto estratégico-. En una máxima: golpear juntos pero marchar separados. Sin embargo, el FUO se mide únicamente en el terreno de las acciones de masa por objetivos de lucha, no –por ejemplo- en el terreno electoral o programático. De esta forma, busca resolver el problema de las reservas estratégicas que es fundamental para el pasaje de la defensa al ataque.

Es también por la vía del combate, en la que se forjan los aliados, mostrando disposición y decisión a luchar con un programa que responda a los intereses de los sectores oprimidos por la burguesía, por tanto, conquistar la hegemonía con total independencia de clase.

Por esto mismo, Trotsky plantea la actualidad del FUO frente al ascenso del fascismo en Alemania para “la defensa de aquellas posiciones materiales y morales que la clase obrera ha logrado conquistar en el Estado alemán” (Trotsky, 1930), es decir defender los reductos de democracia obrera conquistados en lucha contra la misma democracia burguesa. Identificando que el principal objetivo del fascismo no es “la destrucción de la democracia burguesa, sino aplastar los primeros esbozos de democracia proletaria” (Trotsky, 1933). Esto implicaba impulsar desde el KPD el frente único junto al SPD, que aún era el principal partido del proletariado alemán -a pesar de las importantes traiciones a la clase trabajador-.

Mientras el FP, nace como política de la IC burocratizada luego de una serie de derrotadas al movimiento revolucionario – en particular el ascenso del fascismo en Alemania -, responsabilidad de la política zigzagiante de su dirección y la ausencia de balances de estas. En este sentido, en el VII Congreso se presenta al FP como una continuidad del FUO, por medio del cual busca disputar la hegemonía de la pequeño-burguesía para el proletariado por medio de la alianza programática con sectores de la burguesía liberal, planteando como contradicción fundamental del momento la dicotomía fascismo y democracia. En esta formulación, el proletariado debería hegemonizar el bloque contra el fascismo. Sin embargo, la experiencia de esta política en Francia y España mostró su colosal infertilidad, con dramáticas consecuencias para el movimiento revolucionario.

Volviendo al terreno de la estrategia revolucionaria, el FP va en sentido completamente opuesto a resolver el problema de las reservas estratégicas y aliados, es más bien, una simplificación mecánica y que lo reduce a un aspecto meramente cuantitativo. ¿Es posible algún interés de clase común o progresiva entre la burguesía y el proletariado? En este sentido, son sumas que restan.

En la misma línea, Juan Dal Maso (2016) afirma que: “[…] la hegemonía es la condición necesaria para la resolución de las fuerzas militares, pero no las reemplaza, tanto como no se puede buscar el momento “directamente decisivo” de las relaciones de fuerza militares, sin la constitución previa de la hegemonía.” (p. 116) Sobre esto podríamos preguntarnos ¿Qué clase de hegemonía es aquella en la que se hacen alianzas con sectores que combaten por objetivos totalmente opuestos? No podría más que responder a una capitulación.

También en el aspecto moral, el FP se proyecta no en la medida de la lucha y movilización de masas, al contrario, implicaba un programa político de conciliación de clases, el cual era canalizado por la vía de la defensa de la democracia burguesa por medio de los métodos de esta misma o por medio de la lucha física contra los sectores revolucionarios como se llevó a cabo en la guerra civil española. Sin embargo, el combate quedaba remitido a luchar por el poder, pero luego de “hacerse de la victoria” entregársela en las manos a la burguesía, he aquí la contradicción fundamental de la lucha amplia por la democracia contra el fascismo. ¿Por qué no aprovechar la convulsión y el conflicto para arrebatarle no sólo la posibilidad de triunfo al fascismo, sino que también a la burguesía? Para el stalinismo esta pregunta no podría encontrar una respuesta que no sea la de levantar a la burguesía en crisis para “enfrentar juntos” al fascismo, para revitalizarla y subordinarse a ella.

Sobre esto, Trotsky en su texto “¿Es posible la victoria?” discutiendo contra el Frente Popular en España, argumenta que: “(…) podemos y debemos defender a la democracia burguesa no con sus propios métodos, sino con los de la lucha de clases, o sea, con métodos que preparen el derrocamiento de la democracia burguesa por medio de la dictadura del proletariado.” (p. 299, 2014). De esta forma queda en evidencia, que existe una falsa dicotomía entre democracia-fascismo, que si bien son regímenes burguesas distintos, la contracción principal se mantiene en el terreno de las clases sociales en pugna, por tanto, transformar la lucha contra el fascismo y su ataque a las libertades democráticas del proletariado, en la lucha revolucionaria contra el régimen de dominación burguesa.

Es por esto que de la misma manera en que impide el desarrollo de una fuerza material, bloquea la posibilidad del combate y por tanto de forjar su magnitud moral. Abriendo el paso no a la lucha victoriosa del proletariado, sino que al avance de un sector de la burguesía por sobre este.

De esta forma en una situación en que la clase obrera está siendo atacada y que los revolucionarios son minoría, el FP mantiene a la clase trabajadora en un defensa ineficiente, ya que imposibilita acumular fuerzas para preparar la ofensiva, no solo contra el fascismo, sino contra la burguesía en su conjunto.

El FP como renuncia del paso de la defensa al ataque

El marxismo de la III internacional, logró apropiarse del pensamiento militar en función de fortalecer la estrategia revolucionaria. En este sentido, una de las claves de la lucha defensiva es utilizarla para acumular las fuerzas necesarias que nos permitan pasar a la ofensiva.

En términos de Clausewitz, si bien la defensa es la forma más fuerte de lucha, ya que busca conservar, es una forma adoptada debido a nuestra debilidad frente al enemigo. En ningún sentido es una espera pasiva o detención de ataques, sino un “escudo de golpes habilidosos”. Por tanto, es relativa en la medida que buscamos cambiar la relación de fuerzas a nuestro favor para preparar el pasaje a la ofensiva.

En estas coordenadas estratégicas, es que la política del FP mostró su profundo fracaso. Veamos.

La experiencia en Francia, con el levantamiento de las ligas fascistas el 6 de febrero de 1934 es un ejemplo patente. Mientras los fascistas escalaban en sus acciones, el movimiento obrero dio una respuesta contundente, culminando en la huelga general del 12 de febrero. La demanda de unidad que planteaban los trabajadores impulsó a sus direcciones conformadas por el Partido Socialista francés, la Sección Francesa de la Internacional Obrera [SFIO], y el PC, a constituir un frente único. Sin embargo, bajo la dirección del PC francés y el giro que venía dando la IC, la política de frente único se transformó en una política de sostenimiento de la democracia burguesa y de freno de las acciones de masas, llevando a una desviación de los objetivos planteados para la conformación misma del frente único. Por el contrario, la línea del PS y el PC era el Frente Popular, una coalición del proletariado con la burguesía imperialista, representada por el Partido Radical. Esta alianza se extendió al terreno parlamentario, destacando que en ambos terrenos el PR conservaba su “libertad de acción” y limitaba la del proletariado. Mientras el PR se encontraba en proceso de descomposición, el PC y el PS lo fortalecían. La tendencia general de las masas trabajadoras, incluyendo las pequeñoburgueses, iban hacia la izquierda. Pero por el contrario la dirección de estos partidos giraba hacia la derecha.

Por esta vía las direcciones reformistas bloquearon el desarrollo de las acciones de masas, sembrando ilusiones reformistas y conciliadoras en que se podía enfrentar a la ultraderecha defendiendo la democracia burguesa e incluso en alianza con partidos burgueses en crisis, desmoralizaron a la vanguardia obrera que correctamente salió a las calles para enfrentar a las bandas fascistas, buscaron unirla a sus enemigos de clase de quienes se venían separando. En definitiva no sólo impidieron el pasaje a la ofensiva sino que fueron responsables de la derrotar al movimiento revolucionario en un país central que pudo desarrollarse como una fortaleza para extender la conquista de los gobiernos obreros.

Sin embargo, la política infértil del FP no sólo se probó en Francia, sino que también en la España de 1937 cruzada por la guerra civil, en donde el Frente Popular, integrado por el Partido Socialista, el PC y los anarcosindicalistas, estaba subordinado a la sombra de la burguesía, ya que ni siquiera integraba el FP y su política fue devolver la estabilidad al sistema de la república liberal. Para esto el FP debió reprimir al heroico proletariado que se alzaba en Cataluña con una política independiente de la República y de la burguesía. Sobre ésto Trotsky (2014) afirma que:

 

“Si el proletariado de Cataluña se hubiera apoderado del poder en mayo de 1937, hubiera encontrado el apoyo de toda España. La reacción burguesa estalinista no hubiera encontrado ni siquiera dos regimientos para aplastar a los obreros catalanes.

En el territorio ocupado por Franco, no sólo los obreros, sino incluso, los campesinos, se hubieran colocado del lado de los obreros de la Cataluña proletaria, hubieran aislado al ejército fascista, introduciendo en él una irresistible disgregación. En tales condiciones, es dudoso que algún gobierno extranjero se hubiera arriesgado a lanzar sus regimientos sobre el ardiente suelo de España. La intervención hubiera sido materialmente imposible, o por lo menos peligrosa.

Evidentemente en toda insurrección existe un elemento imprevisto y arriesgado, pero todo el curso ulterior de los acontecimientos ha demostrado que, incluso en caso de derrota, la situación del proletariado español hubiera sido incomparablemente más favorable que la actual, sin tener en cuenta que el partido revolucionario habría asegurado su porvenir para siempre.” (p. 330)

 

La situación no podía ser más definitoria. En Rusia la revolución había triunfado, y a nivel internacional se producían una serie de crisis, guerras y revoluciones. El triunfo de una España obrera y socialista hubiera sido una catapulta enorme para la extensión de los gobiernos obreros y del socialismo a escala internacional, funcionando como una posición; una fortaleza para la articulación de la defensa, pero también de los próximos combates para enfrentar y vencer a la reacción, al fascismo y al imperialismo. Sin embargo, el stalinismo prefirió apuntar sus rifles contra las y los obreros insurrectos para llevar adelante el programa de la burguesía liberal, lo que se tradujo en cierta medida en abrirle el paso a Franco y a la aniquilación de ese proletariado heroico que se alzaba en Cataluña.

Es así que la política del FP renuncia a levantar bastiones que puedan defender, nutrir y reproducir la lucha por la toma del poder, articulándose como una defensa pasiva de la mano de la burguesía. Es decir, un rechazo tajante a la guerra de maniobra, definida como el asalto a posiciones enemigas como lo podrían ser gobiernos burgueses y ponerlos en función de la lucha obrera. En definitiva, una defensa pasiva con las manos extendidas para ser envueltas en grilletes por quienes creyeron sus aliados.

Superar la soga al cuello que representa  el FP: El rol de los comités de acción y defensa

Mientras el stalinismo continúa con fraseologías a tono de sonar revolucionarios como “disputar la superestructura con la más amplia alianza político-social” para acabar con la “alternancia entre neoliberalismo y democracia”, lo cierto es que lo que proponen no es más que defender a la democracia burguesa para devolverla a sus dueños. Disputar la superestructura para los Partidos Comunistas no sería más que bloques y maniobras electorales, impulsadas por los movimientos “por abajo”, pero situando su fin o su centro e gravedad en reformas parlamentarias, bloqueando el desarrollo abierto de la lucha de clases. Sin embargo, el planteamiento de pasar a la ofensiva quedaría relegado, como diría Trotsky, sólo para los días de fiesta.

Es en este sentido que la política de FP es incapaz de responder a la disputa de la mayoría para el proletariado, ya que por un lado subordina a las masas a una “falsa dirección” que persigue objetivos contrarios, no desarrolla una política de independencia de clase sino que el programa queda desdibujado según los intereses de la burguesía liberal o nacional, y por lo tanto, a ser incapaz de articularse de elementos que le permitan asestar golpes habilidosos y pasar de la defensa al ataque.

Creemos que la política de los comités de acción y defensa son un puente para la articulación misma de la acumulación de fuerzas mediante la experiencia de las masas en lucha y una representación de estas mismas, y al mismo tiempo, una respuesta y una aproximación al nudo entre la relación defensa-ataque, nudo sin resolución para los Partidos Comunistas y su política de FP.

En este sentido, Trotsky (2013) discutiendo con la política de FP en Francia, afirma en su escrito “Frente popular y comités de acción” que:

 

“En cualquier caso, el movimiento de masas que actualmente choca con la barrera del “Frente Popular” no avanzará sin los comités de acción.

Tareas tales como la creación de la milicia obrera, el armamento de los obreros, la preparación de la huelga general, quedarán en el papel, Si la propia masa no se empeña en la lucha, por medio de sus órganos responsables. Solo esos comités de acción surgidos de la lucha pueden asegurar la verdadera milicia, contando no ya con miles, sino con decenas de miles de combatientes. Nadie sino los comités de acción, abarcando los centros principales del país, podrá elegir el momento de pasar a métodos más decididos de lucha, cuya dirección les pertenecerá de pleno derecho.” (p. 136)

 

Para los militantes de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI) la respuesta a Bolsonaro y a la ultraderecha no pasa por el terreno de las maniobras electorales ni parlamentarias, sino por la articulación de una gran fuerza que se proponga cerrarle todo paso al bolsonarismo, a la derecha, a los sectores conservadores y protofascistas, y esto justamente pasa por el terreno de la lucha de clases.

Organizar comités de acción y defensa en cada lugar de trabajo, estudio, barrios obreros, y articularlos entre sí, es sin duda alguna una tarea de las y los revolucionarios en este momento: en organizar la resistencia, para justamente preparar el momento de pasar a conquistar terrenos enemigos, y abrir el camino a un gobierno de las y los trabajadores en ruptura con el capitalismo, que justamente se encuentra obstaculizado por la política de Frente Popular.


Bibliografía

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Trotsky, León

“¿Es posible la victoria?”, La victoria era posible. Escritos sobre la revolución española [1930-1940], Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP León Trotsky, 2014 (Obras Escogidas 7, coeditadas con el Museo Casa León Trotsky).

“La verificación de las ideas y de los individuos a través de la experiencia de la Revolución española”, La victoria era posible. Escritos sobre la revolución española [1930-1940], Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP León Trotsky, 2014 (Obras Escogidas 7, coeditadas con el Museo Casa León Trotsky).

¿Adónde va Francia? / Diario del exilio / León Trotsky ; compilado por Rossana Cortez. – 1a ed. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ediciones IPS; Instituto del Derecho de Asilo Museo Casa León Trotsky, AC, 2013. (Obras escogidas de León Trotsky; 5)

“El giro de la Internacional Comunista y la situación en Alemania”, La lucha contra el fascismo en Alemania, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2013 (Obras Escogidas 3, coeditadas con el Museo Casa León Trotsky).

“El frente único defensivo”, La lucha contra el fascismo en Alemania, Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2013 (Obras Escogidas 3, coeditadas con el Museo Casa León Trotsky)


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