Feminismo socialista y la lucha por una sociedad sin clases

Debate con Izquierda Autónoma

Rafaella Ruilova

En julio de 2018, se publicó el libro “Mayo feminista. La rebelión contra el patriarcado”, que contiene diversos artículos de intelectuales feministas, figuras culturales y políticas, que desde distintas perspectivas y enfoques escriben particularmente a raíz de la gran movilización que se desató este año en las universidades y centros de estudios contra el acoso y abuso sexual. En esta ocasión debatiremos con el artículo “La revuelta feminista: de la lucha de las mujeres a la lucha por una nueva sociedad” de las dirigentas de Izquierda Autónoma, Valentina Saavedra y Javiera Toro, desde el feminismo socialista con el cual dicen identificarse.

El mayo feminista sin lugar a duda fue una irrupción en las universidades, en los liceos y en el escenario político nacional. Miles de mujeres en sus lugares de estudios se organizaron para decir basta al acoso y abuso sexual, exigiendo protocolos, medidas que protegieran y dejaran de naturalizar la violencia de género. Podemos decir, que era expresión del estallido de bronca, de un ya no más acumulado por años que se ha manifestado en distintas partes del mundo en esta nueva oleada internacional del movimiento de mujeres.

A pesar de los elementos contradictorios[1] del mayo feminista, no se puede negar que puso con fuerza en el escenario nacional y la opinión pública el problema de la violencia hacia las mujeres, tanto así que hipócritamente todos los partidos que han administrado y profundizado el modelo socio económico instalado en dictadura, desde la UDI a la ex Nueva Mayoría salieron a decir públicamente que estaban a favor del movimiento, un saludo a la bandera para que la rabia y organización no girara hacia los verdaderos enemigos de los derechos de las mujeres: la iglesia, los empresarios y sus partidos que defienden los intereses de los capitalistas.

La nueva ola del movimiento de mujeres: la contradicción entre igualdad ante la ley y ante la vida

Pero, qué hay detrás de la oleada internacional del movimiento de mujeres y el mayo feminista. Es una pregunta que no puede pensarse ahistóricamente, la ofensiva capitalista de los 80, que daría paso al neoliberalismo buscaba reestruccturar la producción con el fin de incrementar la acumulación de ganancia capitalista a costa del aumento de la explotación por nuevas vías. Esto no sólo afectó el plano de la producción, creando nuevos nichos de mercado como con la salud, educación, pensiones, entre otros en Chile, sino que también de la reproducción de la fuerza de trabajo, por medio de la eliminación de programas de seguridad social, la privatización de empresas públicas, y, por tanto, el encarecimiento de servicios básicos golpeando principalmente los bolsillos de las familias de la clase trabajadora.

Este proceso se instaló sobre los desvíos o abiertas derrotas de ascensos de masas, como ocurrió en Chile con un criminal golpe contra el ascenso revolucionario de la clase obrera que ponía en jaque la propiedad privada de los medios de producción a través de su sociabilización en los gérmenes de un nuevo poder como lo mostraba la autooganización obrera en los cordones industriales.

Los nuevos nichos de acumulación que iban directamente relacionados a la precariedad y pauperización de la vida de las masas trabajadoras y sus familias empujaron a gran escala a las mujeres a ingresar al mundo laboral, constituyendo hoy en día la mitad de la clase trabajadora que por primera vez en la historia tiene rostro de mujer.

Así como en el siglo XIX hasta las primeras décadas del XX, la incorporación de las mujeres al trabajo extradoméstico propiciado por el desarrollo capitalista, y luego reforzada por la falta de fuerza de trabajo masculina producto de la I Guerra Mundial, generó un contraste entre la relativa igualación con los varones en el mercado laboral, con la enorme desigualdad ante la ley. Esa contradicción fue un factor clave a la hora de la lucha por los derechos civiles de las mujeres como el sufragio universal; hoy nuestros avances en derechos formales, que ha constituido una especie de equiparación de derechos legales y democráticos entre hombres y mujeres en nuestro estatus de “ciudadanas en igualdad ante la ley” (siendo todos arrancados con nuestra movilización y lucha), tienen la enorme contradicción de que más del 70% de los pobres a nivel mundial son mujeres y niñas.

Las aspiraciones de las mujeres que vivimos este constante contraste entre la igualdad ante la ley y la igualdad ante la vida expresada en la violencia machista, hemos elevado nuestras aspiraciones y nos hemos parado a nivel internacional bajo el grito de NiUnaMenos, contra la violencia machista y por el derecho del aborto legal, libre seguro y gratuito.

Para IA, la revuelta feminista puso en la mesa que “una sociedad de igualdad y libertad debe ser con las mujeres y la disidencia sexual”. Pero ¿En qué sociedad es posible para IA la igualdad y libertad de las mujeres y diversidad sexual? Al parecer, en una democracia capitalista no neoliberal, si bien no hacen esta afirmación textual, se puede inferir que, para esta corriente sería posible barriendo sólo la fase neoliberal, ya que nada mencionan de acabar con el capitalismo, su horizonte estratégico se reduce a terminar con el Estado subsidiario, y por tanto su feminismo socialista también, quitándole a este todo su carácter anticapitalista. Así lo deja ver la conclusión de su artículo, la que plantea que para constituir un feminismo transformador es necesario “reforzar el vínculo entre las luchas antipatriarcales a las luchas antisubsidiarias que buscan una profundización democrática y enfrentan los pilares del sistema político, económico y social instaurado en Chile durante los últimos cuarenta años”. 

Y si bien compartimos que el capitalismo en su forma neoliberal ha precarizado las vidas de las y los trabajadores por lo anteriormente mencionado, y nos disponemos a dar todas las batallas que mejoren las condiciones de vida, por la conquista de cada derecho democrático, no se puede enlodar los ojos de las mujeres (y también varones) trabajadoras y jóvenes que despiertan a la vida política porque pensar que podremos alcanzar la igualdad ante la vida en una sociedad como la capitalista basada en la explotación y opresión no es más que una utopía que ensancha los arcos de maniobra y de cooptación por parte de los partidos empresariales del movimiento de mujeres.

A pesar de que con IA no compartimos esta perspectiva de una sociedad sin clases, queremos impulsar junto a ellas y ellos la lucha por el aborto legal, libre, seguro y gratuito, y por eso decimos ¡no renuncien a su propio programa! Si miles de personas votaron por el Frente Amplio fue por su programa, donde uno de sus puntos era el aborto legal, pero entregaron un proyecto junto a la ex Nueva Mayoría que sólo contempla la despenalización hasta la semana catorce de gestación, desviando así la fuerza de la movilización impulsada por el mayo feminista y la marea verde a los estrechos márgenes del congreso, sin escuchar lo que el movimiento de mujeres lucha hace años: porque el aborto legal sea un derecho garantizado.

Hay que hacer caer al capitalismo y al patriarcado

Para el marxismo, de donde viene el socialismo científico y por tanto el feminismo socialista revolucionario, que nada tiene que ver con la deformación stalinista, el patriarcado y el capitalismo establecen una relación diferente y superior a la establecida en los anteriores modos de producción, al ser el capitalismo un sistema de explotación de la discriminación, ya que le es servil a sus intereses, tanto económicos, de extracción de plusvalía, así como estratégicos de dispositivos de división entre oprimidos y explotados (machismo, homolesbotransfobia, racismo,etc).

En su artículo, Saavedra y Toro, sostienen que la tesis que guía al feminismo socialista es que “la desigualdad de género tiene su raíz en la división sexual del trabajo”, lo que no es distintivo del socialismo, sino que es lo que comparten todas las feministas, ya que esa afirmación representa la característica de las sociedades patriarcales. Pero, prosiguen diciendo “y el beneficio que produce para el sistema capitalista la invisibilización de las labores asociadas a lo femenino (reproducción) y, con ello, la discriminación o derechamente eliminación de su valor de cambio, es decir, el salario”. Aquí nuevamente no encontramos ninguna perspectiva socialista, al no plantear la base fundamental histórica que sustentó y aún sustenta esa división sexual del trabajo, la propiedad privada, mucho antes de la aparición del propio capitalismo, aunque en esta toma una forma determinada.

Y si bien compartimos el hecho de que la invisibilización del trabajo doméstico, que actualmente se transforma en una segunda jornada laboral no pagada para las mujeres asalariadas, significa un beneficio para los capitalistas al ahorrarse la reproducción de la fuerza de trabajo; y aunque sabemos que no podrá eliminarse por completo ese trabajo invisible en los marcos del capitalismo, sí exigimos que gran parte de ese trabajo se haga cargo el Estado y los empresarios, como dijo la fundadora de Pan y Rosas en Argentina, Andrea D´Atri, en la asamblea de mujeres de Madygraf “Tenemos que exigir que gran parte de ese trabajo que hoy hacemos de manera invisible y no remunerada en nuestros hogares se hagan cargo aquellos que necesitan que nosotros comamos, que nos vistamos y que nos bañemos para explotarnos al día siguiente en sus fábricas y en sus empresas”.[2]

Pero, sin luchar contra el capitalismo es imposible pensar que el patriarcado puede caer, porque lo que hizo el capitalismo fue adaptar las relaciones patriarcales a su propia lógica y subordinarlas a sus necesidades. Es por esto que no plantearse la relación estrecha entre capitalismo y patriarcado, o sólo contemplarla como lo hace IA, pero sin ligarlos, y dejando (si es que) la lucha contra el capitalismo para un futuro incierto (e inmencionado), se transforma en una miopía teórica y ceguera política, que restringe la lucha sólo a la ampliación democrática. Es esto mismo lo que las lleva a reconocer que “la idea de asociatividad entre las mujeres desligadas de los intereses sociales y de clase que a cada una la cruzan, como si las mujeres empresarias y las pobladoras sin casas tuviesen perspectivas similares de la sociedad que apostaban a construir”; a la vez que afirman contradictoriamente y diluyendo los intereses de clase y estrato de clase que representa cada corriente político-ideológica, sea esta feminista o no, que “las mujeres, trabajadoras, pobladoras y burguesas en Chile formaron organizaciones sociales, movimientos, partidos políticos, entre otros […] Esto nos recuerda que las demandas de las mujeres y el movimiento feminista son las demandas por una sociedad más justa, igualitaria y libre”

Detrás de la concepción que defiende IA se encuentra la explicación de la contradicción expresada en sus citas, y es que su centro se encuentra en la “división sexual del trabajo” y no en la producción capitalista y por tanto su incorporación y subordinación de esa división sexual del trabajo a sus propias lógicas. Lo que las lleva a ver que el feminismo en sí mismo (independiente de su vertiente), ya que es antipatriarcal, por tanto, está contra la división sexual del trabajo, equivalente inmediatamente a la lucha por una nueva sociedad, para ellas no neoliberal. Así se explica porque, quienes se consideran socialistas anulan políticamente la necesidad de la lucha de tendencias en el feminismo, cuando la historia del socialismo ha sido la lucha político-ideológica con otras corrientes. Incluso, explica por qué conciben una demanda tan mínima y democrática como el aborto legal como una demanda que emplaza el orden capitalista, lo que abordamos en otro debate[3].

Lo que les da sustento a sus posteriores fundamentos de igualdad y libertad en una sociedad capitalista más democrática encuentra raíz en su apropiación teórica de Silvia Federici, quien teoriza que el trabajo reproductivo es la base sobre la que se sostiene el capitalismo, otorgándole al trabajo productivo generador de valor un sesgo masculino que justificaría la gratuidad del trabajo reproductivo, femenino. Pero el hecho de que el trabajo reproductivo no genere valor de cambio no quiere decir que no tenga un rol indispensable en el modo de producción capitalista, pero sí niega que por sí mismo los cambios en el plano reproductivo sin atacar al productivo, sean consecuentemente revulsivos para el orden existente. Para un debate más profundo desde el feminismo socialista de PyR con los planteamientos de Silvia Federici revisar “Nosotras, el proletariado”[4].

A diferencia de lo que plantea IA, para las y los militantes del feminismo socialista anticapitalista de Pan y Rosas y del Partido de Trabajadores Revolucionarios, es necesario que la lucha contra la opresión de las mujeres adquiera una perspectiva socialista y revolucionaria; así como que toda lucha de la clase trabajadora contra la explotación capitalista contenga un programa de acción contra la opresión femenina.

Y por esta perspectiva que militamos y luchamos en cada lugar de estudio y de trabajo por cada demanda y derecho que nos pertenece con la perspectiva de sembrar la idea de que una sociedad sin la explotación de nuestra fuerza de trabajo, sin la opresión de las mujeres, y sin la discriminación y opresión de muchos otros sectores de la sociedad, es un mundo y sociedad posible. Pero para que lo sea, quienes no tienen nada que perder más que sus cadenas, tienen que abrazar esta causa, por eso luchamos por construir una herramienta política de las y los explotados y oprimidos independiente a cualquier variante empresarial.

NOTAS

[1] Políticamente fue contradictorio en tanto expresó elementos más avanzados con mujeres a la cabeza levantado la movilización en conjunto con sus compañeros, profesoras y funcionarias, cuestionando el autoritarismo y tratando de impulsar demandas triestamentales, lo que se dio principalmente en regiones y colegios; y en otros, se limitó a estrechar la movilización situando como enemigos a los varones, librando a autoridades, la iglesias y el Estado y sus partidos empresariales de sus responsabilidades, además de alejar a cientos de mujeres y varones de la lucha por nuestro derechos, con medidas antidemocráticas, como el caso del ex pedagógico donde se venía librando una batalla en conjunto con funcionarixs contra la crisis del pedagógico y de la educación de mercado, que planteaba la perspectiva de un claustro refundacional.

[2] Ver discurso y video en: http://www.laizquierdadiario.com/VIDEO-Andrea-D-Atri-El-patriarcado-no-va-a-caer-hay-que-tirarlo

[3] Un debate realizado por Barbara Brito, dirigente de Pan y Rosas Chile a un artículo realizado por Macarena Castañeda, feminista de Izquierda Autónoma. Ver en: http://ideasdeizquierda.laizquierdadiario.cl/2018/politica/el-derecho-al-aborto-y-el-feminismo-socialista/

[4] Debate sobre la relación capitalismo y patriarcado realizado por Andrea D´Atri y Celeste Murillo, dirigentas de Pan y Rosas Argentina, a raíz del nuevo libro de Silvia Federici “El patriarcado del salario”


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