A propósito del libro: “Liberales plebeyos” de Vlado Mirosevic

Camilo Kolia

El 2015 se publica el libro “Liberales plebeyos: El relato de un pipiolo del siglo XXI” de Vlado Mirosevic, diputado del Partido Liberal (PL), que aborda en 4 capítulos: (I) El surgimiento del liberalismo, y sus representantes en la historia de Chile, (II) Las primeras intervenciones en el parlamento, (III) El resurgimiento del Partido Liberal en Chile, y la internacional Liberal, y (IV) Las perspectivas del Liberalismo en Chile y el mundo.

En la primera parte titulada: “Humanistas, pipiolos y liberales igualitarios”, el libro comienza con un recorrido por las diferentes corrientes que fueron precursoras del liberalismo, para luego conocer las causas que movilizaron a los primeros liberales. Desde el humanismo renacentista que en pleno medioevo libraría una fuerte batalla contra las visiones conservadoras y teleológicas de la iglesia católica junto a la monarquía, pasando por importantes referentes como Giordano Bruno hasta llegar a John Locke, quien será uno de los pilares de la doctrina liberal.

El primer tratado escrito por Locke, sobre el gobierno civil, cuestiona el derecho divino de los reyes, rechazando la idea creacionista de autoridad heredada desde Adán y otorgada por Dios. Dentro de las ideas liberales de Locke, el estado en el cual las personas se hallan por naturaleza es “(…) un estado de perfecta libertad para que cada uno ordene sus acciones y disponga de posesiones y personas como juzgue oportuno.” Esto pasa por alto el poder político, económico y militar que puede tener una clase sobre otra para privar de posesiones y limitando las acciones de la gran mayoría de la población. Locke no cuestiona la existencia de las monarquías, en sus últimos años de vida desempeño el Ministerio de Comercio para la Corona Inglaterra.


El liberalismo en Chile

En Latinoamérica el pensamiento liberal fue central para la lucha por la independencia política y contra el monopolio Español, que puso el poder en las manos de la oligarquía nacional.

En Chile, las ideas liberales empiezan a forjar sus raíces entre 1820-30, pero es con el surgimiento de la Sociedad Literaria en 1942, en donde se empiezan a ensanchar las filas del liberalismo, teniendo a la cabeza a José Victorino Lastarria. Es así como el movimiento liberal vuelve a resurgir después de la política represiva que enfrentaron del gobierno de José Joaquín Prieto. Con el objetivo de avanzar hacia un gobierno más democrático y menos autoritario que el régimen portaliano, en donde la Presidencia dejará de tener una omnipotencia por sobre las demás instituciones, es que los liberales pelearon por afianzar los valores y pilares de la República fundando en 1849 el Club de la Reforma. Uno de los sectores más radicalizados del liberalismo, encabezados por Santiago Arcos, y Francisco Bilbao fundaron la sociedad de la igualdad, que en 1851 participó de un motín el 20 de abril en la ciudad de Santiago. La Sociedad de la Igualdad buscaba rebasar el estrecho programa liberal que se limitaba a meras reivindicaciones sobre libertades públicas.

Si en Europa el liberalismo vino a representar los intereses de la burguesía industrial, en Latinoamérica fueron terratenientes, dueños de minas, y comerciantes, quienes tomaron estas ideas en sus manos para transformarlas en su programa político.

Los sectores en donde se apoyaba el movimiento liberal eran atingentes al escenario político en donde se desenvolvían. La Sociedad de la Igualdad, por ejemplo, expresaba la lucha de la burguesía del norte y la del sur, distinto a Balmaceda quien se apoyaba en sectores de la burguesía minera, la cual venía siendo afectada por los impuestos a las exportaciones, planteando medidas que fortalecieran la minería nacional, lo cual desarrollaría conflictos con los capitales ingleses que empujarían al desarrollo de la guerra civil.

Para el historiador Luis Vitale: “Los liberales nunca se diferenciaron básicamente de los conservadores, porque ambas fracciones política de la burguesía estaban comprometidas en la tenencia de la tierra y en una política común relacionada con la economía de exportación. El liberalismo contribuyó de ese modo a reforzar nuestra condición de país dependiente, favoreciendo la penetración creciente del capitalismo extranjero. Los roces circunstanciales de los intereses de los terratenientes y comerciantes, no autorizan a caracterizar de “progresista” a un movimiento liberal que de hecho jugó un papel antinacional, de espaldas al país y con la vista puesta en “La City” londinense, donde se transaba nuestra materia prima y se imponen los precios de los artículos manufacturados que el capitalismo dependiente criollo estaba obligado a importar”. No es casual que una mayoría dentro del PL se terminaría plegando al sector reaccionario e imperialista que en 1891 llevarían a la guerra civil, derrotando a Balmaceda, quien no obstante buscar medidas “nacionalistas”, trataba de recrear una propia burguesía “liberal” sin atacar a la oligarquía local aliada de los ingleses.

El libro de Vlado no da una respuesta clara de por qué el Partido Liberal empieza a perder terreno dentro del siglo XX, pero claramente la conformación de la burguesía chilena a comienzos de siglo, iba a fortalecer a otras clases permitiéndoles su desarrollo y extensión dentro de la sociedad, como lo fue el proletariado. Tal como lo dijo Marx, “la burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros”, que fue haciendo creciente la necesidad de un partido de clase bajo sus propios intereses, y no ya un partido “popular” con ideología liberal que defendía los intereses históricos de la oligarquía.

Es así como el programa de los trabajadores se iba diferenciando por su composición de estructural en la sociedad de clases, al programa de los liberales, dado que estos últimos representaban principalmente a las alas de la burguesía nacional más “democrática”. Esto abrió bastantes roces entre trabajadores y el gobierno, que tuvieron su expresión en distintos procesos huelguísticos, uno de los más importantes fue el que comenzó en Iquique, y que luego se extendería por todo el norte hasta Concepción, transformándose en la primera huelga general en América Latina (1890). Su principal demanda era el aumento de salarios, a lo cual el gobierno de Balmaceda responderá con una brutal represión. Para algunos historiadores, esta represión y política del gobierno marcaría un cambio profundo entre las capas obreras y el movimiento liberal.

El partido liberal en el escenario político

Luego de haber sido parte de la directiva de Chile Primero, que el año 2009 llamo a votar por Sebastián Piñera, se funda el 2013 el Partido Liberal, que el mismo año apoyo a Marco Enriquez Ominami. El año 2017 pasan a integrar el Frente Amplio, una coalición de fuerzas que se autodenominan anti neoliberales. Pasaron por apoyar a la derecha “liberal” de Piñera, hasta el progresismo democrático de MEO, y llegaron al Frente Amplio.

El programa del liberalismo, deposita su confianza en que es posible lograr una regulación del mercado en donde no primen los monopolios, lo cual se aleja completamente de lo que pasa en la realidad, en donde la acumulación del capital fortalece el poder de los monopolios en términos económicos y políticos. En aras de la “libre competencia” el liberalismo intenta volver a un círculo virtuoso del nacimiento del capitalismo, y no de su momento de disputa abierta donde domina la concentración del capital. Este desarrollo del capital no está exento de contradicciones. El liberalismo ya no es expresión del desarrollo capitalista orgánico y en crecimiento, o sino veamos al “liberal” Macron en Francia, que llegó al poder aupado por la burguesía imperialista de los grandes monopolios francesas, y es apoyado por el PL de Vlado.      Este referente ha sido una de las principales figuras de la burguesía europea frente a los “populismos” para un intento de “ajustes” económicos y sociales contra los trabajadores. Lo paradójico de todo esto es que para Vlado Mirosevic, si el Presidente Emmanuel Macron estuviese en Chile “estaría mucho mas de acuerdo con el Frente Amplio” que a Piñera. Más bien el gobierno capitalista de Macron, tiene rasgos “piñeristas” en el marco de la decadencia de la V República.

 ¿Humanizar el capital?

Esto pasa por alto un elemento central a la hora de plantearnos si es posible o no como dice Vlado, una regulación del mercado en el sistema capitalista, y es precisamente el carácter de clase que tiene el Estado. El carácter del Estado define su rol y sus intereses dentro de la sociedad de clases, y por el ende, dentro de los márgenes de la sociedad burguesa, buscara tal cual lo hace privilegiar los interés de una clase por sobre los de otra.

El aporte de revolucionarios como Lenin sobre el desarrollo del capitalismo deja un cumulo de lecciones que con el paso del tiempo siguen cobrando mayor vigencia. La esencia económica del imperialismo es el capitalismo monopólico, “pues el monopolio, que nace única y precisamente de la libre competencia, es el tránsito del capitalismo a un orden social-económico más elevado.”

El limitado y vetusto programa del liberalismo, ya ha sido superado más de una vez en la historia, pues intenta volver a un capitalismo “libre” que no obstante, en la voz de sus representantes, es un intento de remozar una despiadada competencia donde siempre priman los grandes monopolios y la concentración económica, imponiendo los reales intereses materiales de la clase dominante para quien la “libertad de comercio” y la “libertad política” no representan más que su dominación real de poder.


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